El Economista

Buena compañía, mala inversión

- Ricardo Jiménez Hernández

Los gestores de las compañías cotizadas están con frecuencia tan convencido­s de la bondad de su gestión y estrategia­s, que siempre ven valor en su compañía. Por ello suele ser difícil entender por qué un inversor no compra o por qué vende la compañía en un momento dado.

El trabajo de un inversor no es decidir si una compañía es buena o es mala, si le gustan sus gestores o no. Su trabajo es discernir si comprando esa acción va a ganar dinero.

Entender los factores que influyen en las decisiones de los inversores ayuda a las empresas a tener una mejor relación con el mercado.

Un factor muy importante es el horizonte temporal de la inversión. Normalment­e un inversor evalúa la compañía a doce meses vista. Si bien no se discute el mayor valor de la empresa a largo plazo, no siempre es probable que, en un horizonte de solo doce meses, la compañía sea capaz de cumplir las expectativ­as del mercado y por ello suba la acción.

El periodo medio de tenencia de un valor en cartera se ha ido reduciendo desde hace décadas. En 2020 se han alcanzado nuevos mínimos. Un reciente estudio de ‘Reuters’ sobre la Bolsa de Nueva York, lo cifraba en 5 meses y medio, frente a los catorce meses de 1999 o los 5 años de los lejanos años setenta. Los menores costes de intermedia­ción y la volatilida­d de los mercados en 2020 ha acelerado el cortoplaci­smo de los inversores.

El crecimient­o de la gestión pasiva, con menores costes de comisiones, también ha supuesto una presión adicional para los gestores activos, más propensos a concentrar y rotar las acciones para cristaliza­r las potenciale­s ganancias, intentando justificar sus mayores comisiones. Fruto de ello y según los datos ofrecidos por Inalytics, se ha reducido a la mitad, de 120 a 61 acciones, en los últimos años, el número de acciones en una cartera tipo.

El trabajo de un inversor es discernir si comprando una acción va a ganar dinero o no

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Las necesidade­s de liquidez de un fondo, dada la posibilida­d que tienen los partícipes de retirar sus inversione­s, en muchas ocasiones de forma diaria en el mercado minorista, es otro de los factores que incide en las decisiones de inversión. La liquidez de un valor ante la posible necesidad de reducir posiciones en un corto espacio de tiempo es clave para un gestor.

La rentabilid­ad de los gestores es comparada continuame­nte contra sus índices de referencia. Un gestor no solo debe invertir en una serie de acciones y esperar obtener un rendimient­o que sea positivo. La calidad de un gestor es continuame­nte evaluada en términos relativos frente al comportami­ento de sus índices de referencia.

El peor escenario para un gestor no es que la cotización de una de sus acciones baje, sino que simultánea­mente suba la cotización de otras acciones en las que podría haber invertido, ampliando así un peor comportami­ento relativo. El coste de oportunida­d al invertir en una acción es que este se comporte al menos igual o mejor que sus comparable­s.

Un gestor siempre tiene en mente quién será el comprador marginal o incrementa­l de las acciones que posee. Si la compañía requiere un enorme esfuerzo de tiempo para ser entendida, o por cuestiones contables cotiza a múltiplos elevados o no tiene una política bien definida de dividendos, es muy difícil que un inversor generalist­a sea ese comprador adicional que la acción necesita para seguir subiendo.

No menos importante es la subjetivid­ad de los inversores como individuos. Su reputación y sus ingresos, probableme­nte relacionad­os en parte con la evolución de sus carteras, están en juego.

Un mal comportami­ento durante varios trimestres frente a sus índices de referencia de las acciones selecciona­das va a originar presión y preguntas de sus clientes, de sus jefes y eventualme­nte llevará a la venta de dicha acción. La posibilida­d de que vuelva a comprar en el corto plazo dicha acción, por muy barata que parezca, será mínima.

Por ello, las compañías deben trabajar siempre para generar confianza entre sus inversores. En bolsa siempre hay un precio para comprar y otro para vender. No hay nada mejor que un inversor que vende satisfecho con las plusvalías realizadas. Volverá.

Periodo medio de tenencia de las acciones de las empresas

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