El Economista - Agua y Medioambiente
¿Soluciones de siempre para problemas de hoy?
Todo el sistema de recogida de residuos continúa descansando en los camiones recolectores, lo que equivale, conceptualmente, a un modelo basado en un diseño del siglo pasado y extraordinariamente limitado
El hecho de que los núcleos urbanos sean responsables del 50 por ciento de los desechos globales y causantes del 60 al 80 por ciento de los gases de efecto invernadero, constituye además de un gravísimo problema para la salud pública, un desafío de enorme calado tanto para las corporaciones municipales como para las instituciones públicas, y debe ser motivo de reflexión también por parte de empresas y ciudadanos. Todos deberíamos concienciarnos de que un desarrollo basado en la generación ilimitada de residuos nos abocará a situaciones medioambientalmente muy comprometidas.
En los últimos años se han venido desarrollando iniciativas para mejorar la eficiencia del servicio mediante procedimientos tradicionales. Todo el sistema continúa descansando en los camiones recolectores, lo que equivale desde un punto de vista conceptual a un modelo basado en un diseño del siglo pasado y extraordinariamente limitado para resolver los problemas de hoy mismo. Sorprende, por ejemplo, que el paisaje de muchas de nuestras calles sea el de contenedores cada día más grandes, con frecuencia desbordados, y el tránsito de camiones pesados de recogida, con los consiguientes problemas de tráfico y emisión de agentes contaminantes.
A esta situación, se suma otro factor a tener muy en cuenta. A partir de 2020, según la normativa europea, los ayuntamientos tendrán que hacer frente a la recogida separada de la fracción orgánica de residuos, con objeto de valorizarla posteriormente con producción de biogás. Y esta normativa obligará, además, a la colocación de nuevos contenedores de residuos en la vía pública, lo que también nos lleva a cuestionarnos si fracciones como envases y resto, que se venían recogiendo separadamente en España -con la excepción de algunas Comunidades Autónomas-, siguen teniendo sentido como tales.
Por tanto, mientras nos fijamos como objetivo el incrementar el reciclaje de residuos, resulta que este propósito lleva aparejada una serie efectos disfuncionales. Afrontaremos la separación de más fracciones, es cierto, pero al mismo tiempo tendremos que incorporar más contenedores en las calles y, proporcionalmente, incrementar el número de rutas de recogida. De igual modo, mejorarán los contenedores, pero no evitaremos los seculares problemas de desbordamiento en el caso de las fracciones resto y orgánico. En este caso, se requiere una recogida diaria, algo bastante incompatible con una gestión eficiente de los limitados recursos disponibles.
En los últimos años, estamos oyendo hablar del concepto de “ciudad inteligente” como la panacea a muchos de los problemas que las ciudades tienen planteados. Pero mucho nos tememos que, al menos en lo que se refiere a la gestión de los residuos urbanos, esta “inteligencia” tardará todavía en llegar. La mayor parte de nuestras corporaciones municipales sigue optando por aplicar soluciones del pasado para resolver un problema muy actual, que condiciona además muchos aspectos en los que se basa la salubridad y la calidad de vida.
Hablar realmente de “inteligencia” en materia de recogida de residuos en las ciudades, implicaría que los actuales modelos de gestión aportasen varios factores de operabilidad, muchos de los cuales son a día de hoy impensables: disponibilidad constante del sistema de recepción; vaciado varias veces durante el día para reducir la presencia de residuos en la vía pública; fácil accesibilidad al dispositivo de vertido; rápida resolución de incidencias cuando estas se presenten y, muy importante, generación de información en tiempo real con destino a los responsables municipales para que estos pudieran tomar decisiones acerca de la mejor gestión del servicio. Nos referimos, por ejemplo, a la posibilidad de identificar al usuario del sistema, al registro de la hora de vertido, con el fin de identificar puntas de generación, e incluso a precisar, mediante el pesaje o medición del volumen, qué tipo de residuo y cuánta cantidad ha introducido el usuario. A partir de este estándar de servicio, la posibilidad de poder facturar a los usuarios por el uso real del sistema sería una realidad.
Avanzar hacia ese paradigma de inteligencia urbana, no sólo requerirá de voluntad ciudadana e institucional; precisará además de sistemas que “realmente” sean compatibles con esa capa de inteligencia. Hoy por hoy, los únicos que conceptualmente van a poder proporcionar esa funcionalidad en el ámbito de los residuos urbanos serán los sistemas de transporte neumático. Ahora bien, se necesitará un grado de implementación de estos sistemas mucho mayor del existente hoy día, que se limita al 1 por ciento de las ciudades del mundo. Superada esa premisa, la conversión de los sistemas neumáticos en inteligentes será relativamente sencilla. Bastará con añadir inteligencia artificial a su sistema de control.
Muchas veces se pondera las múltiples ventajas de los sistemas neumáticos para, a reglón seguido, añadir que son caros. Se trata de una afirmación que no tiene en cuenta todos los factores de coste relacionados con la recogida de residuos urbanos.
El salto conceptual que todavía tiene que operarse en la conciencia de ciudadanos e instituciones es comenzar a considerar la recogida de residuos, al igual que ocurre con el alcantarillado, el suministro de agua o energía, como una infraestructura básica. Una vez dado ese paso, realizar una gestión inteligente de la recogida de residuos será una evolución rápida y natural. Lo que será imposible es introducir el concepto de inteligencia en el modelo de recogida actual, porque las calles están llenas de incidencias que ningún algoritmo matemático puede prever: un atasco, un semáforo averiado, un incendio, una ambulancia, una fuga de gas, un coche mal aparcado… Incidencias todas ellas que afectan a los camiones, pero a las que son completamente ajenas las tuberías de transporte neumático de basuras.
Carlos Bernard Presidente de Envac Iberia Muchas veces se pondera las ventajas de los sistemas neumáticos para, a renglón seguido, añadir que son caros. Se trata de una afirmación que no tiene en cuenta todos los factores de coste relacionados con la recogida de residuos