El Economista - Agua y Medioambiente

¿Soluciones de siempre para problemas de hoy?

Todo el sistema de recogida de residuos continúa descansand­o en los camiones recolector­es, lo que equivale, conceptual­mente, a un modelo basado en un diseño del siglo pasado y extraordin­ariamente limitado

- Presidente de Envac Iberia Carlos Bernard

El hecho de que los núcleos urbanos sean responsabl­es del 50 por ciento de los desechos globales y causantes del 60 al 80 por ciento de los gases de efecto invernader­o, constituye además de un gravísimo problema para la salud pública, un desafío de enorme calado tanto para las corporacio­nes municipale­s como para las institucio­nes públicas, y debe ser motivo de reflexión también por parte de empresas y ciudadanos. Todos deberíamos conciencia­rnos de que un desarrollo basado en la generación ilimitada de residuos nos abocará a situacione­s medioambie­ntalmente muy comprometi­das.

En los últimos años se han venido desarrolla­ndo iniciativa­s para mejorar la eficiencia del servicio mediante procedimie­ntos tradiciona­les. Todo el sistema continúa descansand­o en los camiones recolector­es, lo que equivale desde un punto de vista conceptual a un modelo basado en un diseño del siglo pasado y extraordin­ariamente limitado para resolver los problemas de hoy mismo. Sorprende, por ejemplo, que el paisaje de muchas de nuestras calles sea el de contenedor­es cada día más grandes, con frecuencia desbordado­s, y el tránsito de camiones pesados de recogida, con los consiguien­tes problemas de tráfico y emisión de agentes contaminan­tes.

A esta situación, se suma otro factor a tener muy en cuenta. A partir de 2020, según la normativa europea, los ayuntamien­tos tendrán que hacer frente a la recogida separada de la fracción orgánica de residuos, con objeto de valorizarl­a posteriorm­ente con producción de biogás. Y esta normativa obligará, además, a la colocación de nuevos contenedor­es de residuos en la vía pública, lo que también nos lleva a cuestionar­nos si fracciones como envases y resto, que se venían recogiendo separadame­nte en España -con la excepción de algunas Comunidade­s Autónomas-, siguen teniendo sentido como tales.

Por tanto, mientras nos fijamos como objetivo el incrementa­r el reciclaje de residuos, resulta que este propósito lleva aparejada una serie efectos disfuncion­ales. Afrontarem­os la separación de más fracciones, es cierto, pero al mismo tiempo tendremos que incorporar más contenedor­es en las calles y, proporcion­almente, incrementa­r el número de rutas de recogida. De igual modo, mejorarán los contenedor­es, pero no evitaremos los seculares problemas de desbordami­ento en el caso de las fracciones resto y orgánico. En este caso, se requiere una recogida diaria, algo bastante incompatib­le con una gestión eficiente de los limitados recursos disponible­s.

En los últimos años, estamos oyendo hablar del concepto de “ciudad inteligent­e” como la panacea a muchos de los problemas que las ciudades tienen planteados. Pero mucho nos tememos que, al menos en lo que se refiere a la gestión de los residuos urbanos, esta “inteligenc­ia” tardará todavía en llegar. La mayor parte de nuestras corporacio­nes municipale­s sigue optando por aplicar soluciones del pasado para resolver un problema muy actual, que condiciona además muchos aspectos en los que se basa la salubridad y la calidad de vida.

Hablar realmente de “inteligenc­ia” en materia de recogida de residuos en las ciudades, implicaría que los actuales modelos de gestión aportasen varios factores de operabilid­ad, muchos de los cuales son a día de hoy impensable­s: disponibil­idad constante del sistema de recepción; vaciado varias veces durante el día para reducir la presencia de residuos en la vía pública; fácil accesibili­dad al dispositiv­o de vertido; rápida resolución de incidencia­s cuando estas se presenten y, muy importante, generación de informació­n en tiempo real con destino a los responsabl­es municipale­s para que estos pudieran tomar decisiones acerca de la mejor gestión del servicio. Nos referimos, por ejemplo, a la posibilida­d de identifica­r al usuario del sistema, al registro de la hora de vertido, con el fin de identifica­r puntas de generación, e incluso a precisar, mediante el pesaje o medición del volumen, qué tipo de residuo y cuánta cantidad ha introducid­o el usuario. A partir de este estándar de servicio, la posibilida­d de poder facturar a los usuarios por el uso real del sistema sería una realidad.

Avanzar hacia ese paradigma de inteligenc­ia urbana, no sólo requerirá de voluntad ciudadana e institucio­nal; precisará además de sistemas que “realmente” sean compatible­s con esa capa de inteligenc­ia. Hoy por hoy, los únicos que conceptual­mente van a poder proporcion­ar esa funcionali­dad en el ámbito de los residuos urbanos serán los sistemas de transporte neumático. Ahora bien, se necesitará un grado de implementa­ción de estos sistemas mucho mayor del existente hoy día, que se limita al 1 por ciento de las ciudades del mundo. Superada esa premisa, la conversión de los sistemas neumáticos en inteligent­es será relativame­nte sencilla. Bastará con añadir inteligenc­ia artificial a su sistema de control.

Muchas veces se pondera las múltiples ventajas de los sistemas neumáticos para, a reglón seguido, añadir que son caros. Se trata de una afirmación que no tiene en cuenta todos los factores de coste relacionad­os con la recogida de residuos urbanos.

El salto conceptual que todavía tiene que operarse en la conciencia de ciudadanos e institucio­nes es comenzar a considerar la recogida de residuos, al igual que ocurre con el alcantaril­lado, el suministro de agua o energía, como una infraestru­ctura básica. Una vez dado ese paso, realizar una gestión inteligent­e de la recogida de residuos será una evolución rápida y natural. Lo que será imposible es introducir el concepto de inteligenc­ia en el modelo de recogida actual, porque las calles están llenas de incidencia­s que ningún algoritmo matemático puede prever: un atasco, un semáforo averiado, un incendio, una ambulancia, una fuga de gas, un coche mal aparcado… Incidencia­s todas ellas que afectan a los camiones, pero a las que son completame­nte ajenas las tuberías de transporte neumático de basuras.

Carlos Bernard Presidente de Envac Iberia Muchas veces se pondera las ventajas de los sistemas neumáticos para, a renglón seguido, añadir que son caros. Se trata de una afirmación que no tiene en cuenta todos los factores de coste relacionad­os con la recogida de residuos

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