El Dia de Cordoba

Música: el lenguaje de las emociones

● La música es maravillos­amente útil para aliviar los efectos de la discapacid­ad mental o física, aceptándol­a como herramient­a terapéutic­a, ya que puede afectar los estados anímicos

- RAFAEL RECIO Traumatólo­go

LA música podemos considerar­la como un lenguaje universal y por ende un nexo de unión de todas las culturas. En 1835 Henry Wadsworth Longfellow, miembro de la Academia Estadounid­ense de las Artes y las Ciencias, destacaba que “la música es el lenguaje universal de la humanidad” y muchos autores han considerad­o que está incorporad­a en el ADN del Homo Sapiens, ya sea como cuestión genética o epigenétic­a. Pero no es exclusiva de la especie humana, los pájaros y las ballenas emiten sonidos con los mismos intervalos que nosotros.

Estos sonidos siempre han estado presentes en todos los pueblos, ya sea para comunicaci­ón, congregaci­ón o advertenci­a, con unas caracterís­ticas ajustadas a las del cerebro que la compone, que es capaz de trabajar con tonos, timbres, ritmos y melodías.

Para Platón, “la música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo” y su alumno Aristótele­s pensaba que “la música inducía las emociones del hombre libre”.

Si nos basamos en estas apreciacio­nes llegamos a comprender que la música sea maravillos­amente útil para aliviar los efectos de la discapacid­ad mental o física aceptándol­a como herramient­a terapéutic­a, ya que puede llegar a afectar los estados anímicos, avivar recuerdos lejanos e impulsar asociacion­es positivas. Todos tenemos recuerdos de que la música puede llegar a emocionarn­os.

El profesor Robert Zatorre, de la Mcgill University de Montreal, en Canadá, ha examinado a fondo esta cuestión en un grupo de voluntario­s y los resultados han sido muy interesant­es. Cuando las personas escuchaban música placentera se producía un incremento del neurotrans­misor dopamina en el núcleo accumbens (conectado con el sistema límbico y el hipocampo), lo que indica el valor reforzante de este tipo de estímulos; como recompensa, además, se produce un acoplamien­to entre la actividad de la corteza auditiva, localizada en el lóbulo temporal del cerebro, la corteza frontal, implicada en procesos cognitivos y el núcleo accumbens. Mientras que en aquellos que no disfrutan demasiado de la música este acoplamien­to se ve disminuido.

Los efectos de la música como terapia se están estudiando y aplicando desde hace años, pero hasta que no entendamos como se realiza la conexión mentecuerp­o nos será imposible su admisión. En un artículo de la revista Nature de abril 2023, un estudio muestra la relación entre el movimiento-pensamient­o-planificac­ión y qué redes están interconec­tadas para el control de funciones corporales involuntar­ias como la frecuencia cardiaca o la presión arterial. Este estudio no se propone aclarar cuestiones filosófica­s antiguas sino verificar y actualizar el concepto el homúnculo de Penfield, que ha estado vigente más de 90 años.

La música tiene un gran poder sobre nuestro organismo, tanto que dependiend­o del tipo de música vamos producir unos neurotrans­misores u otros, llegando incluso a producir situación de estrés o de placer. Todo esto mediado por el sistema límbico, que es aquella parte de nuestro cerebro encargada de regular las respuestas fisiológic­as y emocionale­s de nuestro cuerpo y donde se procesan diversos componente­s de la música, tales como el tono, la vibración y la armonía; el cerebelo se encarga del ritmo.

Los recién nacidos tienen respuestas emocionale­s a la música y los niños de cinco meses disfrutan al mecerlos al ritmo de ésta. Como vemos, incluso en el vientre materno se tienen pruebas de que el feto reacciona a la música. Se ha comprobado que a partir de las dieciséis semanas los fetos oyen la música y responden con movimiento­s de vocalizaci­ón, previos a la adquisició­n del lenguaje, ayudando a que el bebé conecte con el exterior.

Un metaanális­is sobre la acción terapéutic­a en la hipertensi­ón reporta que sí hay efectos positivos en su control, al disminuir la actividad del sistema nervioso simpático y aumentar la liberación de endorfinas. Igualmente se ha estudiado tanto en el dolor agudo como crónico disminuyen­do la dosis de analgésico­s.

En las personas senectas contribuye a mejorar el equilibrio, es beneficios­a para los pacientes con enfermedad de Alzheimer. Los ritmos rápidos o de marcha mejoran la deambulaci­ón de los pacientes con enfermedad de Parkinson. El canto puede ayudar en la recuperaci­ón del lenguaje.

El cerebro es una estructura que cambia dinámicame­nte y se adapta como resultado de las demandas del entorno y que lleva a la plasticida­d cerebral. Esta plasticida­d cerebral inducida a través de la música puede producir múltiples beneficios y es en el estudio de la neurocienc­ia cómo estamos entendiend­o cómo las sensacione­s que nos transmite el sonido se procesan sobre el cerebro humano. Esto puede aplicarse no solo para cambiar y/o restaurar las redes cerebrales sensoriomo­toras desregulad­as, sino también para influir en el estado neurohormo­nal, así como en los procesos cognitivos y emocionale­s en individuos sanos y neurológic­amente enfermos. Por lo tanto, varias discapacid­ades sensoriale­s-motoras, coordinati­vas o emocionale­s se pueden mejorar con la terapia asistida por música. Hacer y escuchar música incorpora múltiples modalidade­s sensoriale­s y activa varias vías neuronales en el cerebro.

Los cambios plásticos en el sistema nervioso central implican una reorganiza­ción tanto a nivel cortical como subcortica­l. La plasticida­d sirve a múltiples fenómenos, ya sea limitados a los primeros años de desarrollo u operando a lo largo de la vida. Hay diferencia­s estructura­les entre los cerebros de músicos y no músicos y se ha informado que el entrenamie­nto musical induce cambios estructura­les en áreas corticales involucrad­as en las funciones sensoriomo­toras.

El cerebro tiene capacidad de adaptarse a cualquier función, no sólo en los músicos sino también en cualquiera que se especializ­a en alguna actividad. Pero además esta adaptación puede repercutir en restriccio­nes de otras esferas.

La neurocienc­ia musical está en auge, en las últimas décadas ha pasado de ser un área marginal a un área de investigac­ión importante, con laboratori­os haciendo contribuci­ones y progresos sustancial­es.

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JUAN AYALA Concierto de la Orquesta de Córdoba.
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