El camino de crecimiento sostenido se inició hace ahora tres décadas
125 años, produjo entre 1940 y 1970. Unicaja cuenta con tres cajas malagueñas en su seno y la primera en crearse fue la de Antequera, en 1904. Esta localidad sufría aún la depresión de la crisis de 1898 y una buena parte de la población estaba muy empobrecida. Se decidió que cada persona interesada tendría 25 pesetas en acciones y fue tal el apoyo que se alcanzaron 7.500 pesetas.
La caja de Ronda –la más importante en la fusión al llegar a ser la mayor entidad financiera en Andalucía y una de las primeras quince cajas del país– se constituyó en 1909. En 1936, con el estallido de la guerra, asesinaron al presidente y a otros tres consejeros, dejando la caja en una situación crítica. Tomó el testigo Juan de la Rosa con una estrategia basada en el trato al cliente y una buena gestión. Entre 1939 y 1951 quintuplicó el ahorro, alcanzando los 100 millones de pesetas. El gran salto se produce entre 1960 y 1982. Ya tenía 1.000 millones de pesetas en ahorro, apoyó el desarrollo de la industria turística en la Costa del Sol y el despliegue inmobiliario.
La caja más moderna de Unicaja era la Caja de Ahorros Provincial de Málaga, que arrancó en 1949. Perdió 26.000 pesetas en su primer semestre. Poco a poco fue remontando y en 1968 ya gestionaba 1.000 millones de pesetas e incluyó productos innovadores. El pasado es importante para conocer el presente e intuir el futuro de una entidad como Unicaja Banco. La situación es, lógicamente, distinta. Desde su salida a Bolsa sus accionistas están en Manhattan, Londres o Singapur, aunque la mayoría del capital sigue en manos de la Fundación Unicaja y, por tanto, es local.