¿Quién ha hecho retroceder a ‘monsieur le president’?
Es la primera vez que el presidente francés, Emmanuel Macron, se ve obligado a retroceder. ¿Quiénes son los responsables? Hay jubilados, artesanos, obreros, pequeñas empresarias y cuidadoras. Y todos de un mismo origen: la Francia rural y profunda, donde nació el movimiento contestatario de los chalecos amarillos que ha puesto en jaque al Gobier- no galo. Se llaman Michel, Marine, Dominic, Arnald o Marie. Tienen reivindicaciones dispares, pero les unen tres cosas: creen que pagan demasiados impuestos, sienten que su empobrecimiento es galopante y apuntan a un mismo culpable por sus males, el presidente Macron.
“Me gustaría verles a él y a (el primer ministro, Édouard) Philippe viviendo con 1.100 euros al mes (salario mínimo neto)”, dice Michel Arnald, un camionero es- pecialmente activo en los chalecos amarillos de Le Puy en Velay, capital de un departamento anclado en el centro de Francia, junto al Macizo Central.
Como Arnald –uno de los pocos manifestantes que accede a dar su nombre y apellido–, miles de habitantes de esta pintoresca y plácida localidad de unos 20.000 habitantes apoyan activamente la causa, a pesar del grave incendio que se declaró el pasado sábado en la Prefectura (de- legación del Gobierno) durante una manifestación. “Estamos ref lexionando sobre la manera de seguir con la lucha, porque lo que pasó el otro día ha ensuciado el movimiento”, lamentó el camionero, padre de cinco hijos.
Desde el pasado 17 de noviembre, cuando se convocó la primera gran protesta nacional en las redes sociales, decenas de chalecos amarillos –llamados así por las prendas reflectantes obligatorias para los conductores– están apostados en las rotondas del municipio. Comenzaron por su oposición a un aumento de los impuestos sobre el carburante, pero sus demandas son ahora más vastas: subida del salario mínimo, de las pensiones más bajas e incluso un cambio de régimen para funcionar con consultas populares, a la imagen de Suiza. “Nadie nos moverá de aquí. Esto será más fuerte que Mayo del 68”, asegura a Efe Dominic, un jubilado de 61 años.