El Confidencial

La derechizac­ión de Junts y la legislatur­a del susto o muerte

- Josep Martí Blanch

A Junts, en particular a su se‐ cretario general, Jordi Turull, le agrada negociar con el secreta‐ rio de Organizaci­ón del PSOE, Santos Cerdán. En cambio, a los de Carles Puigdemont se les hace más difícil trabajar con el ministro de la Presiden‐ cia, Félix Bolaños. Los indepen‐ dentistas han llegado a la con‐ clusión de que del primero pue‐ den fiarse, mientras que el se‐ gundo les genera un poso de desconfian­za que entorpece el diálogo entre ambas formacio‐ nes políticas. Como ambos ne‐ gociadores responden ante Pe‐ dro Sánchez, es de suponer que estamos ante el clásico re‐ parto de roles. A Cerdán, en nombre del PSOE, le ha tocado un papel más sumiso y com‐ prensivo con las exigencias de Junts. Mientras que a Bolaños, amparado por la mayor severi‐ dad que exige el Gobierno, el guion le reserva el de hombre de leyes más rocoso en sus po‐ siciones. Poli bueno, poli malo. Ayer se acabó el paréntesis de silencio ante la opinión pública que ambos partidos habían abierto desde que Junts votó en contra de la ley de amnistía en el Congreso. Reunión a cua‐ tro en Barcelona. En el equipo local, Jodi Turull y Míriam No‐ gueras, la jefa de filas de los junteros en Madrid, y en el equi‐ po visitante, Félix Bolaños y Santos Cerdán. El encuentro, tal y como ya esperaban las par‐ tes, no fue provechoso. Una reunión para escenifica­r la dis‐ tancia. A tres días de las elec‐ ciones gallegas, no podía espe‐ rarse otra cosa. Cada uno a lo suyo y ya seguiremos hablan‐ do.

Formalment­e, las posiciones son las de partida. Junts exige cambios para votar a favor de la ley y el PSOE, junto a su so‐ cio de gobierno, Sumar, y los socios del Congreso -en espe‐ cial ERC- demandan que la ley se apruebe como está. Ayer, los republican­os utilizaron a su consejero de Bienestar Social, el exconverge­nte Carles Cam‐ puzano (quizá con la esperanza de que lo escuchasen sus ami‐ gos y excompañer­os de su an‐ terior familia política), para ex‐ plicar que el Gobierno del PSOE está dispuesto a indultar a cualquier independen­tista que quede fuera de la amnistía. La presión sobre Junts es coral y abraza a toda la coalición de in‐ vestidura.

La ventaja negociador­a de Junts es la fama de imprevisi‐ ble y temerario de Carles Puig‐ demont. La marca de su líder se ha construido viviendo políti‐ camente al límite. De tal forma que por mucho que todos los análisis apunten a que el expre‐ sidente de la Generalita­t no tie‐ ne incentivo alguno para no acabar votando favorablem­ente la ley, aun sin arrancar más concesione­s, su histórico de decisiones siempre hace temer que situado otra vez ante el pre‐ cipicio escoja arrojarse de nue‐ vo al vacío. Reactivaci­ón de contactos en‐ tre PSOE y Junts por la ley de amnistía Reactivaci­ón de con‐ tactos entre PSOE y Junts por la ley de amnistía La vehemencia de algunos de sus lugartenie­ntes, como Mí‐ riam Nogueras, ya sea en públi‐ co o en negociacio­nes como la de ayer, hace todavía más creí‐ ble cualquier amenaza. De ahí que a estas horas, por mucho que el Gobierno y el PSOE man‐ tengan en público la convicción de que la ley saldrá adelante,

no puedan evitar el gusanillo de

la incerteza en el estómago: ¿y si van en serio?

Saben que están en manos de un hombre que entiende la polí‐ tica de un modo muy particular. Y que no atiende a razones ni de los suyos cuando cree que debe tomar una decisión y no otra. El mejor ejemplo del perio‐ do reciente es cuando forzó la salida de Junts del Gobierno de la Generalita­t, en contra de la opinión de la gran mayoría de cuadros de la formación.

Junts y PSOE reconducen la ley de amnistía para llegar a un pacto con mínimos retoques

Marcos Lamelas. Barcelona Jordi Turull y Santos Cerdán han trabajado con contactos casi diarios para recomponer la confianza y la relación tras la votación negativa de Junts con‐ tra la ley en el Congreso Entonces, ¿qué sucederá con la amnistía? Todo indica que Junts llevará la negociació­n tan lejos como pueda. Pero que acabará dando su brazo a tor‐ cer. Tiene ya una salida argu‐ mental razonable. Consiste en insistir, cuando llegue el mo‐ mento, en la idea de que ha in‐ tentado por todos los medios mejorar la ley y que otros (ERC) se rindieron antes y sin plantar batalla. Eso, acompañado de al‐ gún ajuste formalista, debería ser suficiente. Siempre hay que intentar quedar mejor que ERC. Pero es que, además, Puigde‐ mont debe calibrar el grado de enfado y desafecció­n hacia su persona que un voto negativo tendría en sus propias filas. Porque esta vez haría daño a mucha gente. Sin ir más lejos, los avales de la Generalita­t de las sanciones impuestas por el Tribunal de Cuentas -entre ellos, a Artur Mas- decaerán en cuento este tribunal diga su úl‐ tima palabra. Escribimos el nombre de Mas por su notorie‐ dad, pero son muchos los sim‐ patizantes o militantes de Junts con complicaci­ones con la Justicia. Eso y que Junts no quiere cargarse la legislatur­a son elementos que empujan irremediab­lemente hacia el sí. Pero hay vida más allá de la amnistía. Junts sigue acen‐ tuando poco a poco su giro a la derecha, aunque en Cataluña nadie acepta con naturalida­d esta denominaci­ón. Ayer impu‐ so a ERC como condición para hablar de presupuest­os la eli‐ minación del impuesto de su‐ cesiones, la deflactaci­ón de to‐ dos los tramos del IRPF en el tramo autonómico y la creación de una unidad policial específi‐ ca de los Mossos d’Esquadra para combatir la okupación. Menos impuestos y okupas. Hace un mes, ya insistió en la cuestión migratoria. Los junte‐ ros van animándose con una agenda política que, con las elecciones catalanas a un año vista, no pondrá nada fácil al bi‐ nomio PSOE-Sumar su agenda progresist­a.

La amnistía solo es el primero del tren de los desencuent­ros en esta legislatur­a de susto o muerte.

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EFE

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