Cae una red que obligaba a 500 mujeres a prostituirse sin protección
La Policía libera a 11 víctimas obligadas a mantener relaciones los siete días de la semana
En condiciones extremas, las 24 horas, todos los días de la semana, tuvieran o no la menstruación y sin protección. Así eran obligadas a trabajar, presuntamente, 500 mujeres latinoamericanas a las que prostituían en pisos de citas. Once de ellas han podido ser liberadas por la Policía. Los investigadores dan por desarticulada una de las mayores organizaciones criminales dedicadas a la explotación sexual, atendiendo al número de víctimas. Hay un total de 25 detenidos. Solo ocho de ellos han ingresado en prisión.
Los proxenetas que formaban parte del entramado se hicieron, según las pesquisas, con un beneficio anual que superaría el millón y medio de euros. Los agentes han clausurado cuatro pisos en los que se ejercía la prostitución y han realizado siete registros domiciliarios en los que se ha intervenido 145.338 euros en metálico y 1,2 kilos de cocaína.
Durante las pesquisas los agentes detectaron una red criminal asentada en Málaga que se dedicaba a explotar sexualmente a mujeres en cuatro pisos prostíbulo.
El entramado, que estaba perfectamente estructurado y contaba con un elevado número de miembros, captaba a una parte importante de las víctimas en sus países de origen, principalmente Colombia.
Las mujeres, en una situación de gran precariedad económica, eran engañadas para viajar a España en muchos casos con una falsa oferta de trabajo en un centro estético que la organización poseía en este país. Sin embargo, una vez aquí, eran informadas de la deuda que habían contraído con los explotadores por la gestión y los gastos del viaje, y advertían a las víctimas de que debían saldar el montante ejerciendo la prostitución, aunque no paraban de incrementar la deuda a través de sanciones y multas injustificadas.
Las condiciones de trabajo impuestas por la organización criminal eran abusivas y ponían en grave riesgo la salud de las mujeres. Tenían que estar disponibles las 24 horas del día, siete días a la semana, y no podían elegir ni rechazar a ningún cliente o servicio. Eran forzadas a trabajar aunque tuvieran la menstruación y a no usar preservativo, lo que ocasionó que varias mujeres contrajeran enfermedades de transmisión sexual, hecho que sin embargo no había impedido que siguieran siendo prostituidas. Además, y para ejercer un mayor control sobre ellas, eran vigiladas permanentemente mediante cámaras.