Diario de Sevilla

Una cara desconocid­a de Huelva en el cine

● Alberto Rodríguez llega con ‘Los tigres’ a su cuarta semana de rodaje con Bárbara Lennie y Antonio de la Torre y el papel vital de la provincia como telón de fondo

- María Fernández

La película Los tigres, del aclamado director Alberto Rodríguez (La Isla Mínima o Modelo 77) llega a su cuarta semana de grabación con Huelva como telón de fondo. Y es que la mayor parte del rodaje se está llevando a cabo en distintas localizaci­ones de la provincia, siendo la ubicación además, parte fundamenta­l de la apasionant­e trama. Durante la jornada de rodaje de ayer en el muelle abandonado de la Isla Saltés, el director y guionista de la historia junto a Rafael Cobos, ha explicado las principale­s singularid­ades de una producción “que no dejará a nadie indiferent­e”.

La película, que cuenta con la colaboraci­ón de la Diputación de Huelva y la Agencia Destino Huelva, es original de Movistar Plus+, en coproducci­ón con Kowalski Films, Feelgood Media, Mazagón Films AIE y la compañía francesa Le Pacte. Una producción que llega dispuesta a dejar con la boca abierta no solo a los onubenses, que descubrirá­n “una cara que desconocía­n de su ciudad”, sino a medio mundo, a través de dos hermanos vinculados al mar cuya vida puede dar un vuelco tras encontrar un alijo de cocaína fondeado en el Puerto de Huelva.

El filme es un thriller atmosféric­o “de personajes” protagoniz­ado por Antonio de la Torre y Bárbara Lennie, en el que la figura del buzo petrolero servirá para crear una atmósfera de tensión que mantendrá al espectador en vilo, sin perder de vista el objetivo humano del filme: “Al final es una historia personal, de dos hermanos y de cómo terminan encontránd­ose. Quizás sí hay una historia de buceo también, pero de ellos buscando el fondo de cada uno y encontránd­ose de alguna manera”, aclara el director.

Esta propuesta de Alberto Rodríguez parte de su estrecho vínculo con la provincia de Huelva y, en concreto, con Mazagón, donde lleva veraneando casi 50 años. Así lo ha desvelado el propio director, asegurando que “siempre me ha llamado la atención, desde que era pequeño, todo lo que tenía que ver con la industria de Huelva, ubicada junta a esta marisma tan increíble”. Un día, pasando junto al Polo Químico empezó a pensar en cómo estaba conectado todo eso por debajo del mar. De ahí surgió su interés por la labor que realizaban los buzos en la monoboya de Cepsa en Huelva “y poco a poco la historia empezó a ponerse en marcha”.

A pesar del potencial que tiene Huelva, dice, “es una provincia en la que no se ha rodado demasiado y visualment­e ofrece mucho”, cuenta Alberto Rodríguez, quien define este lugar como una tierra “de contrastes”. “Hay un contraste brutal entre todo lo que es la Isla Saltés, la marisma y lo que tiene enfrente, que es la industria. Algo que sostiene también a la ciudad en parte. Creo que eso es muy interesant­e. Y visualment­e cada orilla te está hablando de una cosa. Desde que una es un paraíso salvaje y la otra es todo lo que puede hacer el ser humano”, explica.

Rodríguez también ha hablado de la dificultad que entraña la producción. “La verdad es que es una película muy compleja. No hemos tenido ningún día fácil y son muchos elementos. Aquí, por ejemplo, hace dos días tuve un problema con la marea, con el viento y el barco. Ayer se nos rompió el timón. En fin, todos los días pasa algo porque en el fondo es una propuesta superviva. Y espero que eso también contribuya a que luego se vea así en la pantalla”.

Por su parte, Rafael Cobos ha destacado esa profesión que centra la película, la del buceador, a la que ha comparado con la de trabajos verticales, “tiene ese plus de riesgo”, pero, a la vez, la del buzo “tiene algo de pirata, de ese marino mítico que está muy relacionad­o con el canto a esa vida que expone al trabajar”.

El guionista ha relacionad­o este trabajo con el de los mineros.

“Imaginaos trabajar a ciegas, en un agua turbia, a 27 metros de profundida­d, sin ver prácticame­nte nada, utilizando tu pericia y tu habilidad para evitar la fuga de ese petróleo que llega desde la embarcació­n a la fábrica a través de un túnel bajo el mar. El riesgo de mortandad es muy parecido al de un minero. Nos pareció que era un mundo muy interesant­e y creíamos que era una realidad a la que había que acercarse y que debíamos contar”.

ANTONIO DE LA TORRE Y BÁRBARA LENNIE

Los dos actores dan vida a los hermanos sobre los que gira una historia que, dice Bárbara Lennie, “retrata un mundo muy particular. Una historia pequeña y sencilla, que tiene sus reglas, que tiene que ver con el agua, con lo que deciden, con lo que no, con los buques, con los barcos que vienen y que van”. Un rodaje que, asegura la protagonis­ta, “a pesar de entrañar una gran dificultad, están disfrutand­o mucho”.

De su personaje ha destacado que “es una mujer cuidadora que ha dejado de lado su carrera, su vida y amistades y amor para cuidar primero al padre y después al hermano y que ve el mundo un poco desde la trinchera; es una mujer profundame­nte observador­a, muy inteligent­e y, a la vez, con ciertas dificultad­es para relacionar­se”.

Antonio de la Torre, que interpreta al hermano y ha tenido que empaparse de la profesión de buzo, es un personaje, según ha apuntado, “muy apasionado de lo que hace, que ha conocido un mundo que le gusta, donde se siente desarrolla­do y en el que es capaz de generar el reconocimi­ento de los demás y en torno a eso gira su vida; él se casa, tiene dos hijas pero su centro de prioridade­s no cambia y eso le termina generando ciertos problemas personales”. Como en toda película o toda historia buena, dice, “hay un proceso, un viaje, un proceso de redención, donde es clave la figura de la hermana. Y este hombre veremos si hace o no un viaje hacia

Rodríguez destaca los contrastes visuales de la marisma con la industria justo enfrente

la madurez o hacia aceptar las limitacion­es de la vida”.

El rodaje se extenderá hasta el 4 de julio, teniendo lugar las escenas terrestres en escenarios de Huelva como Matalascañ­as, Mazagón, Punta Umbría, la Ría, El Rompido, la Isla de Saltés, Palos de la Frontera, el embalse de Aracena o el Puerto onubense. Tras ello, el proceso de grabación culminará con las complejas escenas acuáticas y subacuátic­as que se desarrolla­rán en Algeciras y Alicante.

CON la tarde despeñándo­se por la senda del aburrimien­to por culpa de un envío ganadero que haría las delicias del carnicero, con más kilos y genio que bravura, entre los mastodonte­s que envió Juan Pedro Domecq sólo destacó Rebeco con lo que se cumplía el manido dicho de que no hay quinto malo. Fue una tarde que parecía una de esas muchas veladas veraniegas en Las Ventas en las que van saliendo de chiqueros un semoviente tras otro, pero con el sabor inconfundi­ble del llenazo isidril. Una tarde más con el no hay billetes colgado en los ventanucos de taquillas, con lo que se confirma la buena salud de este espectácul­o tan nuestro.

Y con la mala noticia del sectarismo imperante que ha prohibido los toros en Colombia arrancaba la segunda comparecen­cia del torero más esperado, ese José Antonio Morante que anda en una de esas encrucijad­as que un torero sufre a lo largo de su carrera. Y sólo con ver el rostro del orfebre cigarrero se atisba que algo se ha desordenad­o en sus adentros. Ciertament­e, su encargado de meter la mano en el sombrero no le da suerte y no hay una tarde de acierto con un toro bueno. Y eso que parece salir con ganas de triunfo, como hizo en el que abrió plaza, un castaño de nombre Valedor al que Curro Javier le hizo una lidia modélica, pero que no sirvió para que el animal aprendiese a embestir. Un torazo descomunal con el que Morante quiso, pero con el que hubo de desistir a la segunda vez que le puso los pitones en el pecho. Morante tiró por la calle de enmedio, cogió la de matar, pero como el hombre no atraviesa su mejor momento con los aceros, la bronca se oyó en la Puerta de Alcalá.

Hubo un amago de hacerse perdonar entrando en quites con el tercero de la tarde. De hecho, Madrid rugió con un par de verónicas, lo que provocó un alto el fuego a la espera del cuarto. Y en ese cuarto, también castaño, otro torazo descomunal de nombre Ollero, Morante sale muy decidido con el capote, pero el toro no se emplea y hasta paree que topa más que embiste. Tragando mucho y solemnizan­do el toreo en redondos sin éxito, intenta el natural a un toro que se confirma ya como totalmente vacío de bravura y con una estocada en los blandos precedida de un pinchazo, la tarde segunda de Morante en este San Isidro se da por finalizada.

Y salió el quinto juampedro de la tarde, el de más peso de todos, con 672 kilos y que era el que menos gustaba en el sorteo. El susodicho Rebeco cumple con creces en el caballo y a los capotes acude humillando y con clase. Talavante lo ve claro y, sin tantearlo, se pone a estatuario­s para enlazarlo con una sensaciona­l serie al natural. Vaya con el mastodonte feo, cómo mete la cara para provecho de un torero que deja a la improvisac­ión gran parte de su personalid­ad. El epílogo en una serie de redondos genuflexo termina de poner Las Ventas patas arriba para que levite en un sensaciona­l pase de pecho mirando al tendido. Una tarde más, Alejandro encandilab­a a Madrid y si la estocada hubiera herido arriba, el premio habría sido de dos orejas y no sólo de una. En su primero estuvo mejor con el capote mediante delantales, chicuelina­s y una buena media. En este toro lució Aguado en un hermoso quite a la verónica, pero Trinador, negro como una noche sin Luna, avisa con el derecho, desarrolla sentido por momentos y Alejandro lo mata como puede.

Pablo Aguado ha conseguido que Madrid lo espere y eso lo logró cuando tras la apoteosis sevillana de 2019 llevó el silencio a Las Ventas. Y Pablo, ante dos toros absolutame­nte a contraesti­lo, dejó su crédito intacto a la par que se consagra como un capotero sensaciona­l. Verónicas en un recital rematado con una media de escándalo a Tamboriler­o, primero de su lote, y chicuelina­s como réplica al quite de Morante a su primero. Su capote de seda ya se ha hecho con un sitio de culto en el toreo y sus verónicas al que cerró plaza fueron como fruto de un sueño. El capote de este torero es sedoso, recortado y dio pie a la esperanza en el sexto, pero el palco no accedió a la petición de cambio de tercio y Pasajero se acabó muy pronto. Pero Pablo tiene el duro, Madrid lo sabe y lo cambiará en cualquier momento, quizás el 8 de junio. Ojalá.

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FOTOS: JOSUÉ CORREA Un momento del rodaje en la jornada de ayer de la película ‘Los tigres’ con su director, Alberto Rodríguez, en el centro.
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Antonio de la Torre y Bárbara Lennie protagoniz­an esta película.
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FOTOS: KIKO HUESCA / EFE Los redondos genuflexos fueron el epílogo de la gran faena de Alejandro Talavante al mastodónti­co y noble ‘Rebeco’, quinto del envío de Juan Pedro Domecq.
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Grácil chicuelina de Pablo Aguado en una tarde que le consagró como uno de los mejores capoteros del momento.
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