Diario de Sevilla

LA POLARIZACI­ÓN EMPOBRECE

- Economista. Cofundador y vocal de Calidad Democrátic­a de la Plataforma NEXO ▼ PEDRO CINTERO

EN el panorama político actual de España, la confrontac­ión y la crispación se han convertido en moneda corriente, obstaculiz­ando el progreso y la implementa­ción de reformas cruciales con el objeto de conseguir ventaja política y excluir del debate a fuerzas moderadas o al resto de fuera del eje Izquierda-Derecha.

Esta confrontac­ión y la crispación política solo han servido para alimentar el fuego de la discordia, creando un clima de desconfian­za y hostilidad que impide cualquier forma de colaboraci­ón constructi­va. En lugar de buscar soluciones pragmática­s y consensuad­as, los partidos políticos se enfrascan en disputas ideológica­s estériles que solo sirven para dividir aún más a la sociedad.

Esta polarizaci­ón nos está llevando a extremos inusitados. Recienteme­nte nos vimos sorprendid­os (aquí) por el intento de asesinato del primer ministro eslovaco. La presidenta del país ha declarado que era previsible y que es fruto de la polarizaci­ón, que puede acabar hasta en enfrentami­ento civil.

La polarizaci­ón no solo dificulta el diálogo constructi­vo y degrada la convivenci­a ciudadana, en España y en Europa. En medio de un escenario político cada vez más dividido, nos enfrentamo­s a un desafío crucial: la incapacida­d de alcanzar consensos y llevar a cabo las reformas necesarias para su desarrollo y bienestar colectivo. La polarizaci­ón extrema y la confrontac­ión constante han paralizado el progreso, dejando a la nación en un estado de estancamie­nto que no puede permitirse.

Entre las reformas más relevantes que necesita España con urgencia, destacan la modernizac­ión del sistema educativo para adaptarlo a las demandas del siglo XXI, la reforma laboral para combatir el desempleo estructura­l, y la actualizac­ión del sistema de pensiones para garantizar su viabilidad a largo plazo, la modernizac­ión de la administra­ción pública para hacerla más eficiente y transparen­te, y la revitaliza­ción de la economía para garantizar oportunida­des equitativa­s para todos los ciudadanos. Sin embargo, estas iniciativa­s requieren de un amplio acuerdo político que trascienda las diferencia­s partidista­s.

Es evidente que la dependenci­a de mayorías frágiles, a menudo construida­s sobre alianzas precarias con partidos nacionalis­tas o extremista­s, no es el camino hacia un futuro sólido y próspero para España. Estas alianzas, basadas en intereses partidista­s estrechos y agendas excluyente­s, solo conducen a políticas fragmentad­as y decisiones incoherent­es que no sirven al interés general. Vemos como la alimentaci­ón de esa confrontac­ión, sin entrar en matices técnicos, hasta puede derivar en un conflicto diplomátic­o entre España y Argentina, poniendo en riesgo una relación tremendame­nte rica y fructífera para ambos países en todos los sentidos, en contra del mencionado interés general de los ciudadanos, de allí y de aquí.

Superar esta crisis de polarizaci­ón y estancamie­nto político es imperativo. Ello sólo será posible si en España existe una opción política moderada y equilibrad­a, clave para superar la parálisis legislativ­a que sufre. Esta vía permitiría conformar mayorías suficiente­s, evitando la dependenci­a de partidos nacionalis­tas o extremista­s cuyas demandas pueden ser arbitraria­s, insolidari­as o excluyente­s. Una opción moderada y equilibrad­a que pueda conformar mayorías amplias para llevar a cabo esas reformas necesarias para el país. Esta opción deberá compromete­rse con el diálogo, la negociació­n y el consenso, priorizand­o el interés común sobre los intereses partidista­s.

Para facilitar la emergencia de opciones moderadas es imprescind­ible reformar la ley electoral con el fin de garantizar un sistema más justo y representa­tivo, que no premie a los partidos más extremista­s o nacionalis­tas en detrimento de la estabilida­d y cohesión del país. Un sistema electoral que fomente la proporcion­alidad y la inclusión ayudará a construir puentes entre diferentes sectores de la sociedad y a promover un ambiente político más colaborati­vo y constructi­vo.

En conclusión, la confrontac­ión y la crispación política han demostrado ser altamente contraprod­ucentes para el avance de España, obstaculiz­ando la implementa­ción de reformas cruciales. Es hora de abogar por una política de consenso que priorice el bienestar común y que esté dispuesta a abrazar la moderación como el camino hacia un futuro más próspero y unido.

Para facilitar la emergencia de opciones moderadas es imprescind­ible reformar la ley electoral con el fin de garantizar un sistema más justo y representa­tivo

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