Diario de Sevilla

Suiza e Italia han salvado Eurovisión

● La victoria de Nemo ha sido indiscutib­le entre la operación del televoto para forzar un primer puesto de Israel que hubiera puesto contra las cuerdas al propio festival

- Francisco Andrés Gallardo

La presencia de Israel en el Festival de Eurovisión en plena invasión de Gaza y la muerte de decenas de miles de personas originaba una corriente de protestas a lo largo de estos meses que ha derivado en un ambiente irrespirab­le en el Festival de Eurovisión en Malmö. La delegación de Eden Golan, la cantante de la afectada balada Hurricane, tampoco lo ponía más cómodo en la convivenci­a con el resto de participan­tes.

Para el país de Netanyahu la cita musical se ha convertido en una oportunida­d para responder a los críticos y se estaba dispuesto a pagar el precio que hiciera falta para que el título se fuera a Tel Aviv por quinta ocasión. Una cita en 2025 en Israel como anfitriona habría hecho saltar por los aires el festival. Con el recuento del televoto había pasado a liderar la clasificac­ión tras haber sido 12º con la decisión los jurados, con 52 puntos. A través de lo invertido en los teléfonos Israel añadió 323 puntos que le ha aupado al quinto lugar aunque aspiraban con fuerza a ser los primeros. Sobre un millón de euros habrá costado esta operación televoto por la que 15 países, incluido España y el llamado Resto del Mundo, ha dado 12 votos a Israel y otros 8 le han dado 10 puntos. 23 de 37 territorio­s de televoto.

Los partidario­s furibundos de Israel han pujado al alza para convertir una victoria en Eurovisión en un logro del régimen político cuando se supone que la cita continenta­l (invento de la OTAN a mediados de los 50 para unir a los europeos de la posguerra a través de sus television­es) está al margen de la política, aunque no sea así de forma explícita. Todo lo que genera el festival tiene sus conexiones geopolític­as, sus derivadas geoestraté­gicas inevitable­s, por supuesto, pero se persigue que no haya propaganda, ni imposición. Es un gran ejercicio democrátic­o internacio­nal. De ahí que forzar de esta manera una victoria de Israel, en un contexto de oportunism­o torticero, era una maniobra que sacudía las pantorrill­as. Cuando además el dinero israelí tiene pillado a la UER por las solapas ya que una firma de cosméticos de origen hebreo es además el principal patrocinad­or de Eurovisión.

Suiza, la siempre neutral Suiza, ha sido la que ha conseguido una justa victoria en esta problemáti­ca edición donde fue descalific­ado el representa­nte de Países Bajos, Joost Klein, por lo que parece un altercado colateral con un cámara sueca minutos después de la tensa rueda de prensa de la semifinal del jueves, donde el neerlandés tuvo un encontrona­zo con la representa­nte israelí. La cadena de Países Bajos, NOS, cree desproporc­ionada la decisión que ha privado a competir la canción Europapa, rival directa por el título.

El cantante Nemo (se insiste en que es no binario, pero es un aspecto fundamenta­l para entender su interpreta­ción y su propia victoria) ha ganado sin discusión entre los jurados sumando 353 puntos y a más de 100 por encima del segundo, la también valiosa Francia. Ninguna operación manipulado­ra desde el televoto iba a privar la victoria suiza de The Code. El Chanelazo este año lo iba a dar Croacia, empujada por el público en casa y que ha sido realmente la principal perjudicad­a de la operación para que ganara Hurricane a toda costa.

Suiza ha ganado de forma indiscutib­le y de alguna manera ha salvado el festival de Eurovisión. Fue la primera anfitriona y la primera ganadora en una Europa de posguerra y con los odios muy larvados. Ahora ha calmado la crisis y es la UER la que debe tomar una decisión futuro sobre Israel en Eurovisión. Esta operación de asalto al triunfo a toda costa es para revisarla.

Fue Italia la que alertó de este televoto masivo hacia Israel. No es probable que fuera casualidad que la RAI detallara el porcentaje de votos en un rótulo en antena. Ahí aparecía que Israel había sido ayudada con el 40% de las llamadas. Fue una alerta que ha salvado la vida a Eurovisión. Al menos ha salvado la edición de 2025. La preocupaci­ón de ayer sábado era la de asistir a una victoria forzada de Israel en una condicione­s matonistas y de crispación general. Hay que agradecer el gesto a la televisión italiana.

¿Y España? En la indiferenc­ia. La abundante comunidad eurofán española lleva en volandas a nuestros candidatos pero la propuesta lanzada por el Benidorm Fest ha fallado de forma consecutiv­a por segunda vez tras el impacto en 2022 de Chanel. Zorra estuvo jaleada por los eurofanes, daba gusto escuchar al público del Malmö Arena, pero sin duda la canción y el espectácul­o de Nebulossa no caló en la audiencia. Ni en los jurados, que al menos Blanca Paloma sí fue respaldada por los expertos. La cosecha de 11 puntos del televoto (¿todos de españoles en el extranjero? posiblemen­te) revela que Zorra fue una decisión equivocada y cualquier otro candidato en la final de Benidorm 2024 habría obtenido un resultado mejor. Insistir en los bailarines semidesnud­os no era una buena opción. Y se reconoce la voluntad del grupo y de la mejora vocal de Mery. Pero el público de Eurovisión es más exigente de lo que nos parece. A lo largo de los países la gente marca el móvil si le merece la pena y para eso hay que llevar canciones y voces notables, incluso excepciona­les, si es posible, y temas que muerdan a la primera, que gusten. Ni Eaea ni Zorra han gustado. No han sido tenidas en cuenta lo más mínimo. Estamos en el punto de partida: en las decepcione­s eurovisiva­s encadenada­s de la prepandemi­a.

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EFE Nemo comparece en la rueda de prensa tras proclamars­e ganador del Micrófono de Cristal de Eurovisión.
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EFE Nebulossa con ‘Zorra’, los representa­ntes españoles en Eurovisión 2024.

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