Urtasun levanta en armas a las huestes del toreo
Ernest Urtasun
Es un fiel reflejo de las valoraciones y sentimientos de la sociedad”
Más allá de la supresión del Premio Nacional de Tauromaquia, los sectores profesionales del toreo y la masa de aficionados han interpretado la decisión del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, como un nuevo ataque a la libertad de decidir. El clamor en la calle y en las redes sociales es evidente y la indignación de las principales asociaciones sectoriales se ha hecho patente a través de varios comunicados de condena que marcan un nuevo antes y después muy similar al que se vivió con la abolición de las corridas en Cataluña, revocada legalmente después aunque sin efecto práctico alguno.
La medida del ministro Ernest Urtasun, que encontró el aplauso público de su jefa de filas, la vicepresidenta Yolanda Díaz, no deja de antojarse la primera chispa de un proceso abolicionista que necesitaría una compleja maquinaria jurídica para desmontar el actual blindaje jurídico de la tauromaquia. Pero el primer granito está puesto y no deja de ser otra evidencia de la polarización sociopolítica de un país que navega entre polémicas. La eliminación de este Premio Nacional de Tauromaquia llega justo una década después de su creación a raíz del
Ministro de Cultura cacareado traspaso de competencias taurinas desde el Ministerio del Interior al de Cultura. Fue la guinda de un proceso alentado por Alfredo Pérez Rubalcaba –recibió a la crema del escalafón taurino en 2010–, que entonces detentaba la cartera de Interior en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, quien reconoció entonces el hecho taurino como una disciplina artística más.
Las cosas han cambiado radicalmente en tres lustros. El premio ya no será convocado en 2024 pero, a la vez, se iniciarán los trámites para eliminarlo definitivamente del listado de esos reconocimientos anuales a las expresiones culturales de nuestro país. El primer trámite será una consulta pública. El siguiente paso para obtener su eliminación definitiva es una orden ministerial, instrumento legal que regula el conjunto de premios nacionales, y que ha sufrido distintos cambios desde que se crearon los galardones en 1995. El de tauromaquia, dotado con 30.000 euros, se unía a los que se siguen entregando en otras disciplinas artísticas como las bellas artes, el teatro o la música. El toreo ya no estará entre ellas.
Desde el Ministerio de Cultura se argumenta que esta decisión es “fiel reflejo de las valoraciones y sentimientos de la sociedad”, cuya preocupación por el bienestar animal “ha ido aumentando”. Cultura hace algunos malabarismos con las cifras señalando que “la asistencia a los espectáculos taurinos se sitúa, según los datos del periodo 2021-2022, solamente en el 1,9% de la población” aunque no precisa que en 2021 las plazas de toros aún estaban sometidas a las rigurosas restricciones de aforo por la pandemia. Hay otras evidencias: basta comprobar las grandes entradas registradas en la reciente Feria de Abril –hasta siete llenos de no hay billetes– o en los primeros festejos de la temporada celebrados en la plaza de Las Ventas de Madrid. Sólo hay un espectáculo de masas que supera estas cifras: es únicamente el fútbol.
Un hipotético proceso abolicionista chocaría con la legislación vigente, que considera la fiesta de los toros como patrimonio cultural inmaterial de España. Urtasun