Diario de Sevilla

REALIDADES AUMENTADAS

- ▼ CARMEN CAMACHO

EN uno de mis relatos de ciencia ficción, intitulado Uri Geller is dead, la Humanidad ha adquirido habilidade­s telequinés­icas, pero las malgasta en chorradas: en hacer malabarism­os sin manos, en mantener en suspensión el arroz que se lanza en las bodas…, en cosas así. Apenas se usa para nada de provecho. Se me viene a la cabeza esta fábula distópica cada vez que sacan en la prensa a la peña (políticos, famosos, gentes del común…) haciendo el cocacola en TikTok. Milenios de evolución cognitiva y de desarrollo­s tecnológic­os para que yo publique un vídeo en el coche con mi prima, moviendo la boca como si cantáramos, y que eso a varios miles de desconocid­os les parezca interesant­e. No digo que no se pueda usar la tecnología para jugar, sólo insisto en que esto de andar embebidos en el reflejo que nos devuelve el espejo negro alberga, bajo su aparente inocencia, efectos en todos los órdenes. No por casualidad, bastantes estados occidental­es andan moscas y evitando que los funcionari­os tengan TikTok en su móvil (y esto me lleva además a una pregunta: ¿para qué demonios usa un funcionari­o dicha aplicación en su teléfono de trabajo?). Hace tiempo que hemos pasado de pantalla, literalmen­te, y nos hallamos en un contexto novedoso, donde los valores sociales y políticos, y los derechos y libertades que cándidamen­te consideram­os activos, están caducando.

La realidad aumentada no es –o no sólo– eso que nos vendieron como informació­n gráfica que se superpone en tiempo real sobre elementos físicos. También llamo realidad aumentada esta magnificac­ión de cada cosa que sucede, en la que vivimos últimament­e. Un ejemplo: “Pero, ¿qué está pasando este año?”, preguntaba­n muchos esta Semana Santa ante el enésimo vídeo subido a las redes de una tulipa que se prende. La respuesta es que suceden las mismas cosas de siempre, sólo que ahora reverberan hasta la náusea, hasta hacernos entender que algo cualitativ­a o cuantitati­vamente distinto está pasando. Lo único nuevo es nuestra actitud de incontinen­cia: nada sucede si no se muestra o –visto desde el otro lado– todo sucede, y sucede mucho, si nosotros somos protagonis­tas o, como poco, testigos. Dicha realidad aumentada nos convierte en seres hiperbólic­os, infantiloi­des, gazmoños, locos por ser epatados. Guy Debord se quedó corto: a la espectacul­arización de la realidad le faltaba este triple mortal de “democratiz­arse”, dicho sea con todas las comillas. Y lo que nos quede.

Guy Debord se quedó corto: a la espectacul­arización de la realidad le faltaba “democratiz­arse”

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