‘MORNING HAS BROKEN’
Al hombre que amaba a la cultura y a Sevilla. A Chus Cantero.
LAS personas somos así de frágiles o así de fuertes. Solemos consolarnos apelando al factor humano, tan recurrente cuando se flaquea, tan aliviador cuando las decepciones nos hacen amanecer con el ánimo sombrío. Será por los elementos químicos que nos inundan los adentros –somos agua, según el maestro Bruce Lee– o será, seguimos orientales, por el feng shui, el espacio misterioso que ocupamos entre el cielo y la tierra como seres mixtos, arrojados del paraíso, huyendo de los infiernos.
Imagine que esa mañana acaba de ver imágenes de los diez años de la guerra de Siria y el café estimulador se ha detenido como cicuta a la altura de la tráquea, la mascarilla evita la náusea y a la vez corta la respiración, escuecen las orejas y palpitan las sienes. Maldita guerra y lejana guerra. Pero entonces, por los auriculares le llegan gritos que sonaron a menos de cien metros y apenas unos pocos días del sitio y el tiempo por el que camina: guarra, puta. Jovencísimas insultan a una periodista, ¿cuándo la calle se volvió en nuestra contra? Usted como yo creció bajo la doctrina de la responsabilidad y no evita sentirse culpable y se pregunta cuándo cedimos al grito, qué sumisión nos ha convertido en meros espectadores
del deterioro de la vida pública, no ya publicada, sino vociferada, escupida. Quién rompió el libro de la buena conducta entre contrarios. Qué ventaja tienen los medios cuando repiten incansables provocaciones. Cuándo perdimos la fuerza para silenciar al odio. Por qué hemos cedido, lectores y oyentes, a ese periodismo Gillette que describe sabiamente el maestro Caparrós. Un periodismo de after shave, mero reproductor de lo que se dicen unos y otros, sin contexto, ni horizonte ni historia.
Siente usted, siento yo, irrespirable esa tensión de una realidad contada a golpe de tuit, los gobiernos hablando en 240 caracteres, ac
ción / reacción, estímulo/ respuesta. Los titulares han asesinado a la letra pequeña, nunca más la seguridad de una verdad que no haya pasado por un chequeo anti fake, como si nadie subiera al volante sin que tengamos que hacerle la prueba de alcoholemia. La actualidad como el palacio de los vientos de Jaipur en el Rajastán, una fachada por la que el viento canta, un tambor hueco, un tam-tam que no invita, precisamente, a la pipa de la paz. La radio no mató a la estrella del rock ,pero parece que los wasaps hayan acabado con las cartas de amor, las cartas. Imaginemos ese momento, ustedes y yo mirando al suelo, abrumados cuando apenas ha comenzado el día.
Y entonces el olor. Entonces el azahar. Entonces el tópico hecho pituitaria inobjetable. Entonces Cat Stevens y su Morning has broken. El primer guateque. El primer beso. La primera primavera. Malditos naranjos que devuelven la felicidad, ahuyentan los peores presagios y todo empieza.
Usted creció bajo la doctrina de la responsabilidad y no evita sentirse culpable y se pregunta cuándo cedimos al grito