ARBITRAJES, HORARIOS, CESE, SALSAS VARIADAS...
NADA cambia en este mundo cruel para que la vida continúe como siempre a pesar de esa nueva normalidad que tanto nos inquieta a casi todos. Y como entre las cosas menos importantes de la vida está el fútbol como la más importante de ellas, pues observemos cómo la vida sigue igual (Iglesias, no Pablo, dixit). Y ahí nos damos de cara con un nuevo cruce de posturas que, como vienen de quienes vienen, copan las primeras páginas.
Se queja el Barça y se harta el Madrid como resumen del discurso, nada críptico, de Piqué al término del partido del viernes pasado en Nervión. Al extraordinario central culé se le entendió todo cuando dijo que la Liga será para el Madrid, opinión fortalecida dos noches después en Anoeta. Y como el Madrid sabe que el tema arbitral es mejor hibernarlo que airearlo, pues contragolpea denunciando que descansa menos que el Barça entre partidos y también tiene razón.
Es la salsa a nivel nacional, según expresión cursi y cateta de algún que otro tertuliano. A nivel doméstico nos quedamos con la autoridad que el Sevilla exhibió en una segunda parte modélica en Villarreal. En la otra acera de la calle, el cese de Rubi, un estupendo profesional que no le cogió el aire al Betis desde el minuto uno. Y se ha dado el caso de repetir lo que hacen todos cuando el entrenador gana menos veces de las aconsejables, finiquito y vaya usted con Dios.
Pero las cosas en el Betis no son como en el resto del universo fútbol. En el Betis, el fallo del entrenador se le endosa a esa máquina de vetar que lo rige y si Canales, por ejemplo, saca el balón de la Catedral y lo embarca en la aledaña Casa de Misericordia no fue cosa suya, sino de Ángel Haro o de ese socio López Catalán que se ha convertido en el pararrayos de ese beticismo enfurecido que no comprende que su equipo no juegue anualmente en Europa. Y así hasta que la muerte nos separe.
Desde la denuncia de Piqué al hartazgo del Madrid pasando por el cese del técnico bético