Diario de Sevilla

‘PAPAFRITA’

- CARMEN CAMACHO

EN el catálogo de los amables improperio­s sevillanos, la papa –que no patata, aquí lo decimos como en América, en la voz original del quechua– tiene su altar. Carapapa me encanta, más si va acompañado de una sonrisa enciclopéd­ica y un pellizco en la mejilla; con papafrita no puedo evitar imaginarme al insultado como un personaje de Los Fruittis. Y, ya saben, en Sevilla coger papas gordas nada tiene que ver con la horticultu­ra. Cuando, atónita, vi la foto de Moreno y Casado en el McDonald de los Remedios, la primera palabra que se me vino a la boca fue papafrita. ¿Pero quién ha sido el papafrita que les ha dicho “poneos ahí, con la burger, el Cocacola, las consortas y la progenie, que vamos a inmortaliz­ar un momento muy español y mucho español”? ¿Quién le ha robado a Casado su contraseña del Twitter y ha subido esa imagen? ¿En Galicia se hubiera retratado en un McDonald? Prefiero inventar teorías conspirano­icas en torno a todo esto que aceptar semejante falta de entendeder­as. “¡Comida de luteranos!”, gritaría un don Quijote del XXI, entrado ahí a espadazos contra los globos. Moreno ha ido a redimirse a Estepa, que está en plena campaña del mantecado, a hacerse una foto con un alfajor.

Llueve en la calle Feria, y en la casa de comidas que frecuento hoy sirven cuchareo. Mientras le soplo a los chícharos, pienso en tantos lugares de la ciudad y la provincia donde comer y dar de comer a quienes los atienden y regentan. También en todos los bares que frecuentam­os para echar la primera a solas o la penúltima con gente amiga. A éste vamos por las codornices, al otro por sus coquinas, a varios por los caracoles, a aquél por las gambas o por los rábanos, a este por la ensaladill­a, en éste tienes que implorar los altramuces, y ¡ay, los del bacalao frito, donde esquinarse a soplar! Sé de quienes, por esquivar el chovinismo, se caen de barriga en el reniego. Menos en peligro quizá que otros negocios, estos establecim­ientos van cediendo frente a los gastrobare­s –palabro que me da ardentías– y las cadenas de comida. “A La Campana la jalonan/ un Burger King y un McDonald”. (Esto lo palmea Rosalía y saca otro single). Otra forma de prosperida­d es posible, insisto. Otra que no succione ni encarezca por narices la vida, atenta a la economía de proximidad, que quiere a sus ciudadanos a las riendas y no al servicio de los negocios, que avanza sin dejarse atrás lo que importa. Fomentar lo demás es hacer, con aceite rancio, el soberano papafrita.

“A La Campana la jalonan/ un Burger King y un McDonald”. Esto lo palmea Rosalía y saca otro ‘single’

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