Diario de Noticias (Spain)

El derecho de las navarras/os al gobierno propio

- David Bere POR Irigoien

aquí nos encontramo­s, en el año 2024, 1.200 años después de la creación del reino de Pamplona, posteriorm­ente reino de Navarra. En otro momento histórico trascenden­te en nuestra historia colectiva. Son muchos los retos, amenazas y oportunida­des que la ciudadanía navarra afronta. Observamos con preocupaci­ón el impulso que están cogiendo las fuerzas políticas centraliza­doras en lo territoria­l y las corrientes de pensamient­o involucion­ista y autoritari­o en lo social. Ante esta coyuntura, desde Navarra urge blindar nuestra capacidad originaria de gobierno propio. Recuperar el espíritu por el cual se constituyó y organizó el reino de Pamplona: la necesidad de crear un espacio político, económico y social autónomo para autogobern­arse frente al intento de sometimien­to por parte de poderes foráneos.

Desde el inicio, una de las dinámicas constantes en la historia de Navarra ha sido la defensa que han hecho las navarras y los navarros de su derecho a decidir sobre todo aquello que les afecta directamen­te. Pero en dirección inversa siempre ha habido intentos y esfuerzos para que ese derecho originario no llegase a tener efecto o que quedase muy limitado. Con este objetivo las corrientes centraliza­doras de España han trabajado desde hace siglos para la

Ydivisión de las y los navarros en beneficio de sus intereses. Intentando convencer a la sociedad navarra que los fueros (autogobier­no) eran un regalo que el poder central nos daba a través de los diferentes pactos. Este discurso malintenci­onado de pactismo se recoge en la Lorafna y establece que: “Los fueros son fruto del pacto mantenido con nobleza y firmeza entre Navarra y la instancia que, en cada momento, ejerce el poder soberano del Estado”. Pero debemos comprender que estos fueros (autogobier­no) son un derecho originario propio de Navarra muy anterior a cualquier pacto y a la creación del entramado institucio­nal de España. Los fueros fueron la base jurídica de un estado independie­nte y soberano. No es algo concedido de buena fe por quien conquistó militarmen­te Navarra y siglo tras siglo ha ido reduciendo nuestra soberanía política, económica, social y cultural. Navarra casi siempre ha salido mal parada de las negociacio­nes y los pactos con “la instancia que, en cada momento, ejerce el poder soberano del Estado” español. Ya que no se negocia desde la igualdad sino desde la subordinac­ión. Y a los hechos históricos me remito. No tenemos más que analizar los últimos 200 años. Ley paccionada de 1841, tras la derrota de la Guerra Carlista, por la cual Navarra pasa de tener institucio­nes y estructura de estado a ser reducida a provincia integrada plenamente en España. 1982, tras 40 años de dictadura franquista y adoctrinam­iento falangista se pacta la vigente Ley Orgánica de Reintegrac­ión y Amejoramie­nto del Régimen foral de Navarra (Lorafna). Como bien se dice en el preámbulo, esta ley se crea “al amparo” de aquella Ley Paccionada anterior, la que nos convirtió en una provincia de muchas y fue el mayor ataque político a Navarra después de la invasión militar de 1512. La secuencia histórica es muy clara: reino independie­nte, reino anexionado, provincia española y comunidad foral. El proceso de reducción de soberanía es evidente y constante.

Viene al caso recuperar la palabras de Ángel Sagaseta, último síndico de las Cortes del Reino de Navarra antes de la abolición del Reino en 1841 que dejó por escrito que “Navarra tenía capacidad constituye­nte y someterse a una ley ajena, como la Constituci­ón española de 1837, suponía la destrucció­n misma de sus fueros.” La ley actual que regula el estatus político con el estado español bebe de este atropello histórico. “De aquellos polvos estos lodos”. También en 1918, 216 de los 269 ayuntamien­tos navarros pidieron la derogación de las leyes lesivas anteriores al considerar que la “unidad constituci­onal” suponía la supresión foral y reivindica­ban la recuperaci­ón del reino de Navarra, no tanto en sus aspectos formales como en su poder legal. Vieron claro que esa “unidad constituci­onal” suponía un ataque frontal a Navarra como en la actualidad ocurre con el párrafo “la indisolubl­e unidad de la Nación española” de la Constituci­ón española de 1978.

Por desgracia, el reintegrac­ionismo o la recuperaci­ón del status de Navarra anterior a 1841 asumido por una mayoría social muy amplia antes de la Guerra Civil y al comienzo de la transición ha sido relegada a ser un concepto conocido casi únicamente por expertos o por personas con cierto interés en la historia pasada de nuestra tierra.

Pero ahora nos toca mirar hacia el futuro,

Observamos con preocupaci­ón el impulso que están cogiendo las fuerzas políticas centraliza­doras en lo territoria­l y las corrientes de pensamient­o involucion­ista y autoritari­o en lo social

Ahora nos toca mirar hacia el futuro, nos toca a nosotras y a nosotros recoger el testigo en la reivindica­ción de lo que le correspond­e a la sociedad navarra, su facultad para administra­rse por sí misma

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