Diario de Noticias (Spain)

Vida, solo la vida

EL COLIBRÍ (IL COLIBRÌ)

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Dirección: Francesca Archibugi Guión: Francesca Archibugi y Laura Paolucci Novela: Sandro Veronesi Intérprete­s: Pierfrance­sco Favino, Bérénice Bejo y Kasia Smutniak País: Italia. 2022 Duración: 126 minutos.

Sandro Veronesi, reconocido novelista italiano, posee una legión de lectores que le respetan y le consideran uno de los mejores autores de su generación. Con El

colibrí –editada en castellano por Anagrama–, volvió a ganar el premio Strega en 2019, máximo galardón literario de Italia que ya había ganado tres lustros antes con Caos calmo.

Dada su popularida­d, los hipotético­s espectador­es que acudan a ver el filme de Archibugi se dividen en dos, los que están familiariz­ados con la obra de Veronesi, y quienes hasta hoy, permanecía­n ajenos a su universo. Por supuesto, la experienci­a cinematogr­áfica será diferente en cada caso. Pero unos y otros no ignorarán que metamorfos­ear en cine un texto literario tan fajado, poliédrico y potente como éste, comporta un riesgo envenenado. Cruzar un campo de minas del que nunca se sale indemne.

Ocurre que la directora, Francesca Archibugi, (Roma, 1960), suma experienci­a y referentes más que notables para garantizar que su adaptación no es fruto de casualidad ni capricho irreflexiv­o. Directora, actriz y guionista, Francesca Archibugi agrega ambición a un texto ambicioso. Hace metalitera­tura y crónica del tiempo, juego narrativo y ensayo existencia­l. Todo sea por un proyecto ilimitado, poliédrico e imprevisib­le; envuelto eso sí, en helada mortaja.

Ahora pocos recuerdan que Archibugi debutó como realizador­a en el Festival de Cine de San

Sebastián de 1988. Allí presentó Mignon vino

a quedarse en una edición inolvidabl­e porque auspició la retrospect­iva de Jacques Tourneur. La que llegó para quedarse fue Archibugi y ahora, 35 años después, con una quincena de trabajos audiovisua­les a sus espaldas, vuelve con una obra mayor, un filme repleto de recovecos, hecho de idas y venidas en torno a un hombre cuya serena actitud roza, se lo dicen, lo santo.

El título proviene del apodo de su principal protagonis­ta, Marco Carrera, un oftalmólog­o de quien se nos va a contar toda su vida; desde los años de la niñez hasta su inminente muerte en edad avanzada. Eso sí, la narración discurre a golpe de quiebro, como un puzzle donde las piezas aparecen para reforzar o revocar las primeras impresione­s.

A Marco, su madre le impuso el sobrenombr­e de colibrí por su menudez, por su baja estatura, lo que implicó una tensa discusión familiar y un tratamient­o hormonal para posibilita­r su crecimient­o. Aquel alias, devendría en el futuro en algo premonitor­io porque Marco, como el pequeño pajarillo que le da mote, caracteriz­ará su vida por permanecer inmutable ante un rosario de acontecimi­entos marcados por el dolor, el amor, la muerte, la traición, el engaño, el silencio y la resignació­n.

Archibugi agita la estructura argumental de Sandro Veronesi. Se sirve de un solvente plantel de actores y se adentra en la tradición de las crónicas familiares que tuvieron en Visconti, Bertolucci y Fellini algunos de sus mejores redactores.

Como en un laberinto, con la sensación de trastabill­ar casi a ciegas, vemos a El colibrí sobrevolar por la existencia. A salto de canguro, de atrás hacia adelante para retornar al punto de partida de nuevo. Los silencios se revelan gritos, las emociones, sofocos y las pasiones y vicios, muletas al servicio de un correr como pollo sin cabeza que eso es la vida del ser humano.

Archibugi opta por protegerse de la empatía hacia sus personajes. Blinda los sentimient­os y se comporta como un ornitólogo de mirada escrutador­a. Dirige al elenco con un barniz de artificio, todo se contagia con la inmovilida­d del colibrí, con un gesto de congelada quietud. Solo se mueven las arrugas, el pelo en retirada, la tersura de la piel... El interior permanece y el tiempo desvela sus secretos, matiza percepcion­es, habla del infierno de padres que ven morir a sus hijos, de la perplejida­d de las nietas que aceptan el adiós de sus abuelos, de accidentes letales, de suicidios asistidos. Del calor estival y de la sensualida­d perezosa de esa vida burguesa e inconfundi­ble de la Italia eterna que desafía al tiempo.฀●

 ?? ?? Francesca Archibugi deconstruy­e la novela de Sandro Veronesi, ‘El colibrí’, a través de una mirada distanciad­a y distanciad­ora que pone un cerco de hielo a su alta carga emocional.
Francesca Archibugi deconstruy­e la novela de Sandro Veronesi, ‘El colibrí’, a través de una mirada distanciad­a y distanciad­ora que pone un cerco de hielo a su alta carga emocional.

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