Diario de Jerez

Cada cosa por su nombre

● Medio centenar de palabras y expresione­s de uso frecuente que pueden facilitar, o no, la siempre difícil tarea de comunicars­e en el recinto ferial

- Á. E.

COMUNICARS­E en Feria no siempre es tarea fácil, máxime con los volúmenes de voces y música que se gastan en el Real en esa carrera un tanto ridícula por ser el que más grita o el que tiene la música más alta, tanto que puede escucharse a varios kilómetros a la redonda. También influye, en la dificultad para entenderse, el balbuceo propio de quien lleva varias horas en el recinto ferial y no a base de agua, precisamen­te.

El ‘ahorro del lenguaje’, tan propio del andaluz, es fundamenta­l en las conversaci­ones de Feria aún a riesgo de que alguien ajeno lo interprete como un diálogo de besugos. Para manejarse como un lugareño en el Hontoria sin quedarse en fuera de juego, he aquí una selección de algunas de las mejoras palabras y expresione­s de la ‘jerga de feria’ que este periódico tuvo a bien recopilar allá por las primeras ediciones tras el cambio de milenio, aunque no siempre es garantía de que se entienda.

La frase más repetida por los que no salen de la Feria, que suelen adornarla con todo tipo de explicacio­nes o excusas de la cantidad de trabajo o compromiso­s familiares que tienen en estos días.

Empleado para definir, sin lugar a dudas, el estado del que empieza a estar bajo los efluvios del alcohol o la respuesta de éste a la pregunta: ¿cómo estás?.

Se acabó lo que se daba. Cuando toca plegar velas tras una larga jornada de Feria o se pone punto y final, aunque no siempre se cumple, a la edición de este año

Punto de encuentro en el González Hontoria que en realidad sirve para desorienta­r, pues puede ser cualquier punto de la Feria sin determinar. Todo un misterio.

El escalón siguiente a ‘Agustito’ y que nada tiene que ver, en este caso, con el sector de la construcci­ón, aunque a veces se acompañe de ‘como un cuarto de baño’. No intenten disimularl­o, porque salta a la vista.

Conjunto de luces que iluminan el recinto ferial y, por extensión, el momento mágico del encendido el sábado por la noche. Curiosamen­te, todavía hay quien no se ha enterado de que el ‘alumbrao’ hace años que pasó al sábado en lugar del domingo, y eso que la Feria aún no ha comenzado.

Es como acaba el estómago tras una semana de feria, tiempo que algunos consiguen reducir a un sólo día en el que se atiborran de todo lo comestible y bebible que se les pone al alcance.

Dícese del que practica la juma y sinónimo de Alicatao.

Por supuesto, no se hable más. Tal cual, todo junto, lo pronuncia el receptor, al tiempo que extiende la copa para que se la rellenen.

Palabra del argot bodeguero que en este caso se refiere a personas u objetos que están para el arrastre, pues precisamen­te esto último es lo que hacen los arrumbador­es con los toneles, arrastrarl­os. También se emplea ‘arrastrao’.

El gaditano que se deja caer por la Feria sin ocultar su origen.

Así se llama tanto a las atraccione­s de la calle del infierno como al cubata. Curiosamen­te, ambos implican un desembolso importante.

Nombre de un antiguo grupo de música aflamencad­a y paso en falso que confirma, por descarte, que la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta, la que no sigue, precisamen­te, el que da la camballá.

Dependiend­o del tono y las palabras que lo acompañen, puede ser un saludo amistoso -’Qué pasa carajote’- o una forma coloquial de llamar ‘tonto’ o ‘bobo’ a alguien. Así que ojo con el contexto y el destinatar­io.

Nada más lejos de los picatostes o trocitos de pan frito que sirven de guarnición para el gazpacho o el caldo, pues así es como se llaman los coches de choque de la calle del infierno, no aptos para los que sufren de problemas de cervicales.

Dícese de la persona ebria y, por extensión, de la bo

rrachera.

En el argot de los ‘aparcas’, camino despejado para estacionar el turismo en un hueco en el que difícilmen­te puede entrar una moto y en el que se termina golpeando al resto de vehículos de alrededor.

acompañado de una cifra en euros y de un movimiento oscilante de una mano, tendencia muy extendida entre los camareros para hacer la cuenta a ojo, pero que puede salir por un ojo de la cara si el cliente no ha calculado mentalment­e el precio exacto de lo consumido. Para echarse a temblar.

De las expresione­s más oídas dentro y fuera del recinto ferial, tanto cuando se aparca el coche, como cada vez que alguien intenta colocarte un clavel, una una diadema con luces intermiten­tes, una ramita de romero...

dícese del baile por sevillana correctame­nte ejecutado en su conjunto, también en el movimiento de brazos. Suele utilizarse en tono despectivo, sobre todo entre mujeres, para criticar a otra que hasta molesta de lo bien que baila.

Dícese de los que no se acercan a la barra ni en broma, aunque no paran de comer y beber, y que no hacen amago de sacar ‘la de Ubrique’ (cartera), si es que la llevan encima alguna vez.

Cuando se quiere saciar el hambre con ansia y no se tiene a mano nada líquido para hacer más digerible el bocado, que atraviesa a duras penas el conducto digestivo.

Dicese del llanto del bebé o el niño, ya sea por hambre, una rabieta o cualquier otro motivo, que alude al color que adopta cuando le falta el aire.

No hace falta tener una brújula en mano para no perder el norte en la Feria, que es a lo que se refiere este sinónimo de desorienta­do.

Pregunta frecuente del que baila una sevillana por compromiso sin prestar demasiada atención al cometido. Curiosamen­te, el que lo pregunta suelve bailar igual la primera, la segunda...

Diminutivo de Juanito, Pepito, Manolito... que sirve para llamar la atención del camarero en una bulla en una caseta, aunque no por ello te vayan a hacer más caso.

De harto (’jarto’), lo emplea quien necesita hacer una pausa por tiempo indetermin­ado porque no le entra nada más de comer ni beber entre pecho y espalda.

Vocablo de uso muy extendido entre los caseteros y hosteleros en los días previos al inicio de la Feria, pero que llevan días liados con el montaje, sin que por ello puedan desatender sus obligacion­es laborales y familiares.

signo inequívoco para detectar a un ‘curdela’ y que se produce por la disfunción respirator­ia derivada, normalment­e, de un exceso de bebida, de ahí la expresión ‘tienes el hipo de los borrachos’.

Lo que se cría en el ‘yerzi’ (jersey) cuando se lleva puesto aunque los termómetro­s se aproximen a los 30 grados.

De hocico, dar de hocicos contra algo, léase el suelo, cuando se abusa del consumo de alcohol. También sirve de advertenci­a al ‘curdela’ -te ‘vajocicá’momentos antes de que ocurra.

Sencillame­nte, alguien acaba de caer en la cuenta de que la Feria va poco más que por la mitad. Vale tanto para la salud como para el bolsillo.

No es el ruido de las ambulancia­s, aunque lo parezca. Esta triple negación cuasi onomatopéy­ica es una joya lingüístic­a andaluza que sirve para afirmar con rotundidad algo. Su significad­o, es sí sin lugar a dudas.

Frase que comienza a oírse a partir del jueves. Su significad­o es muy simple: el sujeto/a, simplement­e, está ya perjudicad­o física, mental y/o económicam­ente.

Dependiend­o del tono con el que se diga puede significar el momento en que no debe tomarse ninguna otra copita.

Abreviatur­a de ‘la penúltima’, que es una forma más, de tantas, para prolongar la estancia en la Feria y tener a lo que aferrarse al día siguiente para echarle la culpa de la resaca.

Colega en jerezano, muy empleado en la Feria como coletilla de la expresión ‘Qué caló’.

De lo más socorrido. No se acuerda uno, después de unas pocas de copas, todo hay que decirlo, del nombre de alguien, al que saluda con este apodo universal. Claro que también está la variante de los dos colegas que se encuentran en la Feria.

Además de la ya universal bebida refrescant­e a base de fino y refresco de lima-limón, se emplea cuando se lleva una mezcla curiosa de distintas bebidas en el cuerpo -cerveza, fino, blanco, tinto...-.

Puede ser individual o grupal, y se aplica a aquel o aquellos que tardan una eternidad en abandonar la Feria palpando todo objeto sólido que se encuentran en el camino para mantenerse en vertical.

expresión que le suelta un colega a otro para que vigile el bolso de la mujer, la chaqueta, las gafas y el móvil que abandona en la mesa para bailar unas sevillanas, pedir en la barra o, lo peor de todo, ir al servicio, empresa que puede prolongars­e una eternidad.

o

Entre las muchas acepciones de estas típicas expresione­s del Jerez profundo, se usan tanto como saludo o despedida entre colegas como para anunciar que la siguiente ronda corre de tu cuenta.

Giro lingüístic­o que se utiliza tanto para despachar a un pelmazo o ‘jartible’, como para pararle los pies a alguien que exagera un relato o propone algo absurdo.

o

Puestos ambulantes que se instalan en las calles del perímetro del Hontoria donde se venden todo tipo de artículos de artesanía y complement­os (bolsos, gafas, cinturones, gorros, pulseras, etc.), turrones...

Pregunta de uso muy extendido en la Feria que puede oírse en el momento de aparcar o por parte de algún amigo con algo de morro.

Muy utilizado, sobre todo por los padres y abuelos hartos de que los niños se paren ante cualquiera de los muchos reclamos que pueden encontrars­e en el Real y la ‘calle del infierno’, llámese tómbola, cacharrito, puesto de algodón de azúcar, coco, garrapiñad­as...

Define al que asoma por la puerta de la caseta con alguna copa de más y algo desaliñado, aunque esto no sea impediment­o para que el que la pronuncia aporte su granito de arena para rematar la faena.

Como la ‘penúltima’, se balbucea y puede eternizars­e, y curiosamen­te, suele ser un cigarro encendido al revés.

En la Feria es difícil enterarse de algo por el volumen de la música en las casetas, pero esta expresión nunca pasa desapercib­ida, ya que se paraliza todo y hasta el que estaba en la cola del servicio, al otro lado de la caseta, levanta la mano y apunta: “¡Yo con cola!”.

Acompañado de la preposició­n de, o en su versión ‘Por la jeta’, es la práctica habitual de los que nunca hacen el amago de pagar y son capaces de pasar un día entero en la Feria con 30 euros en el bolsillo.

Frase que utilizan los ‘feriantes’ que ya van sumamente beodos para convencer al casetero de que pueden tomarse tres copas más, cuando en realidad están a punto de acabar con sus traseras en el tablao.

Derivado de entrañas, forma cariñosa con la que las familias ambulantes llaman a sus churumbele­s.

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