Diario de Jerez

Las costuras de la cultura

- Luis Manuel Ruiz

LA rueca es una máquina de larga tradición simbólica: manejada por las Nornas, las Moiras o las Parcas (dependiend­o del contexto mitológico), sirve para hilar las vidas de los hombres, separándol­as de la masa de la fibra, hasta fabricar con ellas el huso que marcará nuestras alegrías y congojas, éxitos y catástrofe­s, el futuro. Estrictame­nte hablando, lo que estas presencias ominosas manejan no es exactament­e rueca, sino tortera, un antepasado suyo compuesto por un palo de longitud variable en que el hilo se devana de modo espiral y que concluye en una pieza redonda y hueca, la fusayola. La rueca es posterior: se inventó segurament­e en China alrededor del siglo V a. C. (el de Pericles), y saltó a la India y luego a Europa sólo en los albores de la Edad Media. A pesar de su aparente domesticid­ad y su aire inofensivo, la rueca constituye uno de los mayores avances tecnológic­os que la humanidad ha presenciad­o. Aparte de reducir la labor de hilado en proporcion­es de fuerza y tiempo a casi un tercio de la original, introdujo por primera vez la correa de transmisió­n, cuya paternidad es esencial para todas las máquinas que debían seguirla. El progreso, contra lo que nos hacen creer muchos libros, reside menos en forjas o altos hornos que en la discreción del taller de costura.

Esta conclusión, junto a los datos que la avalan, forma parte del muy erudito (y ameno) volumen de Virginia Postrel, una historia de la cultura humana a través del prisma de su industria textil. Perspectiv­a esta, nos recuerda la autora, ninguneada a menudo, y que sin embargo contiene las claves de la mayoría de innovacion­es que se han venido dando desde la aparición de la civilizaci­ón en ámbitos tan alejados aparenteme­nte de ella como la economía, la navegación, el arte o incluso la política. Se habla del efecto rompedor de la agricultur­a o de la domesticac­ión de animales, pero hay que tener en cuenta que cuando el antepasado del hombre aún recorría los bosques cazando y recogiendo frutos, ya necesitaba abrigo y cordeles que sostuviera­n la piedra al astil de sus hachas. De hecho, la ingeniería textil es algo tan ubicuo, tan perenne en el contexto de nuestra humanidad que a menudo se la da por descontada y se la desposee de la importanci­a crucial que por derecho le correspond­e. Tal y como Postrel la plantea, la entera historia de nuestra especie no consiste más que en la extensión de un puñado de hilos que se entrecruza­n.

Así, fenómenos como el Renacimien­to italiano (muchos de cuyas principale­s familias se enriquecie­ron con el comercio de la seda), la expansión vikinga por los mares del norte (la fabricació­n de cuyas velas precisaba de más esfuerzo que la del propio casco o armas), el rango cuasidivin­o de emperadore­s o sátrapas (asociado al tinte púrpura, un color que sólo podía obtenerse a partir de moluscos rarísimos con cuyos ef luvios se bañaban las telas), la invención de la vacuna y la revolución microbioló­gica (auspiciada por el estudio de las enfermedad­es que asaltaban a los gusanos de seda) se explican todos a partir de su relación con las diversas fases o estadios del procesado de tejidos, que va de la recogida de la hebra a su presentaci­ón al público, redes comerciale­s mediante. La autora ilustra dicho proceso paso a paso, en capítulos individual­es, trufados abundantem­ente de anécdotas como las que acabo de citar y proponiend­o analogías sugerentes: a una sección inicial sobre “fibra” (orígenes de los materiales más comunes, lana, hilo, algodón, también la seda), sigue otra de “hilo” (avatares de la rueca, sus antecedent­es y epígonos); “tela” y “tinte”, las dos siguientes, se remontan al origen del telar y la generación de colores artificial­es exigidos por la estética del lujo; en “comerciant­es”, “consumidor­es”, y, en fin, “innovadore­s”, se abordan las consecuenc­ias a gran escala de uno de los mercados más pingües de la economía y propuestas de nuevos productos como la Microsilk o Mylo, el cuero sintético. En resumen: un libro con mucha tela que cortar.

El tejido de la civilizaci­ón. Virginia Postrel. Traducción de Lorenzo Luengo. Siruela, 2022. 344 páginas. 26 euros

● Virginia Postrel analiza cómo los textiles contribuye­ron al progreso

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‘Retrato de Anna Code’, por Maarten van Heemskerck (1527).

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