Un Carnaval lleno de incógnitas
● La evolución de la vacunación de la población frente al coronavirus marcará las posibilidades de que la fiesta se pueda volver a celebrar en 2022 con total normalidad
Aunque no lo parezca, ayer se acabó el Carnaval 2021. Una fiesta inédita a causa del coronavirus. A partir de ahora, el contador echa a correr con la esperanza de que se pueda dejar atrás el COVID-19, lo que significaría la vuelta a la normalidad y, por ende, que las calles vuelvan a llenarse para disfrutar de lo que hacen diferente al Carnaval gaditano: sus agrupaciones.
Sin embargo, aparecen muchas incógnitas por el momento de incertidumbre que vive la sociedad. Con el proceso de vacunación ya en marcha, buena parte del futuro de la fiesta depende de la inmunización de la población, ya que sin esto no se podría celebrar la fiesta tal y como la conocemos. Si da sus frutos con antelación, el Carnaval de 2022 se podría salvar.
¿CUÁNDO SE TOMARÁ LA DECISIÓN?
Esta es la principal incógnita. Un año sin fiesta ha hecho mucho daño a la ciudad, tanto en el apartado económico como en el psicológico. Es tan importante el Carnaval para Cádiz que es imposible desligarse de él.
Si nos remontamos a lo que pasó para la presente edición de 2021, el Patronato del Carnaval movió sus fichas durante el verano. En agosto ya se dio por hecho que era inviable la celebración del Concurso del Gran Teatro Falla al no reunirse las condiciones oportunas para que las agrupaciones pudieran ensayar, aunque fue en septiembre cuando se le dio oficialidad a la decisión. Aun así, se dejó la puerta abierta a la posibilidad de un traslado de fecha, aunque finalmente apenas se planteó seriamente, así como a la propuesta de crear un calendario alternativo de eventos.
De ahí salieron las galas de Carnaval que el Ayuntamiento pretendió organizar en el presente febrero. Sin embargo, una devastadora tercera ola del coronavirus tras la Navidad acabó con las expectativas del Consistorio gaditano de intentar ofrecer una pequeña muestra de la fiesta.
Si se comienza a pensar en el 2022, las circunstancias son totalmente distintas. Cuando se trabajó pensando en 2021, todavía no existía certeza de cuándo se iba a empezar a vacunar a la población. Ahora, las dosis, aunque en menor medida de lo esperado, ya están siendo inoculadas, por lo que las perspectivas son distintas. ¿Cuándo será seguro meterse en un local de ensayo? Este es el quid de la cuestión y sobre lo que pivota la posibilidad de que se celebre el próximo Carnaval. La última previsión de la Unión Europea es que el 70% de la población esté vacunada el 21 de septiembre.
¿Sería capaz el Carnaval de Cádiz de esperar hasta esa fecha para poder arrancar? Hay que tener en cuenta que el proceso de creación de una agrupación requiere de varios meses. Normalmente, a inicios de septiembre es cuando se empieza a ensayar. Si se celebrara el Carnaval 2022, la final sería el 25 de febrero. Esto da un margen
El nuevo modelo de organización es uno de los asuntos a resolver en los próximos meses
El Ayuntamiento debe retrasar la decisión sobre la próxima edición lo máximo posible
de maniobra a los grupos, ya que el Concurso comenzaría a finales de enero.
Con este margen puede jugar el Ayuntamiento de Cádiz siempre que las agrupaciones estén preparadas para activar rápidamente su maquinaria. Algo para lo que seguramente lo estén, ya que un año sin fiesta permite un tiempo suficiente para ir preparando ideas y repertorios.
La concejala de Cultura y Fiestas, Lola Cazalilla, ya ha expresado que el Consistorio está preparado para retrasar la celebración del Carnaval 2022 si fuera necesario.
LA ORGANIZACIÓN
La preparación del Carnaval 2022 va a ser todo un reto. Tras un año de parón obligado por el coronavirus, será una fiesta que se cogerá con muchas ganas. Por ello, el Consistorio debería ser ambicioso a la hora de crear una programación atractiva.
Lo mismo sucederá con el Concurso del Gran Teatro Falla, para el que es previsible que se produzca un boom de agrupaciones. Por suerte, en 2022 se dispone del margen suficiente para que se pueda celebrar con total normalidad respetando su formato. No sería oportuno que, tras un año de descanso, se decidiera poner cortapisas a los grupos con la invención de una fase previa fuera del coliseo gaditano.
Seguramente, durante los próximos meses se hable mucho de este asunto, sobre todo por la presión que le llegará al equipo de Gobierno desde diversos ámbitos de la fiesta, entre ellos varios autores más preocupados en crear un concurso a su medida que en trabajar por el bien común y con respeto hacia el aperturismo que casi siempre tuvo el COAC y la esencia de una fiesta que es de todos, no solo de una élite carnavalera.
Lo normal es que tras la previsible explosión de 2022, las aguas volverán a su cauce en 2023, por lo que el Ayuntamiento deberá resistir a las tentaciones que se le presenten si no quiere romper un concurso al que cualquier fallo organizativo de calado puede hacerle mucho daño en su futuro.
EL PATRONATO Y EL REGLAMENTO
Aquí está la principal cuestión que se debe dirimir en los próximos meses. La disolución del Patronato del Carnaval abre un camino incierto al no saberse qué es lo que pretende hacer el equipo de Gobierno.
Sí es cierto que algunas malas prácticas en la organización del Concurso han llevado a muchos autores a reclamar que volviera a manos municipales. Ante esto, el
Ayuntamiento ha cortado por lo sano sin tener aún una alternativa clara de lo que pretende hacer. Existen asuntos como las contrataciones de servicios, el trabajo burocrático, las entradas, el protocolo o las credenciales de los medios de comunicación, entre otros, que deben recaer en el equipo de Gobierno debido a que son los representantes públicos elegidos democráticamente en las urnas. Sin embargo, cuestiones como el reglamento son peliagudas, por lo que será necesario un control y un asesoramiento externo para evitar que se tomen decisiones sobre las que no exista un determinado consenso.
A partir de ahí, se abrirá la veda para los cambios. Con un año de parón biológico de por medio, se está empezando a despertar la tentación por parte de determinados autores –e, incluso, por el propio alcalde, José María González– de darle un vuelco total al Concurso. Un asunto espinoso y peligroso porque si se da un paso en falso puede ser muy perjudicial.
Otro asunto que ya están poniendo sobre la mesa es la necesidad de permitir una mayor creatividad en los repertorios, rompiendo, incluso, la estructura clásica de las agrupaciones. Este tema es espinoso, además de ser equivocado este pensamiento. Primero, porque el repertorio da mucha más libertad que la que estos autores dicen que existe. Quitando los tangos, pasodobles y cuplés, en los que se deben utilizar los instrumentos clásicos, en la presentación y en el popurrí hay total libertad tanto en instrumentación como en duración y estilos, por lo que en estas piezas cada autor puede hacer lo que quiera. El único límite es que la actuación tiene un máximo de 30 minutos.
Ante esto, es imprescindible mantener la cabeza fría tras tanto tiempo sin concurso. Por ello, es indispensable que no se toque lo que ya funciona. Y el Concurso del Gran Teatro Falla, a pesar de los discursos catastrofistas y de los fallos que tiene, funciona en su actual configuración.