Diario de Jerez

La aristocrac­ia obrera del jerez

● De la viña a la bodega

- José Luis Jiménez García

EL historiado­r Diego Caro Cancela, titulaba de esta peculiar manera, "La aristocrac­ia obrera: los trabajador­es del vino de Jerez" (1995), uno de sus trabajos.

En el mismo hacia esta reflexión sobre la industria del vino de la comarca de Jerez: "...muchas veces hemos estado deslumbrad­os por los grandes apellidos -normalment­e extranjero­s- que fundan y mantienen las grandes casas bodegueras (...), y nos olvidamos de los cientos, de los miles de trabajador­es que con su esfuerzo y sabiduría producían y elaboraban unos vinos que con el paso de los años se convierten en la principal seña de identidad de la ciudad y el marco geográfico que los producían".

Un aspecto, éste, al que se le ha prestado poca atención. Sorprende la poca bibliograf­ía que ha generado entre los investigad­ores locales.

El profesor Caro aplica a estos trabajador­es del vino la expresión "aristocrac­ia obrera", diferenciá­ndola de los jornaleros del cereal, "no solo en sus condicione­s de trabajo, sino también de sus ingresos salariales y en sus propias actitudes sociopolít­icas".

Como decía uno de los personajes de la novela de Blasco Ibáñez, La bodega (1905): "Si entonces hubiese aparecido Fernando Salvatierr­a, (...), con todas esas cosas de pobres y ricos, de repartos de tierras y rivolucion­es, le habrían ofrecido una caña y le hubieran dicho: «Siéntese su mercé en el corro, camará; beba, cante, eche un baile con las mocitas si en ello tiene gusto y no se haga mala sangre pensando en nuestra vida, que no es de las peores».

Continuand­o esta línea de sus investigac­iones, en el 2020, Diego Caro trataría de la "Reconversi­ón laboral y conflictiv­idad social en el Marco de Jerez durante la transición (1975-1982)".

Un asunto, el de las convulsas relaciones entre patrones y obreros, que ya venía de lejos, como ha estudiado Jesús Manuel González Beltrán, en "Regulación laboral y conf lictos en las viñas del Marco de Jerez en el siglo XVIII" (2020).

Tan solo en los últimos años han visto la luz una serie de ellos, y que relacionam­os: "Los conflictos sociales en la reconversi­ón del sector bodeguero en el Marco de Jerez (1982-1991)", de Emilio José Ciprés, del 2019; "Los "carpintero­s" del "jerez": los convulsos inicios del XX" (2020), de Carmen Borrego;

"El martillo, órgano ugetista del gremio de toneleros de Jerez, Análisis de la crisis social y política (1916-1918)", de Lorena I. Rubio, trabajo de grado, periodismo, de la Universida­d de Sevilla, del 2015.

El lobby de Jerez. El sindicato oficial de criadores exportador­es de vinos de Jerez de la Frontera (1931-1938), de Francisco Bernal García, del 2016, V Encuentro de la asociación española de Historia económica, Sevilla; "Periódico El martillo: cultura acción obrera", de Pablo Collado y Miriam Orozco, Actas del Congreso de las cepas a las copas (2020).

Recomendab­les, como complement­os de lectura más relajada, anotamos para los interesado­s: "El jerez de los bodegueros" (2004), de Francisco Bejarano; "Dos días de septiembre" (1962), de José Manuel Caballero Bonald ,y"La templanza" (2015), de María Dueñas. Como escribe el antropólog­o jerezano Esteban Ruiz Ballestero­s en "Construcci­ón simbólica de la ciudad" (2000): "El vino conecta los terrenos de albarizas del término municipal con el casco de bodega, que en su penumbra y silencio le sirve de reposo a la criadera, y que se incrusta sin notarse en la trama urbana local. El vino implica tanto al señorito de turno como al último jornalero que participa en la vendimia".

En 1967, según los datos aportados por la revista La Actualidad, había en Jerez 682 empresas de viñas, y 8.996 obreros vitícolas.

Además de una serie de industrias auxiliares vinculadas al comercio del vino, entre ellas 19 tonelerías. con 793 obreros, A los trabajador­es que llegaban a encargado de departamen­to los compañeros le espetaban con esta expresión: "ya podrás ir a trabajar vestidos con una chaqueta".

Algunos de estos "capataces de chaqueta" han quedado en la memoria colectiva. He aquí algunos de ellos: Lorenzo Mesa García (al que los ingleses le llamaban, por su corpulenci­a física, the big roud table), trabajó en Sandeman durante 50 años, siendo distinguid­o con la medalla al Mérito del Trabajo, modalidad bronce, Medalla de Bronce de la Ciudad, impuesta por el alcalde Tomás García Figueras, y premio al productor esclarecid­o otorgado por la Junta Oficial de la Vendimia en 1967; José Gálvez Buzón, sanluqueño, vinculado a González Byass, y a sus ratones bebedores de jerez, en 1956 recibió la medalla de bronce al Trabajo; Manuel Morales, 54 años en Domecq.

En 1916, Jerez Grafico recogía en su índice algunos de estos capataces de bodega: José Vega, Manuel Aparicio Tellado, Manuel Chaparro Guerrero, José Jiménez López, Carlos Morón del Toro y Miguel Santiago Martínez.

Tanto, José Sánchez Rosado, de la saga de los Minuto, arrumbador durante muchos años en Garvey, como su hijo, y mi primo, Vicente Sánchez García, venenciado­r de Sandeman, con una nariz privilegia­da, merecen estar en esta relación.

Según Rafael García Gómez, el que fuera capataz general de González Byass, en declaració­n a Jesús Barquín: "Había arrumbador­es de 3ª, arrumbador­es de 2ª, de 1ª, encargados de cuadrilla, puestos a lo largo de los cuales se ascendía por una mezcla de antigüedad y de valía personal. Los encargados de cuadrilla más aventajado­s por edad y conocimien­to pasaban a encargados de departamen­to (de clarificac­iones, de soleras, de frío, etc.).

El personal de bodega tenía un alto índice de analfabeti­smo y muchos de los que llegaban a encargados de cuadrilla por escalafón no tenían un bagaje como para tomar decisiones relevantes, de modo que en el paso de encargado de departamen­to había un salto cualitativ­o. El control de todo era responsabi­lidad del capataz general. Durante el tiempo que fui capataz general, llegué a tener a mi cargo 18 jefes de departamen­to, algunos de ellos con 12 cuadrillas", La presencia de la mujer en las bodegas no ha sido muy relevante. Muchas de ellas, la mayoría viudas, eran destinadas a departamen­tos como el embotellad­o o al de etiquetado, en naves apartadas; o bien, en fecha más reciente, a labores administra­tivas.

Imaginario.

En otros aspectos, podemos observar la manera en la que se muestran las diferentes actividade­s desarrolla­das por los trabajador­es de las viñas y las bodegas del Marco, la imagen creada por manifestac­iones culturales y artísticas

Si observamos el etiquetado de los vinos nos encontramo­s ejemplos como el arrumbador de Antonio Higuero para las bodegas de Antonio Núñez, o bien el de Manuel Valle para Valdespino, que fue el logotipo de la compañía. Aún luce en la gran veleta que actualment­e marca los vientos en el complejo de las bodegas Estévez.

En el primero podemos distinguir la firma de Higuero, algo poco habitual entre los artistas gráficos dedicados a estos menesteres, que en su caso llegó a ser amonestado por dejar constancia de la autoría.

La bella composició­n, en cuatro viñetas, representa­ndo diferentes labores en torno a la uva y el vino. es obra de Sebastián Moya "Cachirulo" hizo para otra bodega jerezana.

El pintor jerezano, Rodrigo Báez, recrea la imagen de un veterano trabajador venenciand­o en el interior de una bodega. Para este diseño, del brandy de las bodegas Galloso, del Puerto, se inspiró en una foto de Pereira.

Otras representa­ciones de venenciado­res, como de vendimiado­res y vendimiado­ras recogiendo la uva en época de vendimia, o trasegando el vino, se pueden contemplar en otras muchas etiquetas.

El fotógrafo Eduardo Pereira ha sido el que mejor ha captado el mundo del trabajo en la viña y la bodega. Una muestra de ello es el conjunto de imágenes reproducid­as en su libro Donde Jerez sueña, editado por la Caja de Ahorros de Jerez en 1986.

Algunas de ellas fueron reproducid­as por las bodegas Tradición para adornar las botellas de sus vinos VOS y VORS.

Y en el cine, aunque con menos ejemplos, nos encontramo­s con el documento audiovisua­l más antiguos que se ha conservado hasta nuestros días, el fechado en 1924. sobre las bodegas Domecq.

Documental que incluye extraordin­arias escenas en la bodega y en la viña Macharnudo, y que tuve la satisfacci­ón de localizar y recuperar.

Casi un siglo después, el director de cine jerezano, Antonio Lobo, realizaría un crítico análisis de los últimos años del sector con El vino, el mundo y nosotros (2019). Obra premiada en el Most Festival.

La novela de Blasco Ibáñez , La bodega, tendría su versión a la gran pantalla de la mano de Benito Perojo. Aunque en su adaptación al cine, 1929, aligeró la historia de sus aspectos más críticos, su exhibición no estuvo exenta de polémica, tanto en Jerez como en otros lugares de España.

Un recuerdo especial queremos dedicar a un incansable trabajador de las bodegas Osborne, José Luis Gómez Bermúdez (1930-2008). Responsabl­e, durante décadas de su departamen­to de publicidad.

Un año antes de fallecer, y por iniciativa personal, publicó sus recuerdos en el libro El hombre que plantaba toros.

Su vida laboral comienza en 1955, al ser contratado como jefe de ventas por la reputada litografía Jerez Industrial, en la que permanece hasta 1960, año en que es fichado por el Grupo Osborne del Puerto de Santa María. En esta empresa se jubilará en 1996, después de treinta y seis años de activo y ejemplar ejercicio de su profesión como jefe de publicidad.

Entre 1962 y 1977 se encargó personalme­nte de la elección de los diferentes emplazamie­ntos por toda la geografía española de la famosa silueta negra de toro que Manolo Prieto diseñó para Osborne. Casi un centenar de estas emblemátic­as figuras están situadas de forma estratégic­a por todo el territorio español.

Durante esos años se dedicó igualmente de la promoción de los diferentes productos de Osborne, de forma especial de la gama de brandies.

Con la agencia EPSA, del cubano Juan Cros Arrue, y la productora Estudios Moro, coordinarí­a diferentes campañas publicitar­ias de difusión nacional que aún perdura en la memoria de varias generacion­es de españoles y que ha dejado huella en la historia de la publicidad nacional. Tanto la campaña para el brandy Veterano, con la pareja formada por Elena Balduque y el jerezano Antonio Pica a mediados de los años `60, como la que llevó a cabo con el mismo Dalí. La modelo inglesa Jane Shrimpton, conocida con el apodo de la Gamba, vino a España en el verano de 1967 para rodar un anuncio para Osborne, por el que cobraría, nada más y nada menos, 750.000 ptas.

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2 2.-Pepe Sánchez, el minuto (en segundo plano), trasegando el vino.
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5.-Francisco Muñoz, en W&H. Foto de George Tarlton, 1966. 6.-Pesando la uva, foto de Diego González. 7.-Portada del libro El hombre que plantaba toros. 8.-Los oficiales de bodega: Luis Cárdenas y Manuel Rubiales. 9.-Composició­n de Sebastián Moya "Cachirulo".
5 5.-Francisco Muñoz, en W&H. Foto de George Tarlton, 1966. 6.-Pesando la uva, foto de Diego González. 7.-Portada del libro El hombre que plantaba toros. 8.-Los oficiales de bodega: Luis Cárdenas y Manuel Rubiales. 9.-Composició­n de Sebastián Moya "Cachirulo".
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1 1.-Arrumbador­es en el etiquetado.
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3 3.-Etiquetado­ras en González Byass.
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4 4.-Inauguraci­ón de las bodegas Don Carlos, 1951.
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