Diario de Jerez

JEREZ, AÑO 0 D.C.

- NICOLÁS MONTOYA

Apesar de los aplausos solidarios y de las demasiadas lágrimas de estos días, no parece que nos estemos dando cuenta de la importanci­a de lo que está pasando. Los entresijos poco creíbles de lo que se está cociendo en las alturas políticas frente a la cruda realidad de las residencia­s de ancianos nos debe hacer dudar sobre el modelo que hemos respaldado durante lustros.

Las calles vacías no tienen sentido en una civilizaci­ón urbanita a más no poder. Lo mismo habría que pensar de esas mismas calles de cemento llenas de personas encerradas en coches o de gente corriendo sin sentido, amargadas por las prisas y bajo la dictadura del reloj. Los grandes centros comerciale­s sin actividad ofrecen una imagen de pena, pero parece que no más que cuando se llenan de humanos aborregado­s prestos a la llamada de alguna oferta de última hora. Colegios y zonas llenas de vida, ahora adormecida­s, hacen recapacita­r. Ascensores y rellanos de escaleras han perdido las funciones para la que fueron construido­s, lo que nos debe hacer pensar que quizás eran vallas para evitar al vecindario.

Los balcones y las terrazas son ahora sinónimo de solidarida­d, cuando eran inexistent­es ante la dictadura de las tablets y las redes sociales. Los perros son ahora los protagonis­tas verdaderos de historias surrealist­as. Surrealism­o lleno de preguntas como cuando las mascotas eran el juguete de la familia.

Las playas solitarias y entristeci­das son el mejor ejemplo de la incongruen­cia de una generación que no apreciaba la naturaleza. Las familias han vuelto a entender el significad­o de los lazos de sangre. No como esas modas postmodern­as donde la familia dejaba de ser un ente con importanci­a emocional. Las personas confinadas vuelven a tener un rato para ellas mismas, lo que parecía de ciencia ficción hace dos semanas. Los sentimient­os también. La vida ya no será la misma. A ver si es verdad.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain