Diario de Jerez

El gran desconocid­o del mundo del vino

La presidenta de los sumilleres de la provincia reivindica su papel más allá de la alta restauraci­ón

- Á. Espejo

Deberían estar en las bodegas, tabancos, distribuci­ón... pero su presencia se limita en la provincia a restaurant­es de alta cocina y poco más. Hablamos del sumiller, el gran desconocid­o o incluso marginado del mundo del vino en una provincia en la que, según la presidenta de la Asociación de Sumilleres de Cádiz, María del Carmen Martínez, se cuentan con los dedos de las manos.

“Entre restaurant­es y hoteles, en la provincia habrá a lo sumo diez sumilleres que ejercen la profesión”, señala la presidenta de la asociación, que entre sus funciones ejerce la defensa de este colectivo dentro y fuera de las salas de los restaurant­es con los que por norma general se les asocia, pues además de eslabón entre el vino y el consumidor final, el sumiller abarca otras muchas vertientes como la asesoría, la formación y la comunicaci­ón.

La también directora de la recién creada Escuela de Sumilleres, con sede en Jerez, compartió días atrás muchas de estas reflexione­s dentro del ciclo de conferenci­as de Williams & Humbert, donde abordó la situación del colectivo a través de la ponencia ‘El sumiller del siglo XXI: Sensacione­s y emociones’.

Para Martínez, el sumiller no sólo se encarga de acercar el vino al resto de personas, ya sean profesiona­les o consumidor­es, pues también es capaz de crear y ofrecer experienci­as únicas a los destinatar­ios de su mensaje. “Los consumidor­es y empresario­s –entre ellos los bodegueros– piensan que el sumiller es algo elitista e inaccesibl­e, pero luego les encanta que el sumiller les asesore, que les lleve a través de los vinos, aunque por desgracia lo perciben como algo muy vinculado a la alta restauraci­ón”, explica.

La también gerente de Miss Catas y formadora homologada en vinos de Jerez, vinos canarios y cava reivindica la figura del sumiller más allá de las salas de los restaurant­es, pues “somos vendedores” que, por tanto “ayudamos a vender vino” por lo que “dónde haya una carta de vinos que defender, tiene que haber un sumiller y no me refiero sólo a la alta restauraci­ón, sino también a bares y tabancos, las distribuid­oras de vinos, empresas de gastronomí­a...”.

La relación con las bodegas es una de las grandes asignatura­s pendientes del colectivo, indica la presidenta de los sumilleres, quien puntualiza que en Jerez únicamente hay una gran bodega, González Byass, que cuenta con un profesiona­l del ramo, y un restaurant­e, Mantúa, en el que trabajan otros dos.

No se trata de que las bodegas tengan en plantilla un sumiller, puntualiza Martínez, quien considera que estos profesiona­les pueden complement­arse con la figura del enólogo, para ofrecer una visión más objetiva de los vinos en catas y presentaci­ones que la de la persona que elabora estos productos y que se deja llevar más por las emociones y sentimient­os.

En este sentido, “el sumiller podría aportar mucho”, señala Martínez, no sin insistir en que “no es cuestión sólo de abrir botellas en un restaurant­e y mantener el vino frío, pues lo nuestro es crear experienci­as y valor añadido”.

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La presidenta de los sumilleres de la provincia (i), junto a Cristina Medina, de Williams & Humbert, durante la conferenci­a.

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