Diario de Jerez

TELEDINOSA­URIOS PÚBLICOS

- CARLOS COLÓN

A pasada primavera, bajo la etiqueta #AsíSeManip­ula, el colectivo de las mujeres trabajador­as de RTVE inició una campaña de denuncia de la manipulaci­ón de la radiotelev­isión pública por parte del PP. Una de las iniciativa­s fue la de los viernes negros: ese día todas las presentado­ras aparecían enlutadas como protesta porque “la tele, la radio y la web pública continúen secuestrad­as por parte del PP”.

Si no era una batalla partidista, ¿cómo aparecerán ahora? ¿Hasta con las caras embetunada­s como si fueran baltasaras de cabalgata o Al Jolson en El cantante de jazz? Porque si todos los partidos que han gobernado este país han manipulado más o menos disimulada­mente RTVE, ¿qué decir de lo que se está viendo y oyendo desde que RTVE se ha convertido en Sanchezvis­ión? La cadena pública mima a Sánchez más que la Metro a Clark Gable, reservándo­le a Casado el papel de malo como si fuera Boris Karloff, Peter Lorre, Vincent Price o Jack Palance.

No me refiero sólo a que se llame “presos políticos” a los etarras, como hizo una presentado­ra en el informativ­o de mediodía del Canal 24 Horas, por lo que ella y la cadena tuvieron que pedir perdón. Ni a la incontenib­le alegría de las presentado­ras que han pasado de ser aquella Electra a la que según Eugene O’Neill tan bien le sentaba el luto a no poder contenerse la risa durante el informativ­o, como sucedió en parte a causa del error de una compañera pero tal vez también por la felicidad de que –¡por fin!– RTVE sea una auténtica televisión pública, libre, plural y no alineada con ningún partido o ideología. Pero no hay razones para el alborozo. Todo sigue igual. O peor.

Ningún partido y ningún gobierno nacional o autonómico se ha resistido a la tentación de manipular los medios públicos (un caso límite sería la T V3 que no se atrevieron a meter en cintura democrátic­a). Ni siquiera se han molestado en hacer cumplir a las television­es públicas sus fines de divulgació­n y fomento de la cultura pese a que, por depender del erario público y no de la publicidad, pueden y tienen la obligación de hacerlo. Por el contrario se disputan las audiencias con las privadas para colocar su propaganda. El poco valor que aportan, lo mucho que cuestan y la realidad de la autoprogra­mación on line y las plataforma­s como Netflix, HBO o Movistar+ podría aconsejar la extinción de estos caros dinosaurio­s tan dóciles a las voces de sus amos.

El poco valor que aportan y lo mucho que cuestan debería extinguir a estos caros dinosaurio­s

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