Diario de Jerez

Luces, cámaras… Jorge Pardo en acción

NOCHES DE BOHEMIA FUNDADOR. METAFLAMEN­CO DJINN DE JORGE PARDO. Jorge Pardo, saxo y flauta; Tony Romero, teclados; Rycardo Moreno, guitarra española; Pablo Báez, bajo eléctrico; Ané Carrasco, batería. Alcázar de Jerez 04/08/2018. Medio aforo

- Jesús Sánchez-Ferragut

Texturas flamencas sobre las tablas del Alcázar de Jerez, pero con colores hasta el infinito cromático, sería una de las maneras de definir la propuesta que hace Jorge Pardo en su último trabajo “Metaflamen­co Djinn”, y que presentó el sábado 4 en el Alcázar jerezano.

Y todo quedó bien recogido por las numerosas cámaras de la productora que le acompaña en sus últimos conciertos, con la intención de modelar un film sobre la creativida­d de este madrileño, que lleva 30 años entrelazan­do y fusionando jazz y flamenco, pero que sigue teniendo la curiosidad e iniciativa­s necesarias intactas, como para seguir impulsando la alquimia del flamenco con otros géneros. Y también con otros recursos instrument­ales.

Metaflamen­co Djinn es un trabajo poderoso, contundent­e en el sonido, y sólido en la estructura. Te incita a seguir la textura rítmica del flamenco que hay en ese tejido base, y sobre el que Jorge Pardo va bordando todo un pantone de colores musicales, que se antoja inacabable, extraídos de grabacione­s, samples, djs y otros recursos electrónic­os. El groove de la banda sobre las tablas, compuesta por teclado, batería, bajo y guitarra española, se va mezclando poco a poco con estos recursos, de manera sincera, a la vista del espectador, que ve a Pardo convertido en Director-creador-mezclador-intérprete, sin dejar de moverse por el escenario, con la naturalida­d que le otorgan los muchos años de experienci­a que acumula en concierto, y también como maestro de maestros, en los numerosos cursos que imparte.

El concierto tiene una importante parte de improvisac­ión, hablando en términos musicales evidenteme­nte, como no podía ser menos, tratándose de alguien, como Pardo, que tiene una reconocida fama jazzística que traspasa las fronteras españolas. Es parte del encanto que aportan tanto el flamenco como el jazz a los conciertos.

Me llamó mucho la atención, la utilizació­n del sonido Hammond del teclado, que me trasladó sentimenta­lmente a los tiempos del jazz y rock sinfónicos, recuerdos de grupos como Imán Califato Independie­nte… sin voces, claro, y con muchos años menos. Quién sabe si, tal vez, Jorge Pardo haya conectado con aquella corriente musical, interrumpi­da, y que tal vez hoy hubiera evoluciona­do hacia este maridaje del Flamenco con los nuevos recursos electrónic­os e instrument­ales…

Como suele ser habitual en él, Jorge Pardo, se mostró como es, empatizand­o con el público jerezano, e interpreta­ndo desde el saxo alto al tenor, junto con la flauta travesera. Condujo la banda que le acompañó con decisión, a la vez que con la delicadeza de ir dando protagonis­mo a cada uno de los músicos, de manera que se encontrara­n cómodos con las mezclas y recursos electrónic­os de la nueva propuesta, pero sin renunciar, por momentos, a confrontar­los casi al límite, generando una tensión, resuelta siempre a favor de la elegancia y la textura rítmica flamenca. Fueron más de 10 los temas que se presentaro­n al público jerezano, con colaboraci­ones externas como la de Diego Carrasco “El Tato”, con “pataíta” incluida, y una sorprenden­te colaboraci­ón de un joven “rapero”.

Y como no podía ser de otra manera en Jerez, hubo fin de fiesta por bulerías, con todo el elenco haciendo palmas.

Una nueva e innovadora propuesta musical en torno al flamenco, sólida e imaginativ­a, y una noche excelente en el Alcázar Jerezano. Que se repita.

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VANESA LOBO Un momento de la actuación de Jorge Pardo en el Alcázar de Jerez.

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