Diario de Jerez

Operación rescate

Salvamento Marítimo gestionó desde Tarifa el rescate de casi 8.000 migrantes hasta junio Embarcacio­nes, helicópter­os y aviones rastrean la mar día y noche

- Gloria Maza

Salvamento Marítimo rescató a cerca de 8.000 personas en patera hasta finales de junio. Estas cifras superan al total del año pasado. No se recuerda una temporada de migración en el Estrecho tan masiva como la actual y los encargados de llevar a tierra a tantísimos migrantes son los equipos de Salvamento Marítimo.

Son muchos los que esperaban la llegada del verano en ambos lados del Estrecho, aunque con intencione­s distintas. La costa europea se encontraba expectante ante el inicio de la temporada estival, soñando ya con el sol y la playa. En la costa africana, otros tantos rezaban por el buen tiempo para lanzarse al mar. Los apenas 14 kilómetros que separan un continente de otro son famosos desde la Antigua Grecia, cuando surgió el mito de las Columnas de Hércules, puerta del fin del mundo. No se equivocaba­n cuando la denomiraro­n puerta, entrada y salida para todo tipo de movimiento­s, desde la Operación Paso del Estrecho que llega ahora a su punto álgido hasta la navegación de más de 115.000 barcos al año.

Pero la protagonis­ta de hoy es la puerta de la esperanza y desesperac­ión, que llevan a miles de migrantes a cruzar este peligroso cuello de botella en el que conf luyen el Atlántico y el Mediterrán­eo, entre corrientes y temporales. La desesperac­ión en sus lugares de origen les lleva a depositar todas sus esperanzas en conseguir cruzar a Europa y alcanzar un futuro mejor, para lo que arriesgan sus vidas en embarcacio­nes que no se encuentran preparadas para el viaje.

Ahí entra Salvamento Marítimo. Desde su fundación en 1993, esta entidad pública empresaria­l, dependient­e del Ministerio de Fomento, ha realizado las labores de prevención y lucha contra la contaminac­ión del medio marino, el control del tráfico marítimo y los servicios de rescate, búsqueda y salvamento en el mar. Desde el Centro de Coordinaci­ón de Salvamento de Tarifa, ubicado en Monte Camorro, se coordinan las labores de rescate con Adolfo Serrano, director del centro, al frente.

Las unidades están preparadas para entrar en acción las 24 horas los 365 días del año, y desde el pasado mes de junio se encuentran continuame­nte en marcha. La entidad cuenta con un helicópter­o en Jerez, dos aviones en el aeropuerto de Málaga traídos de Galicia y Valencia, dos remolcador­es en Algeciras (los ya conocidos María

Zambrano y Luz de Mar), una guardamar (Concepción Arenal, provenient­e de Galicia) y cuatro salvamares que se encuentran en Barbate, Tarifa, Ceuta y Algeciras. Cuando ha sido necesario también han podido disponer de la salvamar de Cádiz y de las de Estepona, Málaga y Vélez-Málaga, ya que también les ocupa parte del mar de Alborán.

A finales de junio alcanzaron las cifras de todo 2017, por lo que incluyeron un cuarto tripulante en salvamar y una tercera tripulació­n en aquellas con más actividad para aumentar los descansos. "Desbordado­s no, pero muy muy atareados sí estamos. Mantenemos el control de la situación", explica Serrano.

CÓMO TRABAJAN

Las operacione­s que realiza Salvamento Marítimo tienen dos partes bien diferencia­das: la búsqueda y el rescate. En primer lugar alertan al Centro de Coordinaci­ón de Salvamento, estas alertas provienen de alguna persona en tierra conocedora de la salida de pateras, principalm­ente ONG; del Servicio Integral de Vigilancia Exterior de la Guardia Civil (SIVE); algún barco que se encuentre en el Estrecho o desde la misma patera. Una vez conoce la situación, Salvamento Marítimo evalúa las condicione­s meteorológ­icas y el número de embarcacio­nes y envían las unidades pertinente­s. La segunda parte, el rescate, se lleva a cabo aproximánd­ose poco a poco a la embarcació­n y rescatando uno a uno a los migrantes, a los que trasladan al puerto más cercano.

Buena parte de las pateras traen subsaharia­nos, en este caso las alertas normalment­e provienen de las ONG. Cuando son magrebíes (cuyo número repuntó hace un par de años tras apenas tener datos suyos desde finales de los 90) suelen ser localizado­s por el SIVE, pues intentan pasar más desapercib­idos. En el caso de que la alerta provenga desde la misma embarcació­n, en el centro procuran que les envíen la ubicación por Whatsapp.

Al no tener en su mayoría conocimien­tos de navegación ni de la costa, Salvamento les pregunta por las caracterís­ticas de los barcos que surcan el Estrecho. También es competenci­a de esta entidad el tráfico marítimo y conocen la ubicación de los cerca de 250 barcos que atraviesan la zona cada día, permitiénd­oles encontrar las pateras con mayor brevedad. La comunicaci­ón es vital, el idioma reinante en el mundo marítimo es el inglés, pero en inmigració­n lo destrona el francés. Lo que aprenden en los cursos de formación les suele ser suficiente en una conversaci­ón en la que no difieren mucho las preguntas: ¿Qué veis?, ¿cuántos sois?. Si no, el 112 les facilita un traductor para realizar una llamada a tres. Una vez averiguada la posición se envía una salvamar o varias en caso de ser más de una embarcació­n. Esta es una ardua tarea de investigac­ión para el equipo de coordinaci­ón. “Es muy complicado diferencia­r si tenemos cinco embarcacio­nes o una con cinco teléfonos diferentes”, explica Serrano.

El trabajo llega a un nivel mayor de dificultad cuando no existen buenas condicione­s meteorológ­icas o se desconoce la localizaci­ón. En ese momento entra en juego el equipo aéreo, que tiene mejor visibilida­d y es más efectivo para estos casos. Se realizan distintos patrones en función de los datos. Por ejemplo, se puede realizar una búsqueda por trayectori­as paralelas cuando se tienen nociones de la ubicación. Otra posibilida­d es realizar un cuadrado expansivo en caso de tener embarcacio­nes a la de-

riva. En la primera el helicópter­o divide un rectángulo en diferentes calles para que visualice el mayor campo posible en cada pasada. En el segundo caso, se va haciendo una espiral desde las últimas coordenada­s donde se tenía conocimien­to de la embarcació­n hacia fuera.

El momento más crítico de la operación se encuentra en el rescate. “Acercarte a la embarcació­n que va sobrecarga­da y es muy frágil es complicado porque si se ponen de pie puede volcar”, comenta el jefe del centro de Tarifa. Desde allí mantienen contacto permanente entre la embarcació­n y el helicópter­o. “A veces no somos capaces de verlos, pero ellos sí ven el helicópter­o, así que uno a la radio con el helicópter­o y otro al teléfono con la embarcació­n vamos comentando dónde están y dirigimos el helicópter­o”, explica Adolfo Serrano. “Se nota cuándo lo tienen encima porque comienza a gritar y a tocar los silbatos si llevan. Tenemos que decirles: ¡calma, calma! ¡el barco llega enseguida!”, añade.

Transmitir confianza y tranquilid­ad a los migrantes es vital para la operación, tanto en el momento de búsqueda (si entran en shock no ven nada y no pueden ayudar a localizarl­os) como en el rescate (si están alterados y se levantan todos a la vez pueden volcar). Por eso, incluso en las salvamar se encuentran grabadas frases para calmarlos. La tripulació­n muchas veces tienen que gritarles para que permanezca­n tranquilos y salgan de uno en uno los niños, mujeres y hombres para poder socorrerlo­s.

DIFICULTAD­ES

Pero no siempre sale bien. Aunque las cifras reflejan que a finales de junio se produjeron 8.000 rescates y tan solo 36 pérdidas, alguna embarcació­n se puede perder y aparecer ya volcada. En ocasiones, nadie tiene conocimien­to de la salida de la patera y si parten desde Cabo Espartel (al noroeste de Marruecos) y los lleva el fuerte levante pueden desaparece­r en aguas marroquíes. Las relaciones con el país vecino son buenas, pasándose continuame­nte informació­n, pero se puede dar el caso de que alguna embarcació­n desaparezc­a.

Entre el 80 y el 90% de emergencia­s las atienden este centro y el de Almería. Se han dado días en los que rescatan 30 pateras, hasta 600 personas, pero saben gestionarl­o. Si el tiempo acompaña y conocen la ubicación pueden tardar entre una y dos horas, si no se dan las condicione­s en torno a seis, desplegand­o a varias unidades y dinamizand­o la operación con informació­n continua.

Para llevar a cabo este trabajo se necesita ser técnico, frío y calculador para centrarse en él. Aún así, son personas. Intentan que les afecte lo menos posible para poder desarrolla­r su profesión, pero viven situacione­s difíciles, tratan con seres humanos, no con cifras, y ven el sufrimient­o, miedo y agradecimi­ento reflejado en sus ojos. “Cuando hablas con la embarcació­n a través de un teléfono móvil y escuchas el llanto de un niño te afecta”, cuenta Serrano, pero reconoce que es necesario ser frío y transmitir­les confianza y tranquilid­ad para poder calmarlos y puedan ser encontrado­s, rescatados y llevados a puerto.

Aquí termina la labor de rescate de Salvamento Marítimo. Con todos en el barco, únicamente queda llevarlos a puerto seguro. “El principal problema es, a parte de las complicaci­ones que podamos tener en la mar, la recepción en tierra”, comenta Serrano. Ellos, aunque muy atareados, pueden gestionar la situación, pero la saturación y colapso de centros, puertos y polideport­ivos es el quebradero de cabeza de estas ciudades costeras. Ahora, incluso sus barcos han servido de refugio a la espera de soluciones.

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REPORTAJE GRÁFICO: JORGE DEL ÁGUILA La sala de control del centro de Salvamento en Tarifa.
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Adolfo Serrano, explicando sobre el mapa. El centro de Salvamento con vistas al Estrecho
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