Diario de Cadiz

LOS NUDOS, QUE NO SE DESATAN SOLOS

- JAVIER ALÉS

MUCHAS veces los mediadores decimos que somos valedores de la comunicaci­ón. Las personas en conflicto necesitan de nuestra traducción para poder encontrar puntos de acuerdo, pero en esta ocasión prefiero hablar de las dificultad­es que nos encontramo­s. Esos nudos, que, si no somos capaces de “desatar”, tampoco seremos capaces de reforzarlo­s y hacer que las personas apuesten por la mediación.

Pero, ¿qué es un nudo para nosotros? Tengo un “nudo” en la garganta; otros hablan de un “nudo emocional”; “no sé cómo va usted a deshacer este nudo”…

Un nudo es un lazo que puede apretarse y cerrarse de manera tal que, mientras más se tira de sus extremos, más se aprieta. Por lo general, resulta difícil que el nudo pueda desprender­se por sí mismo. Por ejemplo: “voy a sujetar la lona con un nudo para evitar que se vuele”; “¿me ayudas a abrir la bolsa? El vendedor cerró el nudo demasiado fuerte”; “hace dos horas que estoy tratando de desatar este nudo y no puedo”. Son frases vulgares que oímos cada día, pero que a los mediadores nos llevan a viajar por los nudos que nos encontramo­s en el conflicto, ya que nuestra misión es tanto deshacer un nudo que impide que vean más allá de lo ocurrido, como a su vez, elaborar un nuevo nudo que consiga que el acuerdo sea duradero.

En otros ámbitos como en la náutica o el montañismo, los nudos son imprescind­ibles para garantizar la seguridad de las actividade­s y para evitar que se pierdan las cuerdas y –por lo tanto– sufrir imposibili­dades en la navegación o la escalada.

Siguiendo esta misma “literatura”, existen otros usos en los que recurrimos a la palabra “nudo”, como –por ejemplo– la inf lamación que se genera en determinad­os tendones o huesos por enfermedad o accidente; también el tronco del que salen las ramas de un árbol; o cuando mencionamo­s los acontecimi­entos que se encuentran entre la trama y el desenlace de las narracione­s.

Por lo tanto, podemos decir que los nudos se interpreta­n de varias maneras, pero quiero que apostemos/apostéis por la mediación para gestionar vuestros “nudos”.

En nuestro trabajo, nos referirnos a la importanci­a de dar con la informació­n necesaria, cuando en un conflicto necesitamo­s saber cuál es el “nudo” que impide la soltura de las versiones de cada parte. También podemos pensar en la importanci­a de las emociones cuando no se manifiesta­n, porque muchas veces el “nudo” impide mostrarlas con claridad. A veces podríamos hablar de la clave del problema, del “nudo” del conf licto. Y si me permitís, también valdría el “nudo” de la argumentac­ión o la “velocidad” en las distintas sesiones de mediación, cuando ya vamos “a velocidad de crucero”, medida de velocidad que se utiliza en la navegación por aire y por mar.

Y si nos referimos por ejemplo a los “nudos” emocionale­s, son aquellos que a quien los sufre, impiden tener libertad de decisión, por cuanto suponen decepcione­s, bloqueos, falta de capacidad, por culpa de una “madeja mental”. Este tipo de “nudo” supondrá –y hemos de estar preparados– que quien los sufre se encuentra anclado en el pasado y no es capaz de mirar más allá, a su futuro. Ahí los mediadores debemos ser capaces o de derivar a expertos o de saber desenlazar el mismo, porque la mayoría de las veces quien sufre un “nudo” intentará huir de lo ocurrido. Y para ello la única fórmula, es el análisis de lo ocurrido y la paciencia. Muchas veces hemos escrito ya sobre la paciencia, pero se antoja fundamenta­l si queremos desenredar­lo.

Aristótele­s decía que “no se puede deshacer un nudo si no sabemos primero cómo está hecho”.

La psicología Gestalt nos impulsa a trabajar la toma de conciencia sobre todo aquello que acontece en nuestro interior, impulsando a su vez un sentido auténtico de responsabi­lidad con nosotros mismos. Hacerles responsabl­es en una mediación, de sus propias soluciones, requiere una gran formación en este campo. Trabajemos por tanto el aquí y ahora, que nos ayudaran en todo momento a deshacerlo.

Y por último me referiría al “nudo legal”. Ese que nos tiene en vilo, porque no sabemos bien interpreta­r una norma o en su caso, motivar o reflexiona­r sobre tal o cual cuestión. Yo siempre animo a los alumnos a profundiza­r en las exposicion­es de motivos y los preámbulos de las normas. Allí donde el legislador expone cuál fue su intención a la hora de promulgar esa norma ya que, ello nos ayudará a entenderla y a valorar cuál es el “espíritu de la ley”. No olvidemos nunca que los mediadores trabajamos, en aquello que las partes entienden como lo más justo y equitativo.

Quien padece el tipo de “nudo emocional” se encuentra anclado en el pasado y no es capaz de mirar más allá, a su futuro

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