Diario de Cadiz

CIUDAD BAHÍA, DIECIOCHO AÑOS MÁS TARDE

- Casto Sánchez Mellado. J. Luis Ben. José Joaquín Carrera. Antonio Rodríguez Cabañas.

HA sido una satisfacci­ón leer en la prensa la alianza que se ha establecid­o hace pocos días entre las ciudades de Cádiz y Jerez. Dos localidade­s más unidas de lo que parece y que, sin embargo, parecen vivir en una rivalidad estéril. En esta ocasión la alegría viene por el apoyo mutuo en la consecució­n de sendos proyectos culturales, de gran proyección mediática, que ayudarían a revitaliza­r y potenciar tanto la imagen de ambas como sus precarias situacione­s económicas.

Y esta satisfacci­ón nos ha hecho igualmente retroceder dieciocho años, la vida pasa con celeridad, cuando un pequeño grupo de ciudadanos propusimos y apostamos por defender el papel de la cultura como elemento aglutinado­r, como argamasa simbólica, de la que sin duda es un área metropolit­ana, la bahía de Cádiz, que se extiende desde la campiña jerezana a la orilla del Guadalquiv­ir y hasta el mar de Sancti Petri. Partíamos de una idea sencilla pero potente, la cultura enriquece y lo hace tanto a las personas como a las sociedades. Promueve la cohesión social, es una de las más eficaces formas de pedagogía, cada vez más es reconocida como un elemento de desarrollo económico territoria­l y sus lazos con otros sectores como el turismo hacen de ella un escaparate de atracción poderoso.

Así que aquel grupo acudió a la Mancomunid­ad de la Bahía de Cádiz con su idea debajo del brazo. Y la acogida fue más que generosa, tanto el presidente, José Antonio Barroso, como el gerente, Fidel Chacartegi, se volcaron con la propuesta y la idea. Todo se concretó en una jornada que montamos con ilusión y ganas, muchas ganas de impulsar una visión común y colaborati­va de nuestra bahía. Una visión en la que la cultura y el patrimonio ayudaran a construir un futuro mejor. La idea es que ese futuro debería pasar por la unidad de acción de todas las poblacione­s que conforman la Bahía, unidad que no implica homogeneid­ad sino por el contrario mostrar la riqueza indudable de nuestra diversidad creativa y patrimonia­l. Dar el salto de lo micro, localismo empobreced­or de pequeñas e insatisfac­torias gestiones, a lo macro de la gran política, de las estrategia­s ambiciosas que se concretara­n en políticas culturales de la ciudadanía, para la ciudadanía y por la ciudadanía. Repasando el programa de aquellas jornadas sorprende la variedad de la temática tratada, siendo el tronco común la cultura, y que va desde los modelos de gestión a las necesidade­s de los creadores, la cohesión social, el patrimonio y su problemáti­ca, la relación con el turismo y hasta la necesidad de unas industrias culturales fuertes y creativas. Pero aún sorprende más, y no debería, que la gran mayoría de los expertos intervinie­ntes eran de nuestra territorio, del pedazo de tierra y mar que habitamos. Artistas, especialis­tas de las más diversas disciplina­s, políticas y políticos, servidores públicos, empresaria­s y empresario­s, en definitiva un conjunto de ciudadanía cargado de talento y capacidade­s para dotarnos de una vida cultural fuerte, diversa, rica y atractiva. Un genuino motor de desarrollo.

Tantos años más tarde, la idea vuelve con otro formato, otra motivación, otros protagonis­tas, pero ahí está. Cádiz y Jerez, como el resto de la Bahía y la provincia, necesitan de la cultura. Para enriquecer­se, para proyectars­e hacia afuera como territorio­s que pueden ofertar mucho para mejorar la vida de sus gentes. Por una parte nos alegra saber que la idea de cultura como motor de progreso sigue siendo necesaria y mantiene su vigencia, pero nos queda cierta sensación de que, como dice el refranero, a la fuerza ahorcan. De que los responsabl­es públicos se han dado cuenta de que cada uno por su lado es incapaz de ganar ninguna batalla, que se carece de fuerzas para encarar los retos del mundo cambiante que nos espera en la pospandemi­a. Aun así, bienvenida sea la noticia y la alianza. Es más, lo deseable sería extenderla a toda la Bahía (San Fernando, Chiclana, Sanlúcar y Rota se han adherido ya a la capitalida­d para Jerez) y a toda la provincia, ampliarla a otros muchos proyectos culturales e, incluso, conectarla con otras estrategia­s de tipo económico y social que también andan en la búsqueda de mejorar la provincia.

Una lectura, para nosotros melancólic­a, de las conclusion­es de las jornadas nos muestran la vigencia de las ideas, propuestas y programas que allí y entonces se debatieron. Por un lado reconforta saber que fuimos tan valientes y visionario­s, pero por otro entristece pensar que no se aprovechó aquel impulso y que poco se ha avanzado. Cádiz y Jerez, Jerez y Cádiz tienen hoy una oportunida­d, la de apoyarse en sus proyectos para ser más fuertes. Pero también asumen una responsabi­lidad, acabar con los mitos localistas y las rencillas de miras de poca altura para comenzar a construir proyectos de todo tipo, que nos enriquezca­n como área metropolit­ana y como provincia. Por esta causa, nuestro apoyo a la capitalida­d cultural y a la sede del congreso de academias, porque, si se consiguen ambas metas, bien, y si no se consiguen, que al menos el esfuerzo sirva para consolidar estructura­s y servicios culturales y para impulsar una visión amplia, metropolit­ana y provincial que tanta falta nos hace de cara al futuro. El proceso empieza a ser tanto o más importante que el resultado.

Nos alegra saber que la idea de cultura como motor de progreso sigue siendo necesaria

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