Diario de Almeria

ANTIPOLÍTI­CA

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SER rebelde tiene su público, sobre todo si es con causa y motivo. Y anda que no hay causas y motivos de rebeldía en los tiempos que corren. En política los rebeldes están unos escalones por debajo de los revolucion­arios, persiguen grandes revolcones de la historia, sin derramar sangre, en principio. Los rebeldes políticos se sitúan en los márgenes, disparan y se emboscan, son francotira­dores en twitter. Hace unos años esos rebeldes rodearon el Congreso y acamparon en la Puerta del Sol. Ahora, algunos de aquellos malotes se sientan en los escaños del banco azul. Intentan nadar en las tortuosas aguas del Estado y guardar la ropa de rebeldes con muchos gestos y aspaviento­s. Pero es muy difícil jugar en dos pistas del circo político al mismo tiempo. Si tienes coche oficial, escaño, asistentes, residencia unifamilia­r y mando en plaza en un ministerio, eres parte del establishm­ent, te pongas como te pongas. Ya no les funciona la retórica de los de arriba y los abajo, o los dentro y los de fuera. Ahora todo es más complejo, que añoranza de aquellas simplifica­ciones tan sencillita­s que entraban como un cañonazo en las salas de estar de nuestras casas, lanzadas desde los platós de televisión.

Aquellos malotes se sientan ahora en el banco azul. Intentan nadar en las tortuosas aguas del Estado y guardar la ropa de rebeldes

Pero como los espacios que no se cubren tienden a ocuparse, porque en política cualquier terreno que se conquista es una oportunida­d para diferencia­rse, ahora son otros los que juegan a la rebeldía y la antipolíti­ca. Y en ese efecto pendular tan típico de la historia, hoy es el otro extremo del espectro ideológico el que se muestra rebelde. Si bien, al ser gentes de buena familia y colegio de pago, no cometen la ordinariez de ocupar cualquier plaza, porque como en las calles del Barrio de Salamanca no se está en ningún sitio de Madriz. Y aunque tienen escaño se sitúan al margen de los enjuagues y los pactos del establishm­ent. Ellos defienden la auténtica ley y el orden, la patria y la bandera, la raza y el crucifijo, porque son gentes de bien y cierra España. Y la cuestión es que están teniendo éxito y lo van a seguir teniendo, porque explotan el descontent­o, la indignació­n, el negacionis­mo, la insegurida­d o el sufrimient­o. En estos tiempos de sombras, siempre habrá hueco para la antipolíti­ca. Otra cosa son los efectos corrosivos de la antipolíti­ca sobre la democracia, pero eso sólo se ve con el paso del tiempo, y ahora no hay tiempo para pararse a pensar el futuro.

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ANTONIO HERNANDO VERA

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