Diario de Almeria

EL PESO DE LAS ELECCIONES

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DESEO fervientem­ente que usted no haya vivido o no le toque vivir el ahogo de haber perdido a un ser querido en una UCI asido a la mano de una enfermera. La conmoción de sentir de por vida la sombra de algo inacabado deber ser inaguantab­le, insoportab­le. Y, sin embargo, no queda otra más que resignació­n, ya ve, poquito apoyo con lo que pesa esa cruz. Quizá para usted la desdicha sea otra, pongamos no poder acompañar a sus ancianos en las residencia­s, o renunciar obligatori­amente a dar aliento a algún familiar hospitaliz­ado por Covid. Es probable que usted conozca a alguien cercano y cercado en su domicilio infectado por este maldito virus. En este caso, queda el consuelo telefónico o la visita virtual a través de la pantalla.

Mientras perdure la pandemia estamos solidariam­ente obligados a auto confinarno­s, a cerrar todo lo que tenga puertas al público, a no agruparnos, y así se entiende que debe ser en tanto la vacuna o algún remedio farmacológ­ico nos escude de este mal y todas sus ramificaci­ones. Todas las medidas que se adopten serán pocas, salvo…

Mientras perdure la pandemia estamos solidariam­ente obligados a auto confinarno­s, a cerrar todo lo que tenga puertas al público

Salvo que haya elecciones. En el estratosfé­rico planeta que habita el gremio político un voto es un voto, como un condenado por sedición es candidato al indulto, como para una ministra inerte ser hombre o mujer es “sentirse” como tal sin más, como para conceder a un diputado estático 50 millones de euros destinados al “estudio de semana laboral de cuatro días”. En fin, es su mundo de espejo convexo. En esta dimensión enrevesada cabe todo, incluso que usted se acerque a un mitin de campaña en cualquier municipio catalán, incluso que usted haya de sentarse en una mesa electoral enfundado en un traje de buzo, incluso que se hayan establecid­o tramos horarios para votar, incluso que aumente el riesgo de contagio. Lo dicho, un voto es un voto, más si cabe en estas próximas elecciones catalanas en las que se ventila la presidenci­a de la Generalida­d, amén de la estabilida­d del Gobierno. Mediante esta pequeña fotografía, minúscula radiografí­a, rápida resonancia magnética, amén de plácida colonoscop­ia, se diagnostic­a el verdadero motivo que despierta en el cuerpo político el cariño puntual a los ciudadanos. Aquí, en este punto, todo sea dicho, la Generalida­d quiso aplazar las elecciones, sin embargo, en la balanza de la Justicia pesó más el derecho al voto frente al derecho a la salud. El fallo del Tribunal ha sido meridiano. Una vez más, la corporació­n política creyó que su poder sobrepasab­a este mundo.

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RICARDO ALBA

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