La autoficción de Manuel Azaña
Manuel Azaña (Alcalá de Henares, 1880-Montauban, Francia, 1940) es de sobra conocido en su actividad como político que le llevó a ser presidente de la Segunda República española. Pero lo es menos en cuanto a periodista y escritor, pese a haber obtenido en 1926 el Premio Nacional de Literatura y tener una muy considerable producción que abarca numerosos géneros: diarios, biografías, ensayos, discursos, narrativa y teatro. En este último, destaca ‘La velada en Benicarló’, pieza publicada en Buenos Aires en 1939, con su autor ya en el exilio. Más de una década antes, entre septiembre de 1921 y junio de 1922, aparecieron por entregas en la revista ‘La Pluma’ varios capítulos de su novela ‘El jardín de los frailes’, dada completa a la imprenta en 1927. Ahora, al cumplirse cien años de que viera la luz, Drácena nos ofrece la que quizá sea la edición más cuidada con cerca de ciento cincuenta notas y un clarificador prólogo del profesor Ángel Luis Prieto de Paula. ‘El jardín de los frailes’ podría, ‘mutatis mutandis’, encuadrarse en la hoy tan traída y llevada autoficción. Azaña rememora novelizándolos los recuerdos de su paso, desde los quince hasta los veinte años, por el colegio de los agustinos de El Escorial, a los que acompañan referencias a momentos anteriores de su vida, y reflexiones sobre la educación y otros asuntos. Escrita en primera persona por un narrador sin nombre, no se oculta en la novela la posición anticlerical azañista, pero, más allá del contenido ideológico, ha de valorarse la habilidad literaria de Azaña en construir un buen relato de formación vital e intelectual.
El jardín de los frailes Manuel Azaña Drácena, 2021