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GEORGIA Y MARÍA: AFINIDADES SECRETAS

Astiberri y el Museo Thyssen editan, coincidien­do con la muestra, un cómic de María Herreros con Georgia O’Keeffe como protagonis­ta. Ambas se mimetizan en las viñetas

- ASIER MENSURO

ay artistas con vidas mediocres, los hay a la altura de sus obras, y, en ocasiones muy especiales, surgen genios cuya vida es aún más fascinante que sus extraordin­arias creaciones. Este es el caso de Georgia O’Keeffe, y así lo refleja el cómic que nos ocupa, la personal biografía sobre la pintora norteameri­cana que realiza María Herreros: una novela gráfica que edita Astiberri junto al Museo Thyssen-Bornemisza.

Herreros afirma que este trabajo la ha cambiado. Y es muy probable que así sea, ya que la creación de un cómic de estas caracterís­ticas necesita de un importante trabajo de documentac­ión, y de un proceso aún más intenso de introspecc­ión.

La historieti­sta se sumerge en el mundo de O’Keeffe, y poco a poco, surgen afinidades secretas. Herreros se fascina con las primeras obras de la pintora realizadas a carboncill­o. Se retrotrae a su adolescenc­ia, cuando dibujaba compulsiva­mente con lo que tenía más a mano, un portaminas de su padre y un paquete de vulgares folios. O’Keeffe y Herreros inician su búsqueda como artistas prescindie­ndo del color; y la historieti­sta decide emular dicha técnica en el cómic. Todos los originales están trabajados de

Hesta forma, y solo después se añade el color con técnicas digitales. En sus páginas, la línea y la mancha lo expresan prácticame­nte todo; pero además consigue incorporar nuevas emociones mediante un uso inteligent­ísimo del color. Inicia su biografía eligiendo tonos sutiles y poco saturados; pero a partir del momento en que O’Keeffe se traslada a vivir a Nuevo México, incorpora a su paleta un azul muy intenso. El resultado es pura poesía visual. Con ese azul, consigue transmitir la inmensidad de los cielos del desierto americano. La historieti­sta aprende de la pintora. Como ella, se fascina por la mirada cercana a las cosas, a los objetos más cotidianos y vulgares. Se crea así una suerte de «nueva objetivida­d» trasladada a la viñeta. Cada forma, cada textura, cada variación de luz sobre una superficie se convierte en un «mundo» que está ahí para ser captado por una mirada aguda, distinta y personal de la realidad.

Y luego está el cine. La gran pantalla es para Herreros continua fuente de inspiració­n. Las imágenes de su cómic deben mucho al séptimo arte en lo que a composició­n se refiere. En sus páginas, grandes ventanales marcan los planos. Georgia en su estudio, y, tras la cristalera, el desierto infinito. Resulta imposible no acordarse de ‘Ciudadano Kane’ y la mítica escena en la que, en el interior del hogar, se decide el futuro del joven Charles Foster Kane.

Más que ventanas

Esta estructura por planos está presente a lo largo de toda la novela gráfica; si bien, «la ventana» no es siempre una ventana. Hay distintos planos en una misma página marcados por viñetas superpuest­as sobre un único fondo que cumplen la misma función. Por influencia de O’Keeffe, y a imitación de los ovalados orificios de diversos huesos a través de los que la americana veía todo un mundo, Hetreros dibuja viñetas con estas formas sinuosas que, sin ningún problema, pueden tildarse de auténticos óculos.

Otro recurso que ambas tienen en común es su gusto por los primerísim­os planos, por los detalles y los fragmentos. Aquí, pintura y cine se dan la mano. La mirada próxima es fruto del acercamien­to de Herreros al mundo de O’Keeffe, pero la sucesión de viñetas que muestran detalles de una misma escena para crear una suerte de montaje tiene fuertes reminiscen­cias cinematogr­áficas.

Desde la sombra

Los continuos primeros planos que Herreros realiza del rostro de la artista recuerdan de forma muy intensa a los de la Juana de Arco de Dreyer. Al comienzo de la historieta, la joven O’Keeffe crece a la sombra de Stieglitz; es la historia de la niña y su mentor. Pero con rapidez, florece y se hace inmensa. Herreros lo dibuja así, con una O’Keeffe que gana en escala, mientras Stieglitz va menguando en proporcion­es. Este es solo un ejemplo del inteligent­e dibujo expresioni­sta a través del cual conduce toda la obra.

La mirada de Picasso fascinó a la vanguardia, convirtien­do sus ojos en un icono que deja traslucir el espíritu del genio. A Herreros le fascina O’Keeffe en estos mismos términos. En las páginas de su álbum, hay una auténtica colección de retratos de la artista con miradas directas al lector que le invitan a sumergirse en esos ojos infinitos.

Decía al principio que O’Keeffe ha cambiado a Herreros. Las especiales circunstan­cias vividas el pasado año durante el confinamie­nto hacen que Herreros se recluya en su casa, y pueda centrarse sin distraccio­nes en el mundo de la pintora. Los desérticos paisajes de Georgia se convierten en los únicos de Herreros; y la artista y su legado, en compañera muy cercana. En unas circunstan­cias distintas, este cómic sería otro.

Afinidades secretas. Georgia y María. Una mirada única, que solo puede expresarse a través de la historieta. Les recomiendo que no se la pierdan.

LA HISTORIETI­STA APRENDE DE LA PINTORA. COMO ELLA, SE FASCINA POR LA MIRADA CERCANA

Talleyrand

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Detalle de las páginas del cómic que Herreros dedica a la artista norteameri­cana
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Arpa, 2021 430 páginas 21,90 euros
Xavier Roca-Ferrer Arpa, 2021 430 páginas 21,90 euros

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