Córdoba

La princesa Leonor recibe la Gran Cruz nd del Mérito Militar de manos del Rey

Después de once meses, la heredera al trono pone fin a su formación en la Academia General Militar, de la que sale como dama alférez cadete

- ALFONSO TREMUL

La Academia General Militar de Zaragoza vivió ayer uno de esos días que a buen seguro quedó para la posteridad al despedir a Leonor de Borbón y Ortiz del que ha sido su centro académico y militar, su hogar, a lo largo del presente curso. La heredera al trono del Reino de España, que llegó con vaqueros y en mangas de camisa a las tierras aragonesas como Princesa y marcha ahora con el uniforme de gala ya como dama alférez cadete, emuló la escena que protagoniz­aron el pasado siglo los dos últimos predecesor­es en la línea sucesoria de los Borbones, su abuelo, el rey emérito Juan Carlos I, y su padre, el rey Felipe VI. Y lo hizo por la puerta grande en una jornada de marcado carácter castrense en la que fue alabado su «esfuerzo» y «sacrificio» después de iniciar «con muchas ganas» el camino hacia el trono allá por agosto. Este miércoles, casi un año después de aquella bienvenida, se despidió como dama –ya alférez– cadete y con la recepción de una insignia, la Gran Cruz al Mérito Militar, que premia su «encomiable dedicación» en las filas del Ejército de Tierra.

De tales honores se encargó el Rey tras el paso adelante que dio la primogénit­a en el Patio de Armas, el cuadriláte­ro empedrado que fue colmado por los familiares y los allegados de los 456 oficiales que este miércoles recibieron los despachos reales. A Leonor la recibió Su Majestad El Rey con la cercanía que siempre acompaña a padre e hija, le entregó Felipe el diploma distintivo de su nombramien­to como alférez y, apenas unos segundos después, la abrazó una vez ya le había entregado la Gran Cruz al Mérito Militar. El gesto del monarca, sincero y espontáneo, levantó los primeros aplausos entre el público hasta que las palmas elevaron los decibelios a la categoría de ovación antes de que la Princesa ocupara su sitio en el palco presidenci­al.

Quedó entonces flanqueada por la ministra de Defensa, Margarita Robles, y por su padre, acompañado el monarca de la reina Letizia y de la infanta Sofía. Desde allí escuchó atenta las palabras con las que el general director de la Academia, Manuel Pérez López, se dirigió hacia ella y hacia sus compañeros durante el turno de la alocución. Empezó, con permiso del respetable, por Leonor, a quien se dirigió con un breve repaso de su estancia en las instalacio­nes militares, las mismas que, aventuró, van a «echar de menos» a la dama cadete Borbón Ortiz. «Sé que os lleváis una gran mochila llena de experienci­as, valores, conocimien­to, amistad y compañeris­mo», dijo.

La ceremonia

Fue el momento cumbre de la ceremonia que dio inicio a las 11.10 horas con la formación del batallón entre los que se entremezcl­aban rostros jóvenes y otros más arrugados, aquella diferencia generacion­al entre los oficiales de acceso directo (294) y los de promoción interna (162) que vieron recompensa­dos los primeros años de carrera militar o, en su caso, una dilatada trayectori­a en las Fuerzas Armadas o en la Guardia Civil.

Todos ellos recibieron los reales despachos de empleo en la Academia

General Militar por parte de una pequeña representa­ción de la sociedad civil aragonesa. Minutos antes, el monarca había condecorad­o a los cinco primeros oficiales de la LXXIX Promoción del Cuerpo General del Ejército de Tierra –Luis Óvilo, Enrique Elicegui, Juan Villanueva, David Álvares y Jorge Fuentes– y a los números uno del Cuerpo de Intendenci­a del Ejército de Tierra y de la Escala de Oficiales de la Guardia Civil. Con ellos intercambi­ó unas breves palabras el rey Felipe VI antes de que regresaran a filas.

Fue el preludio al paso por los actos protocolar­ios –entre ellos, el homenaje a los caídos, la interpreta­ción del himno de la Academia o el recitado del artículo primero del decálogo del cadete– que rodean a una ceremonia de esta naturaleza antes de que los oficiales desfilaran a lo largo de la Avenida del Ejército bajo la atenta mirada de la Familia Real. Solo esperaban la irrupción del Rey en la confluenci­a de la misma vía con la calle Alhucemas. Llamó a romper filas por última vez y salieron despedidas un montón de boinas hacia el cielo.

 ?? Miguel Ángel Gracia ?? El Rey abraza a su hija, la ya alférez Leonor de Borbón y Ortiz, ayer, en la Academia General Militar de Zaragoza.
Miguel Ángel Gracia El Rey abraza a su hija, la ya alférez Leonor de Borbón y Ortiz, ayer, en la Academia General Militar de Zaragoza.

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