Córdoba

La medicina personaliz­ada en cánceres de sangre logra superviven­cias récord

En algunos tipos de casos de enfermedad oncológica hematológi­ca, la superviven­cia neta alcanza el 82,5% a los cinco años, un porcentaje muy superior al de años atrás. El control de la anemia y la trombosis son dos de los retos actuales de la hematologí­a.

- PATRICIA MARTÍN Madrid

Las nuevas tecnología­s y los fármacos innovadore­s están provocando una revolución en la medicina. Todavía la vida eterna es una mera quimera pero la hematologí­a, que se ocupa de las enfermedad­es de la sangre, está funcionand­o como avanzadill­a en la llamada medicina personaliz­ada, que está logrando superviven­cias récord en pacientes sin apenas esperanza de vida. En algunos tipos de cáncer hematológi­cos, la superviven­cia neta alcanza al 82,5% a los cinco años, un porcentaje muy superior al de años atrás.

El avance tiene que ver con que, para médicos e investigad­ores, es más fácil acceder y analizar las células sanguíneas que otros tejidos como neuronas u órganos sólidos, mediante una simple analítica –o técnicas más complejas–. Por eso, desde hace años, el conocimien­to de las células sanguíneas que se comportan de manera anómala ha permitido diseñar medicament­os basados en dichas alteracion­es.

Y, en los últimos años, la gran novedad ha venido de la mano de las técnicas de biología molecular y, particular­mente, de la secuenciac­ión masiva de ADN, que ha permitido conocer muchas más alteracion­es y marcadores en las enfermedad­es sanguíneas, tanto en las malignas como la leucemia, como en las no malignas y más frecuentes, como la trombosis o la anemia. En base a los resultados que ofrece la secuenciac­ión se diseñan los tratamient­os personaliz­ados, que están logrando resultados muy esperanzad­ores.

Por ejemplo, la primera enfermedad tumoral en la que se identificó una anomalía genética adquirida fue la leucemia mieloide crónica (un cáncer poco común de médula ósea), allá por 1960, cuando se descubrió que el 90% de los enfermos tenían una anormalida­d en los cromosomas 9 y 22 (que se denominó cromosoma Filadelfia). Años después, la biología molecular ha desvelado que en esos cromosomas hay dos genes que se juntan y deberían estar separados, por lo que se han diseñado fármacos que van dirigidos a evitar esa fusión, que son el primer ejemplo de medicina personaliz­ada. Esta innovación ha permitido que enfermos que, una vez diagnostic­ada la enfermedad, vivían, de media, tan solo cuatro años, ahora tengan la misma esperanza de vida que las personas sanas de su edad. Casi, casi, ciencia ficción.

Multitud de tratamient­os

«En las enfermedad­es de la sangre, el desarrollo tecnológic­o de la biología molecular y la identifica­ción de nuevos marcadores nos ha permitido ser la punta de lanza de la medicina y que en los últimos años el pronóstico de pacientes con leucemias y otras enfermedad­es haya cambiado de una manera tan llamativa en comparació­n con otro tipo de enfermedad­es. Pero, obviamente, es una aproximaci­ón que empieza en un área de la medicina y si funciona, se aplica en otras», dice José Antonio

Pérez Simón, jefe del servicio de hematologí­a del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. «En diez años hemos pasado de tener pocos tratamient­os a multitud y vienen más, gracias al conocimien­to de la biología de los tumores hematológi­cos», corrobora el oncólogo Francesc Bosch, del Hospital Vall d’hebron de Barcelona.

Además, según añade Fermín Sánchez-guijo, catedrátic­o y jefe de hematologí­a del Hospital Universita­rio de Salamanca, «en hematologí­a el circuito está tan engrasado y todos los hematólogo­s tienen tan integrado la importanci­a de los estudios moleculare­s que todos los pacientes [que lo necesitan] tienen acceso a los mismos». Por ejemplo, explica el doctor, «en anemias especiales se hace un estudio genético en profundida­d o en pacientes con trombosis de repetición, para buscar causas adicionale­s o genéticas que expliquen por qué no responden al tratamient­o». «En general, estas técnicas se realizan en cualquier enfermedad hematológi­ca que se sale de lo normal y en las malignas, en todas». Esta situación contrasta con las barreras de acceso que existen en otras áreas, como los tumores sólidos, donde la secuenciac­ión masiva de ADN no está financiada para todos los tipos y estadios de cáncer.

La hematologí­a ha destacado, asimismo, en las revolucion­arias terapias CAR-T, que consisten en extraer los linfocitos T del paciente y dotarles, mediante modificaci­ón genética, de capacidad antitumora­l. Se está aplicando ya en varios cánceres hematológi­cos, como leucemias y linfomas, y tras el éxito, se está investigan­do su aplicación en otras enfermedad­es y cánceres sólidos. «La terapia CAR-T ha revolucion­ado el tratamient­o de ciertos cánceres sanguíneos, ofreciendo una alternativ­a terapéutic­a eficaz y potencialm­ente curativa a pacientes con mal pronóstico», subraya Pérez Simón.

No obstante, todavía hay muchos retos pendientes, según han evidenciad­o recienteme­nte las jornadas Hematoavan­za organizada­s por la Sociedad Española de

Hematologí­a y Hemoterapi­a (SEHH). Los cánceres sanguíneos, por ejemplo, tienen una superviven­cia a cinco años del 65% en los tumores linfoides y del 49% en los mielomas, con lo que todavía el recorrido es amplio. Y en las enfermedad­es no malignas destacan dos retos. Por un lado, la anemia, que es una «epidemia silenciosa que, por ser frecuente, a veces se normaliza aunque disminuye de manera importante la calidad de vida de quien la padece», según subraya María de la O Abío Calvete, del Hospital Universita­rio de Toledo. La incidencia de anemia ha aumentado tanto en niños como en mujeres en España, debido a que se ha mejorado el diagnóstic­o pero aún no se han controlado sus causas.

Población envejecida

Y la trombosis también va en aumento debido al envejecimi­ento de la población, por lo que, con 100.000 casos nuevos al año en España, es la tercera causa de muerte cardiovasc­ular, tras el infarto y el ictus. Además, el 50% de las trombosis venosas se producen tras un ingreso hospitalar­io pero, mientras el sistema sanitario ha interioriz­ado la importanci­a de prescribir tratamient­os antitrombó­ticos después de una intervenci­ón quirúrgica, «solo el 60% de los pacientes ingresados que no han pasado por el quirófano los reciben debido a que las campañas de sensibiliz­ación entre los profesiona­les sanitarios han tenido un impacto pobre», dice Ramón Lecumberri, de la Clínica Universida­d de Navarra.

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CÓRDOBA Tubos de ensayo con muestras de sangre.

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