«La obesidad infantil es un peligro del que la sociedad no es consciente»
Pediatra, investigadora clínica, profesora de la UCO y catedrática
Mercedes Gil-campos es pediatra en el hospital Reina Sofía de Córdoba, investigadora del Imibic, coordinadora de la Unidad de Metabolismo y Nutrición del centro sanitario, profesora de la Universidad de Córdoba y, desde el pasado mes de enero, catedrática vinculada al sistema sanitario andaluz. También pertenece desde que era estudiante a Setem Córdoba, una oenegé que trabaja por la educación para el desarrollo, comercio justo y voluntariado internacional en Latinoamérica. Esta experta en nutrición no es partidaria de prohibir alimentos hipercalóricos para los niños, pero sí lo es de atajar todo aquello que promocione su consumo.
Enhorabuena, primera mujer catedrática en Córdoba vinculada al sistema sanitario andaluz. Ya era hora de que hubiera una mujer, ¿a qué cree que se debe este retraso o tardanza?
– – Ya de por sí las mujeres tenemos dificultades para acceder a cargos más elevados o a un mayor nivel académico, porque la conciliación familiar es muy complicada. Y, al final, todos damos prioridad a nuestras parejas. Si hay que elegir, generalmente es la mujer la que se queda un poco atrás. En el hospital Reina Sofía había catedráticos varones, pero no mujeres catedráticas vinculadas con el SAS, porque eso ya requiere una actividad laboral extra que es muy difícil de compaginar.
Es pediatra, profesora e investigadora,¿cuáldesusfacetas laboralesle apasiona más?
– – Ante todo, soy pediatra. Mi ámbito asistencial es mi prioridad. De hecho, yo no he llegado a ser catedrática antes por el hecho de mi labor asistencial y eso no me ha permitido avanzar más en la carrera docente y en la investigadora. La docencia y la investigación son complementarias con el ámbito asistencial.
Es coordinadora de la Unidad de Metabolismo y Nutrición del hospital Reina Sofía. ¿Se ha frenado la tendencia a la obesidad infantil en Andalucía?
– – España es el cuarto país de Europa con más prevalencia de obesidad infantil y, en concreto, en Andalucía es elevada. Tenemos un 40% de niños con sobrepeso. Las cifras no son muy alentadoras, ni de que estemos bajando los niveles.
– En su opinión, ¿la educación sería la medida más eficaz para frenar la obesidad infantil?
– Deberían ser un conjunto de medidas. Los expertos que nos dedicamos a la obesidad infantil consideramos
que debe haber integración entre los distintos niveles sanitarios y el ámbito educativo, pero también con el de la empresa e, incluso, del urbanismo, porque todo tiene que estar integrado. Sí existe, por ejemplo, si tenemos una educación nutricional y en hábitos saludables adecuada, pero si no va acompañada de unos precios justos nos encontramos con muchas familias que no pueden comprar fruta o verdura. Tiene que ser un todo, no puede ser una sola medida eficaz.
– Entonces, obesidad y pobreza suelen ir de la mano...
– Está comprobado por estudios científicos que las familias con menos recursos educativos, sociales y económicos suelen tener muchos más riesgo de desarrollar obesidad y de mantenerla en el tiempo. Asociado a malos hábitos de alimentación, aumento del sedentarismo, que se suma a malos hábitos de sueño.
– ¿Sería partidaria de que se prohibieran determinados tipos de alimentos para los niños?
– No soy especialmente partidaria de las prohibiciones en ningún momento. La elección de lo que es saludable o de lo que no lo es debemos hacerla cada uno en función de los conocimientos o de la información veraz que podamos conseguir. Que un niño tome un alimento considerado prohibitivo por ser hipercalórico o elevado en sal o en grasas, por consumirlo muy esporádicamente no pasa nada. El problema es el consumo habitual y la exposición a determinados tipos de alimentos a los niños en espacios televisivos y en pantallas. Eso sí debería de regularse de manera estricta. Quizá no tanto prohibir un alimento o su comercialización como sí aquellas medidas que promocionan su consumo.
– ¿Aconsejaría prohibir anuncios sobre bollería industrial?
– Sí, pueden existir esos alimentos catalogados para que la población pueda saber si son saludables o no con una etiqueta nutricional adecuada, pero no puede haber medidas de promoción para ese tipo de alimentos. Hay que regular de manera mucho más estricta la publicidad. No solo en la televisión, sino cuando los niños juegan a videojuegos y en medio salen anuncios de esos alimentos. Es una población muy vulnerable. También salen anuncios en la televisión en horarios infantiles o en los supermercados hay estos productos en zonas de fácil acceso para los niños.
–
El programa Pinpo de terapia para niños y padres en hábitos de alimentación comenzó en 2019. ¿Hay ya resultados?
– Es un programa de terapia grupal, que se inició antes de la pandemia y lo tuvimos que dejar. Lo estamos reiniciando muy lentamente y no tenemos todavía resultados fiables. Sí hemos podido mantenerlo, seguimos teniendo familias en el programa, aunque sí es cierto que la adherencia es baja, porque tenemos dificultades para que las familias entiendan que sus hijos tienen una enfermedad y que hay que tratarla desde ya, aunque no se vean consecuencias importantes. Ya se verán, probablemente, en la etapa de la adolescencia o de adulto joven. Cuando tenemos familias adheridas a la terapia conseguimos resultados positivos, sobre todo, en hábitos saludables de alimentación y en la autoestima. Desde 2022 se ha vuelto a poner en marcha con grupos estables. Es una terapia que se mantiene durante cuatro meses y medio, con lo cual podemos hacer un par de grupos al año. Se ha logrado que las familias tengan mayor conocimiento de los hábitos saludables, que tengan una mayor concienciación sobre la enfermedad y sus soluciones. También mejoran y se tratan los aspectos psicológicos para que los niños tengan una mejor autoestima, porque tenían cierta estigmatización social. Las familias nos dicen que sus hijos han mejorado.
¿Cree que la sociedad se toma en serio la obesidad infantil o todavía no hay una conciencia clara de la gravedad de esta enfermedad?
– – Nos queda mucho. La prueba clara de que no somos conscientes es que cuando invitamos a familias con niños con obesidad a participar en la terapia del programa Pimpo la mayoría de ellas pone otros motivos para no venir. Es una enfermedad invisible en la etapa infantil, en la que no vemos las consecuencias psicológicas hasta que el niño no es un poco más mayor, ya que las consecuencias cardiovasculares, de diabetes tipo 2, aparecen cuando los chicos son adultos jóvenes. Con lo cual, si no vemos estas enfermedades en la etapa infantil, eso genera que la población no sea muy consciente del peligro y de las complicaciones que pudiéramos tener con estos niños en etapas posteriores de la vida no muy tardías. Ahora vemos diabetes tipo 2 en jóvenes de 15 años, cuando antes era una enfermedad de personas con 50 ó 60 años.
– ¿Cómo se podría concienciar para quelospadresacudieranalmédicoen una situación que todavía es inicial?
– Hay una labor muy importante en dos ámbitos. Por una parte, de educación. Los maestros o profesores de actividades extraescolares tienen que visibilizar que ese niño tiene sobrepeso. Hay que comunicarlo y hablarlo con las familias y hacerles ver que eso no es una situación de normalidad. Y, por otra parte, el propio pediatra de atención primaria, especialmente en las visitas para el niño sano, o en cualquier otra visita médica, si se detecta un sobrepeso hay que abordarlo desde esas etapas iniciales, desde el primer escalón de la atención sanitaria.
– ¿Es más complicado el diagnóstico precoz en las enfemedades raras?
– Yo, en mi consulta, llevo también enfermedades con errores innatos del metabolismo que son enfermedades raras. Son genéticas. La mayoría de estas enfermedades se deberían de detectar en la etapa pediátrica, tienen sintomatología precoz. Por eso, tenemos que tener conocimiento todos los pediatras, tanto los que trabajan en atención primaria como los de especializada. Y tener en cuenta que para diagnosticar una enfermedad hay que conocerla. Es importante que tengamos información sobre estas dolencias para al menos sospecharlas.
«Sin precios justos, tendremos muchas familias que no podrán comprar fruta ni verdura»
– ¿Me imagino que la situación de los niños en Gaza la tendrá horrorizada?
–Merecería un alzamiento de voz a nivel internacional, que no se ha efectuado. Dentro de unos años echaremos la vista atrás y lo mismo que ocurrió con los judíos de la etapa nazi, nos daremos cuenta de lo que está pasando y de que no estamos haciendo absolutamente nada.