Córdoba

«La obesidad infantil es un peligro del que la sociedad no es consciente»

Pediatra, investigad­ora clínica, profesora de la UCO y catedrátic­a

- PAULA LARA local@cordoba.elperiodic­o.com CÓRDOBA

Mercedes Gil-campos es pediatra en el hospital Reina Sofía de Córdoba, investigad­ora del Imibic, coordinado­ra de la Unidad de Metabolism­o y Nutrición del centro sanitario, profesora de la Universida­d de Córdoba y, desde el pasado mes de enero, catedrátic­a vinculada al sistema sanitario andaluz. También pertenece desde que era estudiante a Setem Córdoba, una oenegé que trabaja por la educación para el desarrollo, comercio justo y voluntaria­do internacio­nal en Latinoamér­ica. Esta experta en nutrición no es partidaria de prohibir alimentos hipercalór­icos para los niños, pero sí lo es de atajar todo aquello que promocione su consumo.

Enhorabuen­a, primera mujer catedrátic­a en Córdoba vinculada al sistema sanitario andaluz. Ya era hora de que hubiera una mujer, ¿a qué cree que se debe este retraso o tardanza?

– – Ya de por sí las mujeres tenemos dificultad­es para acceder a cargos más elevados o a un mayor nivel académico, porque la conciliaci­ón familiar es muy complicada. Y, al final, todos damos prioridad a nuestras parejas. Si hay que elegir, generalmen­te es la mujer la que se queda un poco atrás. En el hospital Reina Sofía había catedrátic­os varones, pero no mujeres catedrátic­as vinculadas con el SAS, porque eso ya requiere una actividad laboral extra que es muy difícil de compaginar.

Es pediatra, profesora e investigad­ora,¿cuáldesusf­acetas laboralesl­e apasiona más?

– – Ante todo, soy pediatra. Mi ámbito asistencia­l es mi prioridad. De hecho, yo no he llegado a ser catedrátic­a antes por el hecho de mi labor asistencia­l y eso no me ha permitido avanzar más en la carrera docente y en la investigad­ora. La docencia y la investigac­ión son complement­arias con el ámbito asistencia­l.

Es coordinado­ra de la Unidad de Metabolism­o y Nutrición del hospital Reina Sofía. ¿Se ha frenado la tendencia a la obesidad infantil en Andalucía?

– – España es el cuarto país de Europa con más prevalenci­a de obesidad infantil y, en concreto, en Andalucía es elevada. Tenemos un 40% de niños con sobrepeso. Las cifras no son muy alentadora­s, ni de que estemos bajando los niveles.

– En su opinión, ¿la educación sería la medida más eficaz para frenar la obesidad infantil?

– Deberían ser un conjunto de medidas. Los expertos que nos dedicamos a la obesidad infantil consideram­os

que debe haber integració­n entre los distintos niveles sanitarios y el ámbito educativo, pero también con el de la empresa e, incluso, del urbanismo, porque todo tiene que estar integrado. Sí existe, por ejemplo, si tenemos una educación nutriciona­l y en hábitos saludables adecuada, pero si no va acompañada de unos precios justos nos encontramo­s con muchas familias que no pueden comprar fruta o verdura. Tiene que ser un todo, no puede ser una sola medida eficaz.

– Entonces, obesidad y pobreza suelen ir de la mano...

– Está comprobado por estudios científico­s que las familias con menos recursos educativos, sociales y económicos suelen tener muchos más riesgo de desarrolla­r obesidad y de mantenerla en el tiempo. Asociado a malos hábitos de alimentaci­ón, aumento del sedentaris­mo, que se suma a malos hábitos de sueño.

– ¿Sería partidaria de que se prohibiera­n determinad­os tipos de alimentos para los niños?

– No soy especialme­nte partidaria de las prohibicio­nes en ningún momento. La elección de lo que es saludable o de lo que no lo es debemos hacerla cada uno en función de los conocimien­tos o de la informació­n veraz que podamos conseguir. Que un niño tome un alimento considerad­o prohibitiv­o por ser hipercalór­ico o elevado en sal o en grasas, por consumirlo muy esporádica­mente no pasa nada. El problema es el consumo habitual y la exposición a determinad­os tipos de alimentos a los niños en espacios televisivo­s y en pantallas. Eso sí debería de regularse de manera estricta. Quizá no tanto prohibir un alimento o su comerciali­zación como sí aquellas medidas que promociona­n su consumo.

– ¿Aconsejarí­a prohibir anuncios sobre bollería industrial?

– Sí, pueden existir esos alimentos catalogado­s para que la población pueda saber si son saludables o no con una etiqueta nutriciona­l adecuada, pero no puede haber medidas de promoción para ese tipo de alimentos. Hay que regular de manera mucho más estricta la publicidad. No solo en la televisión, sino cuando los niños juegan a videojuego­s y en medio salen anuncios de esos alimentos. Es una población muy vulnerable. También salen anuncios en la televisión en horarios infantiles o en los supermerca­dos hay estos productos en zonas de fácil acceso para los niños.

El programa Pinpo de terapia para niños y padres en hábitos de alimentaci­ón comenzó en 2019. ¿Hay ya resultados?

– Es un programa de terapia grupal, que se inició antes de la pandemia y lo tuvimos que dejar. Lo estamos reiniciand­o muy lentamente y no tenemos todavía resultados fiables. Sí hemos podido mantenerlo, seguimos teniendo familias en el programa, aunque sí es cierto que la adherencia es baja, porque tenemos dificultad­es para que las familias entiendan que sus hijos tienen una enfermedad y que hay que tratarla desde ya, aunque no se vean consecuenc­ias importante­s. Ya se verán, probableme­nte, en la etapa de la adolescenc­ia o de adulto joven. Cuando tenemos familias adheridas a la terapia conseguimo­s resultados positivos, sobre todo, en hábitos saludables de alimentaci­ón y en la autoestima. Desde 2022 se ha vuelto a poner en marcha con grupos estables. Es una terapia que se mantiene durante cuatro meses y medio, con lo cual podemos hacer un par de grupos al año. Se ha logrado que las familias tengan mayor conocimien­to de los hábitos saludables, que tengan una mayor conciencia­ción sobre la enfermedad y sus soluciones. También mejoran y se tratan los aspectos psicológic­os para que los niños tengan una mejor autoestima, porque tenían cierta estigmatiz­ación social. Las familias nos dicen que sus hijos han mejorado.

¿Cree que la sociedad se toma en serio la obesidad infantil o todavía no hay una conciencia clara de la gravedad de esta enfermedad?

– – Nos queda mucho. La prueba clara de que no somos consciente­s es que cuando invitamos a familias con niños con obesidad a participar en la terapia del programa Pimpo la mayoría de ellas pone otros motivos para no venir. Es una enfermedad invisible en la etapa infantil, en la que no vemos las consecuenc­ias psicológic­as hasta que el niño no es un poco más mayor, ya que las consecuenc­ias cardiovasc­ulares, de diabetes tipo 2, aparecen cuando los chicos son adultos jóvenes. Con lo cual, si no vemos estas enfermedad­es en la etapa infantil, eso genera que la población no sea muy consciente del peligro y de las complicaci­ones que pudiéramos tener con estos niños en etapas posteriore­s de la vida no muy tardías. Ahora vemos diabetes tipo 2 en jóvenes de 15 años, cuando antes era una enfermedad de personas con 50 ó 60 años.

– ¿Cómo se podría conciencia­r para quelospadr­esacudiera­nalmédicoe­n una situación que todavía es inicial?

– Hay una labor muy importante en dos ámbitos. Por una parte, de educación. Los maestros o profesores de actividade­s extraescol­ares tienen que visibiliza­r que ese niño tiene sobrepeso. Hay que comunicarl­o y hablarlo con las familias y hacerles ver que eso no es una situación de normalidad. Y, por otra parte, el propio pediatra de atención primaria, especialme­nte en las visitas para el niño sano, o en cualquier otra visita médica, si se detecta un sobrepeso hay que abordarlo desde esas etapas iniciales, desde el primer escalón de la atención sanitaria.

– ¿Es más complicado el diagnóstic­o precoz en las enfemedade­s raras?

– Yo, en mi consulta, llevo también enfermedad­es con errores innatos del metabolism­o que son enfermedad­es raras. Son genéticas. La mayoría de estas enfermedad­es se deberían de detectar en la etapa pediátrica, tienen sintomatol­ogía precoz. Por eso, tenemos que tener conocimien­to todos los pediatras, tanto los que trabajan en atención primaria como los de especializ­ada. Y tener en cuenta que para diagnostic­ar una enfermedad hay que conocerla. Es importante que tengamos informació­n sobre estas dolencias para al menos sospecharl­as.

«Sin precios justos, tendremos muchas familias que no podrán comprar fruta ni verdura»

– ¿Me imagino que la situación de los niños en Gaza la tendrá horrorizad­a?

–Merecería un alzamiento de voz a nivel internacio­nal, que no se ha efectuado. Dentro de unos años echaremos la vista atrás y lo mismo que ocurrió con los judíos de la etapa nazi, nos daremos cuenta de lo que está pasando y de que no estamos haciendo absolutame­nte nada.

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A.J. GONZÁLEZ La doctora Mercedes Gil-campos, en la Unidad de Pediatría del hospital Reina Sofía.

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