Con un «te quiero» basta
Las medidas de seguridad sanitaria limitan los encuentros de familiares con pacientes que se encuentran ingresados en centros hospitalarios Los profesionales buscan alternativas a la tradición y al aislamiento
Saber de un ser querido una vez al día es «muy duro». Carmen (nombre ficticio de una cordobesa que prefiere no revelar el suyo) espera cada día una llamada del hospital San Juan de Dios. Cada vez que suena el teléfono, reacciona con un brinco. Quizás sea del hospital, donde desde el pasado 17 de enero se encuentra su madre, ingresada por covid19 en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Unos minutos después, cuelga la llamada y comienza la espera hasta el día siguiente. «No sabes nada», dice Carmen. Y en el tiempo de silencio --quizás hasta las 20.00 como hace unos días-- la ansiedad aflora como un indeseado acompañante. La pandemia ha levantado muros ante rituales tan preciados como estar junto a un familiar en un momento delicado. Y, ante eso, solo hay lugar para el miedo, la impotencia y la desesperación. Entre la irrealidad de la ausencia de tradiciones, de las emociones cruzadas, esta cordobesa encuentra refugio en un equipo que «está ahí». Y estar ahí adquiere una importancia inmensurable. No te informan «a nivel médico», pero «te consuela». La Unidad de Acompañamiento del hospital San Juan de Dios, a través de la empatía, guía a pacientes y familiares hacia un punto impercibible: una salida.
Encontrar el camino
Hay un encierro que va por dentro. Arrancar el contacto de una fase de duelo es poner barreras a la paz que, como asegura Sonia López, coordinadora de la Unidad de Acompañamiento, inunda a quien consigue expresar los sentimientos que le desbordan en una situación así. Un duelo puede ser la pérdida de la salud, de la vida o de una vida que, a causa de una enfermedad o un cambio brusco, necesite reconstruirse. «Todo lo que sea una pérdida para ti», explica. En ese sentido, «el coronavirus socialmente o culturalmente nos ha pegado un palo». «Encima de que no te puedes despedir, te quitan las tradiciones», continúa la enfermera. En ese camino hacia una reconciliación interior, muchos profesionales acompañan a quienes deambulan en la confusión. Entre emociones indescifrables, uno mismo dibuja barreras. Hay quienes, en los momentos finales de sus vidas «por no preocupar a la familia, por no hacerle más daño, se callan», cuenta Sonia López. Del otro lado, Áurea Gómez
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▷ go de contagio. Para construir puentes al entendimiento, el director de Servicios Generales considera imprescindible la empatía y la humanización que cualquier crisis emocional conlleva. Con ese motivo, se han impulsado las videollamadas. Y, por eso, la muerte de un familiar sería un caso «muy excepcional». «Va a estar acompañado», explica. Porque, en su opinión», es un derecho «despedirse de nuestros seres queridos». A pesar de que, al principio de la pandemia, la restricción era más fuerte. ¿Por qué? Por el «desconocimiento». Ahora, la flexibilidad ha aumentado y, como asegura, permite entrar de uno en uno, sin límite de personas, a cualquier hora.
De amor y reconstrucción
Áurea Gómez, psicóloga: «Lo vemos todo negro, pero siempre hay una pequeña lucecita»
La capacidad de aprender y de «enfrentar más cosas de las que pensamos» sorprende a Áurea Gómez, psicóloga del hospital San Juan de Dios. Para ello, es muy «valioso» transmitir motivación. «Lo vemos todo negro, pero siempre hay una pequeña lucecita», opina la psicóloga. Ese faro puede ser una meta, un motivo, una persona, «que te saca del círculo vicioso». El covid-19 ha arrastrado una fase muy importante del duelo, que es el contacto con los seres queridos. «Lo ha trastocado todo», dice Áurea Gómez. Y ese vacío --donde hay que digerir «muchas noticias, muchas emociones»-- lleva a la impotencia, la frustración y la tristeza, que pueden desembocar, según la psicóloga, en el caos. ¿Lo mejor para quien se encuentra en ese situación? Dotarle de las herramientas adecuadas. Cuando en la Unidad de Acompañamiento perciben que, a través de la ansiedad o la depresión, el duelo adquiere un carácter patológico, entra en juego el poder de reconducir hacia una salida de la psicología. «Cada persona es un mundo», apunta. Por eso, es importante identificar en qué fase se encuentra cada uno, precisa, y qué habilidades posee cada persona para hacer frente a una situación como la que vive. Luego, con sus propias fuerzas, y con las manos del equipo de profesionales, uno moldea el dolor para transformarlo. «Poco a poco, queremos llegar a todos», reconoce Sonia López. Lo mejor, cuando quienes están en UCI despiertan. «La familia, cuando llega a verlos es la más felices del mundo». El amor, quizás defina la vida, como construye despedidas o reencuentros. Con un «te quiero» basta.
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