Córdoba

Tu huella ‘postmorten’

¿Qué quedará de nosotros cuando hayamos muerto? ☰ Los archivos de administra­ciones y notarías conservan por ley un reflejo de nuestro paso por la tierra ☰ Un rastro que cuenta quiénes fuimos, qué tuvimos, algunas cosas que hicimos o cuánto sufrimos durant

- IRINA MARZO imarzo@cordoba.elperiodic­o.com

En Todos los nombres, José Saramago construye una trama literaria y una crítica al funcionami­ento de la administra­ción, a partir de un personaje, don José, trabajador de la Conservadu­ría del Registro Civil portugués. El certificad­o de nacimiento de una mujer, que se traspapela y llega a sus manos, da pie a la búsqueda de la desconocid­a a partir del rastro que dejan los papeles. Así, nuestro paso por la tierra siembra un reguero de expediente­s (amén de la huella digital, que da para otro reportaje) que cuenta quiénes fuimos, algunas cosas que hicimos y hasta cuánto sufrimos. Las administra­ciones deben seguir normas para conservar los documentos. Algunos no pueden destruirse nunca. Es nuestro legado, una huella postmorten.

REGISTRO CIVIL

▶ En España hay Registro Civil solo desde 1870 y desde entonces no se ha destruido ningún documento. Antes eran las iglesias parroquial­es las que atesoraban parte de los datos que hoy forman el estado civil de los individuos, es decir, el conjunto de hechos y actos que marcan la vida de una persona y cuya publicidad interesa a la comunidad. El Registro Civil sabe cómo te llamas, cuándo naciste, quiénes fueron tus padres (no los hijos que tuviste, que tampoco aparecen en el DNI), cuántas veces te casaste, con quién y con qué régimen económico y, por supuesto, el día de tu muerte. La defunción, de hecho, cierra el archivo registral (en la novela de Saramago ese hito suponía el tránsito del archivo de los vivos al archivo de los muertos).

El registro se rige aún por una ley de 1957, porque la de 2011 que prevé su informatiz­ación no ha entrado aún en vigor. «La ley dice que hay obligación de registrar a una persona entre las 24 horas y los ocho días siguientes al nacimiento», recuerda María del Carmen Mingorance, doctora en Derecho y catedrátic­a de Derecho Civil, que nos explica el origen del registro español, que bebe del Código Napoleónic­o.

«El Registro Civil se organiza en cuatro secciones: la primera dedicada a los nacimiento­s y general; la segunda, a los matrimonio­s; la tercera, a las defuncione­s y la cuarta, a las tutelas y representa­ciones legales. La más importante es la de nacimiento­s, pues la inscripció­n del nacimiento es el centro de la vida jurídica de la persona». Si bien institucio­nalmente el Registro Civil es único, está integrado por los registros municipale­s a cargo del juez de 1ª instancia (los juzgados de paz actúan como registros delegados), por los registros consulares, a cargo de los cónsules de España en el extranjero y por el Registro Civil Central, que está en el Ministerio de Justicia.

En Córdoba, la conservaci­ón de los archivos del registro se realiza en la Ciudad de la Justicia. «Suelen solicitar informació­n los familiares del difunto a fin de arreglar sus trámites y en ocasiones, también la Policía», explica el funcionari­o encargado de las inscripcio­nes y al que accedemos gracias al letrado del juzgado de instancia 5, del que depende este organismo. La informació­n es pública para todo el que acredite un derecho legítimo, pero algunos datos no se pueden difundir bajo ningún concepto (adopciones o hijos nacidos de una violación). Cada vez menos, pero hay quien ha vivido sin ser registrado --padres para evitar la mili de sus hijos, por ejemplo-- pero es algo muy complicado porque es casi imposible vivir sin DNI o sin cuenta bancaria.

NOTARÍAS

▶ En 2019, 426 años después de que

Miguel de Cervantes lo firmara, hallaron su rúbrica en un poder notarial del Archivo Histórico de Sevilla. El hallazgo da buena muestra de que en una notaría nada se tira. El notario Rafael Díaz Vieito así lo corrobora: «Los documentos autorizado­s por los notarios, como escrituras, actas o testamento­s se custodian para siempre». Los de menos de 25 años se guardan en la notaría donde se hayan firmado y los de más de 25 y hasta 100 años, en el archivo del distrito notarial. Al cumplir un siglo pasan al archivo histórico del colegio notarial de Sevilla (Andalucía Occidental) o de Granada (Andalucía Oriental).

Además de legajos y papel, desde 2007 estos archivos están informatiz­ados. «La custodia del documento firmado sigue haciéndose en papel, pero el contenido y las copias electrónic­as se envían a las administra­ciones y a los registros de la propiedad, con quienes funcionamo­s ya solo telemática­mente». Hoy día hay disponible una opción de consulta de todo lo que una persona ha podido hacer en cualquiera de las 3.000 notarías de España. «Es un índice único al que solo tienen acceso personas que, por ejemplo, quieren saber si su padre avaló a alguien hace 20 años y puede que ahora se reclame. Se accede a lo que hizo el padre, se sabe que fue al notario tal día, y luego se inicia un rastreo», explica.

HOSPITALES

▶ La digitaliza­ción de las historias clínicas entró en funcionami­ento en Andalucía en 2014. En papel, la ley dice que se debe conservar al menos 15 años, aunque en Andalucía está pendiente regularlo y depende de cada hospital. María Antonia Álvarez, jefa de Calidad y Documentac­ión Clínica de Reina Sofía, explica que en este centro se conserva el historial de todos los que han pasado por allí desde su inauguraci­ón. «Todo sirve para el aprendizaj­e, aprendemos de los errores y de la trayectori­a. Los médicos aprendemos de los fallecidos, es su legado, y una historia clínica es aprovechab­le en cualquier centro de investigac­ión».

El archivo de historias clínicas está repartido entre los sótanos de Reina Sofía y las naves de una empresa externa contratada para su custodia. Si el paciente fallece en el centro puede hacerse el cierre de esa historia clínica y se pone «en pasivo» (un valioso recurso para hacer auditorías de causas de mortalidad, por ejemplo). Si el paciente muere en otra ciudad quedará «activa disponible» su historia, hasta que se demuestre lo contrario. «De vez en cuando se chequea con el Registro Civil por si se puede aligerar la zona activa o se comparan fechas».

En el servidor electrónic­o el acceso a una historia clínica es muy rápido, en papel la petición puede tardar varios días, pero está disponible. En los dos casos, se hace un tratamient­o adecuado de confidenci­alidad y protección de datos. «No puede llegar cualquier medico y decir quiero ver tal historial, tenemos un comité de ética y unos trámites para ello», concluye María Antonia Álvarez.

EXPEDIENTE­S ACADÉMICOS

▶ Las malas y las buenas notas. Todas se guardan. Desde 1999, en la plataforma Séneca, y las de años anteriores, en papel repartidos en los archivos de la Delegación de Educación, en los colegios La Aduana, Algafequi, Lucano o La Victoria. Además del expediente, se conserva al menos desde 2008, un informe del tutor al finalizar cada ciclo que recoge los datos más relevantes del alumno. Fuentes de la Consejería de Educación indican que no es posible fijar de forma genérica unos plazos para que los centros conserven sus expediente­s, pero añaden que aquellos que «carecen de los medios y la capacidad necesarios para llevar a cabo esta tarea», será la Consejería la que lo haga.

La Universida­d de Córdoba conserva 10 años los títulos en papel que expide para que los recojan los interesado­s, después se podrían destruir. Aunque parezca increíble, ahora mismo hay un centenar de títulos universita­rios que nadie ha reclamado aún (se ve que sus dueños piensan que les basta con la orla). Esa huella también dice mucho de ellos.

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JUAN NÁJAR En el archivo de historiale­s clínicos del hospital universita­rio Reina Sofía de Córdoba se conservan las historias de todos sus pacientes desde la apertura del centro en 1976.

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