“Yo también quería saltar, pero me lo han prohibido los médicos”
que está imponiendo su ley como un nuevo señor de la guerra”, dice con amargura, sentenciando que “se están comiendo Centroáfrica con patatas y a fuego lento”. Ante este panorama, para Juan José Aguirre la labor que está realizando la Fundación Bangassou es algo “maravilloso” porque son gente que “cree contra toda esperanza”. “Nos han robado ya la mitad de todo lo que tenemos”, entre otras cosas, los coches de los que disponía la diócesis para desplazarse por la zona. Además del apoyo moral y emocional que aporta saber que hay gente a miles de kilómetros que quiere ayudar, a nivel material esta organización significa “mucho”. “Estas actividades nos van a ayudar a comprar nuevos vehículos que necesitamos, aunque esta vez serán los Suzukis más pequeños que haya, para que no nos los puedan robar”. Actividades como las de ayer –que en el seno de la fundación han denominado Locuras por Bangassou– son “muy importantes” también para recaudar fondos, de hecho, los cuatro paracaidistas que saltaron al vacío vestían camisetas donde figuran los nombres de todos aquellos que han patrocinado esta acción o “son solidarios con esta reivindicación de que intervenga quien tenga que hacerlo para solucionar el problema de Centroáfrica”, señala Miguel Aguirre, hermano de Juan José y presidente de la fundación, que señala que ya se han llevado a cabo otras actividades de este tipo, “aunque menos osadas”, y todas ellas han sido idea de los más jóvenes miembros de la fundación, “que son los que tienen el ánimo y el espíritu para hacer todas estas cosas”
“La ocasión merece la pena”, asegura uno de estos aguerridos colaboradores sobre la causa de tal acción, “protestar por la situación que se vive en Bangassou” y conseguir que “sirva de apoyo a la labor de Juan José”, al que no extraña esta solidaridad porque “siempre he sentido que en Córdoba había una retaguardia que funciona muy bien”. Pese a las caras de susto de los familiares de estos “valientes”, afortunadamente, tras el salto, los cuatro volvieron a poner los pies en tierra, eso sí, con una satisfacción “muy especial”.
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