Ciclismo a Fondo

El accidente que casi acaba con su carrera

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Chaves cuenta que "ahora si me preguntan qué me hubiera gustado ser de no haber sido ciclista digo médico, porque admiro los milagros que hicieron con mi brazo derecho". Ese cumpleaños al que entre risas se refiere al recordarle el 16 de febrero de 2013 fue el día en el que Chavito se estampó brutalment­e contra una señal en el Trofeo Laigueglia, produciénd­ose un trauma craneoence­fálico y una contusión pulmonar además de romperse el pómulo, la base del cráneo y la clavícula. Una vez lo lograron estabiliza­r, al regresar a Colombia detectaron un problema nervioso: su brazo derecho no respondía. No se movía. "Me dijeron que si operaba, la cirugía era muy agresiva y que tenía pocas posibilida­des de recuperar la movilidad. Lloré mucho. Le dije a mi papá que veía que el ciclismo se acababa -confiesa-. De diez médicos a los que consultamo­s sólo uno me dio algo de esperanza". Tres meses después, el brazo seguía igual, inmóvil. El 15 de mayo de ese mismo 2013 su teléfono comenzó a sonar. "Recibí la llamada del Orica, que me proponían estar en el equipo. Sabían de mi lesión y querían brindarme todo su apoyo. Por esa llamada decidí tomar el riesgo, fue la luz al final del túnel. Cinco días más tarde me operé. Era una cirugía muy invasiva". El contrato que firmó con la formación australian­a establecía como cláusula que para el mes de septiembre tenía que estar mejorando para dar luz verde a su paso al equipo. "Empecé a hacer terapia seis horas al día durante siete días a la semana". En septiembre, como estaba acordado, viajó a Girona. "Ellos tenían una concentrac­ión previa al Mundial de crono por equipos y logré entrenar con todos dos días. Fui capaz al fin de subirme a una bicicleta". No le resultó sencillo. "Con la mano izquierda colocaba el brazo derecho en el manillar y hasta que no llegaba no lo podía quitar de ahí. Imposible moverlo por sí solo". Lo que sí podía era frenar y manejar los cambios, pues "lo que no se movía era la parte superior". Aquello le valió su contrato. "Pero el brazo no lo logré alzar hasta mayo del año siguiente, quince días antes de ganar la etapa reina del Tour de California". Hoy en día tiene un 80% de movilidad "pero con eso me vale", dice. Hay cosas que no puede hacer. "Coger la bolsa de avituallam­iento o ponerme la chaqueta, por ejemplo. Y para los bidones, un masajista del equipo siempre se pone en el lado izquierdo de la carretera para que yo pueda cogerlo". Alzarlo para celebrar los triunfos sí, por eso lo hace siempre que cruza primero la línea de meta. Por todo aquello que sufrió y de lo que salió gracias a sus sueños.

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