Carta abierta al Sr. Javier Guillén
A propósito de la llegada en Urdax, cuando ciertos integrantes del pelotón decidieron darse un descanso y cruzaron la meta riéndose, usted, Sr. Guillén, dijo a la prensa: "Espero que lo de hoy no se repita". No se le ocurrió penalizar a los culpables, aunque hayan insultado a los VIP y al público en general. Los excusó "para no dañar la imagen del ciclismo". Y la mitad del pelotón aprendió aquella lección: todo está permitido. ¡Qué imagen! La mitad del pelotón decidió no competir durante gran parte de la 15ª etapa, ni siquiera fingir un mínimo esfuerzo, permitiéndose llegar con casi una hora de retraso sabedores de que no pasaría nada. Días antes, un solitario desafortunado que llegó pocos minutos fuera de control se encontró en casa al día siguiente, pero los 93 de Formigal se sintieron perfectamente seguros, sabiendo que se permitía todo. Sr. Guillén, ¿está usted orgulloso de su decisión? Al día siguiente, en la 16ª etapa, vimos a uno de estos 93 levantar los brazos, tan alegre y orgulloso. Se llama Drucker y en mi opinión no ganó. Él y otros parecidos han descubierto un nuevo método de trampa: el doping por tiempo. "Hacemos muy poco el domingo, ahorrando fuerzas hasta el lunes para vencer a los que han trabajado ambos días". ¿Qué clase de imagen se da cuando los que llegan 55 minutos fuera de control son repescados sin ningún tipo de penalización? ¿Es justo eso? No, señor Guillén, Drucker no es el ganador de esa etapa, sino un tramposo que se burla de usted, de los jueces y del público. Si se tomara unos minutos para estudiar el resultado del día, notaría que los aparentemente más rápidos son los que descansaron bien durante la etapa anterior y el ganador moral de la 16ª etapa es Daniele Bennati.
Liz Cochrane.
Mijas (Málaga).