BENTLEY FLYING SPUR V8
Si a CR7 no le convence el GT Speed porque su garaje está lleno de cupés alemanes e italianos, Bentley le ofrece la posibilidad de pasarse a un modelo más asequible y capaz para viajar con su hijo y su nueva novia, rodeados del mayor lujo posible y con potencia más que suficiente para escaquearse de los fans cada vez que lo reconozcan por la calle. Parecemos un comercial de la casa de la ‘be alada’, pero lo cierto es que el Flying Spur puede ser una gran alternativa al Continental GT. No olvidemos que ambos automóviles utilizan la misma base, de ahí que este último y el Flying Spur compartan diseño y prácticamente todo a nivel mecánico aunque con las diferencias que se esperan entre un cupé y una berlina. Nos referimos a las dimensiones, superiores en el Flying Spur y necesarias para ofrecer espacio y capacidad de almacenaje para cuatro pasajeros de verdad. Porque el Continental GT también tiene dos plazas posteriores, pero son testimoniales si las comparamos con las del Flying Spur, que son utilizables por dos adultos. Sentarse en ellas implica que nos invada un sentimiento de poder como si fuésemos un empresario de éxito, banquero o algún miembro de la realeza que tienen el lujo por castigo.
Dejando de lado la distinción, lo cierto es que desde aquí es posible trabajar con
el ordenador portátil gracias a la conexión Wi-Fi instalada en el vehículo, como también existe la posibilidad de evadirnos de la realidad viendo una película en las pantallas de 10 pulgadas colocadas a la altura de los reposacabezas. Así da gusto que pasen los kilómetros hasta llegar al destino…
¿Dónde nos vamos?
Tras esta experiencia gratificante y lujosa, toca ponerse al volante de esta máquina que, curiosamente, se siente mucho más ágil de lo que imaginábamos. Y eso que hablamos de dos toneladas y media de peso sólo de turismo, a lo que hay que añadir los kilos extra que aportan los ocupantes. La suspensión neumática, variable entre distintas posiciones, se encarga de ‘acunar’ en todo momento al Flying Spur para transmitirnos la confianza y la seguridad de llevar un automóvil más pequeño y ligero, como se aprecia a la perfección en las curvas más ratoneras de la carretera de montaña en la que nos encontramos. Es cierto que el morro tiende a hundirse cuando los giros son muy cerrados, pero se recompone rápidamente. Precisamente en estas circunstancias echamos en falta unos asientos que tengan un mayor agarre lateral. ¡Para eso está el GT Speed!, nos dirán desde Bentley con acierto, pero sorprende ver a los pasajeros moverse lateralmente con demasiada frecuencia. El cuero en esta ocasión no ayuda, quizá hubiera sido mejor contar con Alcántara…
El trabajo de la amortiguación es imprescindible para digerir la potencia del V8. Oficialmente son 508 caballos que salen a relucir de forma sorprendente independientemente de la marcha engranada en una caja de cambios similar a la del GT Speed; en concreto se trata de una ZF de ocho relaciones que, en esta ocasión,
Las plazas traseras del Flying Spur tienen tanto espacio como el Mercedes Clase S de batalla larga
carece de levas tras el volante, casi mejor porque las del GT Speed son tan finas y alargadas que apenas facilitan el manejo secuencial en situaciones complejas como al trazar una curva, aunque podemos echar mano del propio pomo para meter o quitar ‘hierros’. Las direcciones, todo sea dicho de paso, resultan demasiado pesadas para manejar estos dos Bentley a baja velocidad –también por el tamaño excesivo del aro– aunque se transforman magistralmente a ritmos alegres, volviéndose entonces vitales para gestionar sendos ‘buques’…
Todopoderosos
El Flying Spur es una de las berlinas premium más cómodas y clásicas que se pueden adquirir en estos momentos. Y eso que muchos pensarán que se trata de un Audi A8 ‘tuneado’ por aquello de que Bentley pertenece al grupo Volkswagen, fabricado eso sí con materiales todavía más exclusivos. ¡Qué equivocación más grande! El Flying Spur tiene su propia personalidad y su precio se justifica por la calidad percibida, como también por factores como el espacio ofrecido, un motor V8 que es un auténtico prodigio por equilibrio, la tracción integral y el cambio automático. Aunque puestos a ser quisquillosos, echamos en falta la prole de ayudas a la conducción que tan de moda están –hablamos de avisador de ángulo muerto, mantenimiento del carril o cambio de luces cortas a largas y viceversa–, una situación que sucede en otras marcas de élite como la italiana Maserati.
El GT Speed, por su parte, no deja lugar a dudas: es un deportivo de ultra lujo. Aunque su mecánica W12 supone toda una declaración de intenciones a fabricantes como Porsche o Ferrari, su tacto de conducción y el confort que transmite hace que coquetee en varias ligas. Es bajo, sí, pero no llega al nivel de un 911 y acelera y frena como si se tratara de un California T. A estos valores hay que sumarle la elegancia, que forma parte del ADN de todo Bentley, aunque sea a coste de un McLaren. Visto este panorama, sólo me queda decir una cosa: ¡quién pudiera ser futbolista de élite!
Hay vida más allá de estos dos coches y se llama Bentayga