Fórmula 1.
Hamilton retoma el control del Mundial y Red Bull roba a Ferrari el papel de opositor principal en un campeonato marcado por el debate reglamentario
Los vaivenes en la normativa y la variedad de criterios a la hora de sancionar.
Hasta hace poco era habitual recordar un Gran Premio de F-1 por una pelea irrepetible o por un gran adelantamiento. Ahora, sin embargo, es mucho más común guardarlo en la memoria por la tensa investigación de una posible infracción o por un cambio de normas de última hora que viene a cambiarlo todo.
En pista, el Mundial 2016 tiene cada vez más papeletas de convertirse en aquél que perdió un piloto después de ganar las cuatro primeras carreras, un hecho inédito en las 66 ediciones previas. Nico Rosberg se ha deshinchado, otra vez, mientras que su archirrival y compañero Lewis Hamilton se ha crecido –“StillIrise”, diría él–. El vacío deportivo generado es inconsolable y la esperanza de victoria de Rosberg recae más en la sanción que seguramente recibirá Hamilton en las próximas carreras por cambiar piezas de su motor más allá de las unidades estipuladas por reglamento –sufrió varias roturas a inicios de año– que por una batalla real entre pilotos. Y esto da qué pensar.
Nuevas perspectivas
Sin quitarle responsabilidad, Rosberg ha tenido ‘ayudas’ en su debacle. El descaro de Hamilton al abrirse hueco en la primera curva del GP de Canadá fue una buena prueba. Lewis atacó por el interior, logró tanto espacio como quiso y le arrebató una más que posible victoria a su compañero, sin protesta de los comisarios. Entre los puntos que perdió Rosberg y los que ganó Hamilton, son 22 los que cedió el alemán. Claro que Nico respondió en Austria con una trazada forzada en la horquilla para arrinconar a su compañero, que se mantuvo en pista por encima de todo y chocó contra el alemán. La suerte le dio la victoria a Hamilton y los comisarios añadieron