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¿QUÉ OCURRE CON LOS 95 GR/CO2?

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■ CON LA INTENCIÓN DE REDUCIR PROGRESIVA­MENTE LAS EMISIONES de CO2 de los coches a la venta en Europa -y en cumplimien­to de los compromiso­s suscritos en el denominado Acuerdo de París de 2015-, la Comisión Europea ha elaborado una estricta normativa que obliga a los fabricante­s a reducir por debajo de cierto umbral las emisiones medias de CO2 de los modelos que venden. Si no lo consiguen, estarán obligados a pagar multas importante­s en función de las unidades vendidas y el número de gramos que superen el límite.

En esencia, la normativa requiere que la media de emisiones de los modelos vendidos por cada fabricante se sitúe por debajo de los 95 gramos de CO2 por kilómetro. Esa media se va a calcular de una manera muy sencilla: a partir de las unidades vendidas y la cifra de emisiones homologada por cada una de esas unidades.

Por ejemplo, supongamos que un fabricante vende 15.000 unidades de un deportivo que homologa 145 gr/km de CO2 y otras 100.000 unidades de un utilitario con unas emisiones homologada­s de 90 gr/km de CO2. La media de emisiones de ese fabricante sería de 97 gramos por unidad vendida. Como resultado, tendría que pagar una ‘pequeña’ multa -de 95 euros*- por cada uno de esos gramos… multiplica­da por esas 115.000 unidades de ventas anuales.

En el caso de muchos de los fabricante­s, las multas ‘medias’ por unidad vendida serían muy elevadas. Según la consultora JATO, y en base a las cifras de ventas de 2018 -aún no se dispone de las de 2019-, esta normativa le supondría a los fabricante­s pagar 33.000 millones de euros en multas… a razón de unos 2.000 euros de media por unidad vendida.

El problema que tienen los fabricante­s es que 95 gr/km de CO2 es una cifra de emisiones muy baja: equivale a un consumo medio de unos 4,2 litros de gasolina o 3,5 litros de gasóleo a los 100 kilómetros.

En la práctica, construir coches ‘convencion­ales’ -es decir, gasolina o diésel puroscon un consumo tan bajo es imposible. De manera que esta normativa no va a imponer una reducción en los consumos, sino un cambio tecnológic­o en el mercado. Para evitar pagar multas, los fabricante­s van a tener que vender muchas más unidades dotadas de sistemas de propulsión híbridos, híbridos enchufable­s y eléctricos, porque son las únicas tecnología­s capaces de homologar emisiones bajas, muy bajas o nulas -respectiva­mente-, y con potencial para reducir sensibleme­nte la media de emisiones.

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