Rüdiger supo aprovechar su momento
El central se convirtió en indispensable tras la lesión sufrida por Militao en la primera jornada de Liga
Todo comenzó con una carta. En la misiva, firmada por Florentino Pérez, el Real Madrid lamentaba la lesión que Antonio Rüdiger había sufrido (se rompió el ligamento cruzado de su pierna derecha), y que le iba a mantener alejado de los terrenos de juego varios meses, incluida la Eurocopa de 2016. Él veía y leía esa carta todos los días. Ahí empezó a figurarse jugando con la camiseta blanca. Años después, en 2021, ganó la Champions con el Chelsea. Ahí se dio cuenta que quería estar en el lado de los ganadores. El tercer punto, una eliminatoria precisamente contra el Madrid: cuajó dos buenas actuaciones. Acababa contrato, el Madrid le llamó y no se lo pensó.
Desde entonces Rüdiger vive en un paraíso. Un paraíso que descubrió el día antes de su presentación. Se acababa de mudar a Madrid, se disponía a comer cuando llamaron a la puerta. Ante su asombro, Carlo Ancelotti, su futuro entrenador, estaba en la puerta. El italiano, tras plantarle dos abrazos, le dijo lo que esperaba de él. Ya sabía todo lo que necesitaba saber…
Y el paso del tiempo es el que le ha colocado donde está ahora mismo. Eso, y una maldita lesión de Militao: en la primera jornada de Liga, Éder sufría un duro revés que le ha mantenido alejado de los terrenos de juego hasta finales de marzo y comienzos de abril. En esos largos siete meses, Rüdiger se ha convertido en uno de los jugadores más queridos por sus compañeros, el staff técnico (hay días que comparte viaje desde su domicilio con Ancelotti hasta Valdebebas, donde van hablando de todo), el club, y la afición. Su esfuerzo, su labor oscura pero a la vez efectiva, le han convertido en uno de los pilares de este Madrid campeón. Siempre repite una palabra: ‘Humble’ (‘humilde’), y a fe que lo es: siempre se vacía por y para los suyos. Rüdiger ha sabido aprovechar su momento… Y no parece haber rival que le mande ahora al banquillo.
Trabajo ‘Rambo’ ha devuelto a Ancelotti la fe depositada con sacrificio