El tenista paciente
Daniel Caverzaschi se convierte en el mejor tenista español en unos Juegos Paralímpicos al caer en cuartos de final en Tokio
Daniel Caverzaschi (Madrid, 28 años) logró ser el primer tenista español en silla de ruedas que consigue jugar unos cuartos de final en unos Juegos Paralímpicos. En esa ronda, el neerlandés Tom Egberink le derrotó en dos sets y le impidió luchar por las medallas.
La paciencia siempre tiene su recompensa. Daniel Caverzaschi (Madrid, 28 años) lo demostró en el Ariake Tennis Park, con aplazamientos varios. Sin ir más lejos, ayer se retrasó durante horas su partido de cuartos de final contra el neerlandés Tom Egberink, con quien terminó perdiendo por 6-4 y 6-3. A pesar de la derrota fue una cita con la historia, ya que ningún tenista español en silla de ruedas había llegado hasta ahí en el cuadro individual de unos Juegos Paralímpicos. Lo hizo después de vencer al belga Joachim Gerard (el tres del mundo) y de dejar atrás antes al británico Dermot Bailey y al sudafricano Evans Maripa.
Pero su paciencia no sólo quedó patente en Tokio. También en el camino que le trajo hasta aquí. Ya en Río se convirtió en el primero en llegar a octavos. A sus 28 años, el decimocuarto del ranking internacional es todo un veterano. Estos son sus terceros Juegos y lleva más de la mitad de su vida dedicada al tenis, en el que empezó a los 12. “Me siento joven, pero ya me considero experimentado. Los Juegos de Londres fueron increíbles. Me costó mucho estar ahí. Me clasifiqué en el último momento. Debía estar entre los 55 mejores del mundo y lo conseguí siendo el 53 o 54. Hasta la última semana no se sabía. Disfruté como un niño. Tenía 18 años y me di cuenta de la magnitud de un evento así”, explicaba a AS antes de poner rumbo a Japón.
Después vendría Río y su diploma, una progresión que continúa. “Soy otro tenista. Además de haber mejorado muchos aspectos de mi juego, estoy más acostumbrado a gestionar la presión”, analiza ahora el madrileño, para quien la mente tiene tanta importancia (o más) que el físico.
El humor es su llave para vivir y transmitir su día a día con la discapacidad, que padece desde la infancia, tras nacer sin fémur ni rodilla en la pierna derecha y con afectaciones en la izquierda debido a una malformación congénita. “Va mejorando la percepción y la normalización de la discapacidad, pero todavía estamos lejos de otros países. Viví en Inglaterra, allí estudié la carrera (se graduó con matrícula de honor en Económicas por la Universidad de Warwick) y participé en los Juegos. Todo se transformó. De repente los deportistas paralímpicos se convirtieron en estrellas. En España vamos evolucionando, pero continúa vigente ese estereotipo del pobrecito. En mi caso se normalizó la discapacidad desde pequeño”, asegura. Un tenista paciente que hace historia.
El madrileño superó su registro de Río de Janeiro 2016, donde alcanzó los octavos de final