“Aún me despierto asustado” Borja Fernández
Hoy se cumple un año de la detención del exjugador gallego, que sigue sin entender lo que ocurrió aquellos días. Borja se muestra indignado, defiende su inocencia y asegura que siguen sin aparecer pruebas contra él. Espera que pronto acabe la pesadilla para ponerse a trabajar.
En un pequeño pueblo de la Ribeira Sacra, a los pies del Miño, pasa Borja Fernández (39 años, Ourense) esta cuarentena después de que el estado de alarma le sorprendiera allí. No es mal lugar para admirar sus vistas, disfrutar con la familia y reflexionar sobre un duro año.
—En este tiempo de confinamiento, ¿le ha dado tiempo a valorar todo lo que ha pasado? —Le daba muchas vueltas cuando pasó. ¿Por qué había pasado esto? ¿Qué había ocurrido? Y cada vez tengo más claro que no se ha investigado, que se ha ido hacia lo que la Policía quería ver. Lo último que se ha conocido es que en el móvil de Aranda no aparece mi nombre, ni el del Valladolid, y que en el informe policial no hay ninguna prueba de que el Valladolid-Valencia estuviera amañado, en palabras de la Policía. ¿Por qué no se llega a esa conclusión antes de detener a alguien, de sacar a alguien esposado de su casa? ¿Y por qué se hacen esas acusaciones hacia mí, hacia mis compañeros, hacia mi club, sin pruebas? Llevaban una investigación de un tiempo largo y no tenían nada concreto contra nadie y aparecí yo por el medio, tomando un café (con Raúl Bravo) y se montan una película en la que todo les cuadraba, pero sin una sola prueba... —En la última filtración de las conversaciones queda claro que “los siete jugadores comprados”, presuntamente, no son del Real Valladolid…
—Es lo que defendí yo desde un primer momento. Ni en el informe policial, ni en el sumario, se referían al Valladolid. Simplemente les cuadró, lo de la barbacoa, pero es que en ningún momento estuvimos siete a la vez, estaban familiares nuestros. Tengo una conversación por teléfono con Carlos Suárez (expresidente del Real Valladolid) y sólo ponen que es Carlos y dicen que es Carlos Aranda. Han omitido muchas cosas para salvar su investigación o probar a ver si sonaba la flauta. Lo que pasa es que la Policía está para protegernos, no para esto. —¿Fue el peor año de su vida?
—Más bien, ha sido la peor situación cuando ocurrió. No sabes qué está sucediendo, no sabes cómo será la reacción de la gente, pero ésta fue buena. He disfrutado de mi primer año de jubilación, aunque con medidas cautelares. —¿Espera con ansia la resolución y que le exonere?
—Sí, es lo que necesito para empezar a trabajar, ojalá en el club. Muchas empresas, muchas entidades, tienen un plan que les impide contratar a alguien que esté en mi situación. —También sonó su nombre como candidato a la AFE... —Hace tiempo. Entre los que somos críticos, no con Aganzo, sino con Rubiales, hay gente a la que le gustaría que fuera una cabeza visible de la AFE. Ahora estoy centrado en que se solucione esto.
—¿Qué ha sido lo peor de este año? ¿Tiene pesadillas? —Buf… Algunas veces ha entrado mi hija en la habitación porque le dolía la cabeza y yo me he despertado sobresaltado, asustado, pensando que volvía a entrar la Policía en mi habitación, reviviendo esos momentos. Mi familia lo ha pasado muy mal. He pasado muchas noches pensando... ¿por qué a mí? Yo dejé el fútbol con una ilusión tremenda en el nuevo proyecto que iba a empezar en el club y aún no puedo. —¿Qué será lo primero que haga si llega esa exoneración?
—Ordenar las cosas que tengo en casa que la Policía me desordenó en el registro, beberme la botella de vino que me regalaron los compañeros y mi familia, en la que imprimieron la etiqueta con mi despedida, y llamar al Valladolid para decir: ‘Ya soy libre’.
Extrañado “¿Por qué se me acusa a mí y al club sin ninguna prueba?”