Se identificó con el equipo navarro para defender a los humildes
AMichael Robinson el fútbol continúa haciéndole constantes guiños de complicidad. Como si quisiera mantener eternamente viva la relación que los dos mantuvieron mano a mano primero dentro de un terreno de juego y después desde el amplio mundo de la comunicación. No puede ser pura casualidad que el Campeonato nacional de Liga 2020-21 depare un Cádiz-Osasuna en la primera jornada. Su partido. El de su corazón partío. Tampoco debió ser albur que su último encuentro en directo como comentarista fuera el 11 de marzo en su Anfield del alma. Ahí sí estaba en juego su tercer equipo, el Liverpool.
Quizá tampoco fue solo cuestión de azar que el año que Michael Robinson aterrizó en Pamplona, temporada 1986-87, su Osasuna se salvara del descenso en aquel maquiavélico triangular inventado a última hora por el presidente del Cádiz, Manuel Irigoyen, y también lo hizo el propio equipo cadista. Posiblemente ese fue el momento en el que el color amarillo se mezcló con su sangre rojilla.
A Robin, como ya le llamaban en El Sadar, le sorprendió el instinto de supervivencia de aquel equipo capaz de mantener la categoría después de ser el último en la Liga regular; el último en el play-off del descenso y de salvarse definitivamente con dos simples empates en ese torneo final a tres con Osasuna y Racing de Santander, que fue el que perdió la categoría.
Ahí lo deja el cartel presentación del partido del sábado. Michael con la camiseta de Osasuna y Robinson con la bufanda amarilla del Cádiz. La
Osasunista