Serena: igualdad y autocrítica
Desde mi admiración hacia Serena como aficionado al tenis, jugadora superlativa de este gran deporte, resulta inaceptable su comportamiento reciente en la final del US Open, gritándole al árbitro, el portugués Carlos Ramos, las siguientes palabras: “Ladrón y mentiroso, me has robado”.
Son expresiones que hablan por sí mismas. Trasladan un ejemplo lamentable a los aficionados y un desprestigio a la propia especialidad deportiva. Lejos de la deseable autocrítica constructiva que pasase por reconocer el error y disculparse con el árbitro privada y públicamente, la tenista dio a entender que su sanción (meramente económica, 17.000 dólares, apenas trascendente a razón de sus ingresos), era sexista por cuanto a sus colegas masculinos se les permitían comportamientos aún más graves que el suyo en relación a los árbitros.
Es evidente que todos vamos a estar de acuerdo en sancionar con la misma intensidad episodios de este tipo, con independencia del sexo, pero no puede disculparse en modo alguno un comportamiento tan irrespetuoso contra el juez. Si se ha sido tenue con sus colegas masculinos por idéntico o peor comportamiento, que se sancione con la misma severidad, pero no al contrario.
No pretendamos minimizar una sanción bien justa porque se haya dejado de sancionar o se hayan sancionado en menor medida actitudes anteriores similares o más graves. Seamos por tanto vigilantes y rigurosos para que todos los que tengan un comportamiento así sean sancionados por el bien del deporte. Lástima que, al final, se haya desplazado de la primera página informativa a la ganadora del torneo, la jovencísima japonesa Naomi Osaka.