AS (Sevilla)

Vino del futuro

Un Courtois heroico salvó al equipo blanco en la primera mitad ● Hazard no jugó ni un minuto

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no le encuentra repuesto, quizá porque en el club cuesta más gastar dinero en jugadores que borran que en jugadores que pintan. Al brasileño se le vino encima la paliza FIFA y pasó un mal rato.

Con todo, pudo marcar el equipo blanco en un córner, rematado mal sin oposición por Militao. Fue un paréntesis en una embestida final del Inter, con remates de Lautaro, Brozovic y Barella con mucho picante. La acometida también desnudó a Alaba, que no nació central y no se sabe si de mayor querrá serlo. Le salvó que Lautaro es un rematador inconcluso. El Madrid celebró la venta de Lukaku con el mismo entusiasmo que el tesorero del Inter. E Inzaghi lamentó tener enfrente a Courtois, lo único que se mantuvo en pie en un Madrid ausente y doliente.

Como aquello era insostenib­le, el Madrid cambió el registro. Llevó su presión arriba, a la orden de

Casemiro y con la colaboraci­ón general, y le quitó la pelota al Inter. Otro tiempo y otro partido, en el que los de Inzaghi no se embolsaron ya todos los duelos. Aún así, Courtois le quitó un gol hecho a Dzeko, que cabeceó a placer un córner. Con un golpe de reflejos metió sus manos el belga y tuvo la fortuna de que el rechace pilló a contrapié a Skriniar. Carvajal respondió al instante con el mismo resultado: Handanovic repelió su tiro a quemarropa.

Para seguir dándole marcha al partido, Inzaghi cambió a sus dos carrileros. Los que llegaron, Dumfries y Dimarco, tenían tanto recorrido como los que se fueron, pero la dinámica del encuentro ya era otra. Salió a escena Benzema, que pisa el territorio Balón de Oro, y reapareció Vinicius, que sin ser imparable ganó dos veces la línea de fondo, maniobra siempre inquietant­e.

Y es que el duelo había acabado por romperse por el lado más débil, el físico. El Inter no perdió el ímpetu pero sí el método. Al Madrid le costó volver, aunque amenazaba con Rodrygo, el primer cambio, y Vinicius, definitiva­mente desatado. El segundo estuvo al borde del gol en un remate preciso que topó con la defensa del Inter por el camino. Al fin le ha salido la vena rematadora, fruto de la experienci­a y no de ningún exorcismo. Skriniar le estropeó siempre el final.

Camavinga volvió a tener minutos. Ancelotti lo ve como un refuerzo de efecto inmediato, por delante de futbolista­s hechos y derechos como Isco o Asensio. Cayó de pie. Recibió un gran balón de Valverde y se lo regaló a Rodrygo, que fusiló a Handanovic. El brasileño ya liquidó al Inter en Valdebebas el curso pasado. El plan de futuro empieza a ser presente.

REPORTAJE GRÁFICO JESÚS ÁLVAREZ ORIHUELA

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