El lanzador lanzado
Jakobsen traspasa los galones tras sufrir calambres a su gregario Sénéchal, que remata victorioso ● Hoy se sube el Pico Villuercas, un coloso inédito
Desde que la Vuelta a España se incorporó al pelotón, allá por 1935, y las tres grandes rondas coinciden en el calendario ciclista, no ha habido ninguna temporada sin alguna victoria española. El botín más escaso se recogió en 1996, cuando Ángel Edo salvó el honor con un solitario triunfo en Crotona, en la quinta jornada del Giro de Italia. El año pasado, tampoco demasiado generoso, hubo dos, ambos en La Vuelta: Marc Soler y Ion Izagirre. Este curso continúa con el casillero a cero, cuando se acerca peligrosamente a su final.
Faltan ocho días de competición, ocho oportunidades para evitar el pleno de esterilidad y el aciago récord.
Y eso que La Vuelta comenzó con una esperanzadora segunda plaza de Álex Aranburu en la contrarreloj de Burgos. El ciclista vasco era uno de los candidatos para mojar en la ronda española, con varios perfiles adaptados a sus cualidades, pero una caída le mandó a casa. Con otros cazaetapas con la pólvora empapada o también retirados, caso de Omar Fraile, que se bajó ayer, y con Jon Aberasturi como único velocista, pero lejos de las balas de este certamen, las escasas opciones de romper la sequía apuntan a Enric Mas, hasta ahora enfrascado en un objetivo superior: el maillot rojo.
El Pico Villuercas, uno de los grandes descubrimientos de la presente edición, el puerto que más expectación ha levantado después del Gamoniteiru, se alza hoy como una buena oportunidad para que Enric Mas conquiste esa anhelada victoria. El pasado domingo, en el Alto de Velefique, ya se le vio poderoso en el mano a mano con Primoz Roglic. También el miércoles en el muro de Valdepeñas de Jaén, aunque ahí los porcentajes favorecían más a su rival. Esta vez se medirán sobre 14,7 kilómetros al 6,5% de pendiente media, con rampas que alcanzan el 15%. Un coloso de Extremadura que se presenta en sociedad con ganas de fiesta. Un buen día para romper el maleficio.
Sequía
El pelotón español tiene sólo ocho etapas para lograr algún triunfo
Extremadura. Villuercas será el momento álgido del regreso de La Vuelta a la comunidad extremeña, que no pisa desde 2013, cuando Michael Morkov se impuso en Cáceres. Como aperitivo, Villanueva de la Serena, el pueblo de José Manuel Calderón, leyenda del baloncesto español, acogió ayer una llegada masiva con una sorprendente resolución. El Deceuninck marcó un tren infernal que fracturó el pelotón, pero en la batalla perdió a su líder, Fabio Jakobsen, que sufrió calambres, dolor de piernas. El holandés animó por el pinganillo a su lanzador habitual, Florian Sénéchal, a que rematara la faena. El francés de 28 años, en esta ocasión lanzador lanzado, obtuvo así la victoria de su vida, en una apurada llegada con Matteo Trentin.
La etapa no pasará a la historia por nada más. Este año ya habíamos visto otras parecidas. La fuga repitió el Día de la Marmota de los recorridos llanos, con representación de los tres equipos invitados: un Burgos-BH, un Caja Rural y un Euskaltel. En concreto: Diego Rubio, Álvaro Cuadros y Luis Ángel Maté. El pleno español es más frecuente en estas aventuras imposibles. La única situación diferente se vivió a 60 kilómetros, cuando las escuadras sin velocistas provocaron un abanico que pilló a los gallos con la guardia baja y sorprendió a Egan Bernal, que se quedó por detrás una veintena de segundos. Nadie dio cuerda a la iniciativa, así que los cortes sanaron rápido. Hubo algún amago más, sin consecuencias. Hoy sí se hará historia. En Villuercas.
Abanicos La carrera se cortó a 60 km, con Bernal atrás, pero luego se recompuso